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El director del semanal: «Prefiero morir de pie a vivir arrodillado»

Imagen de archivo del director del periódico satírico francés "Charlie Hebdo", Charb
Imagen de archivo del director del periódico satírico francés "Charlie Hebdo", Charblarazon

El mundo de las viñetas y el periodismo se queda huérfano. Los yihadistas que entraron en la sede en París de la publicación semanal «Charlie Hebdo» buscaron a conciencia a cuatro de los ilustradores y caricaturistas mejor considerados y que más tiempo y tinta dedicaron a hacer humor sobre todos los aspectos de la vida francesa, incluido el islam. Aunque ahora sólo se les recuerde por atreverse a dibujar a Mahoma, «repartían» y se atrevían con todos los sectores. El director desde 2009 y dibujante Stéphane Charbonnier, de 47 años, que firmaba sus viñetas y portadas como «Charb», es una eminencia en hacer reír a sus lectores y siempre ha mostrado que la libertad era una de sus máximas. «Prefiero morir de pie a vivir de rodillas», declaró Charbonnier a «Le Monde» en 2012. «Charb», que desde el ataque islamista en 2011 llevaba escolta pese a su voluntad, también declaró que «vivo bajo la ley francesa, no bajo la coránica». Charbonnier tenía también muchísimos detractores, aunque él era ajeno a los críticos. No obstante, el lema junto a su rúbrica era: «Charb n’aime pas les gens» (Charb no quiere a las personas). El desafiante director se encontraba en la lista de «los más buscados» de Al Qaeda, como quedó recogido en la publicación yihadista «Inspire». Los terroristas le tenían en el punto de mira y así lo han demostrado los dos atacantes que le buscaron hasta que le miraron fijamente. «Charb» nunca se escondió y en muchas ocasiones dio entrevistas a cara descubierta, como no podía ser de otra manera, a medios de comunicación.

Otro de los históricos dibujantes fallecidos en el tiroteo ayer fue Georges Wolinski. De 80 años, cuando se le preguntaba por la muerte, Wolinski respondía que quería «ser incinerado. Le dije a mi esposa que tirara las cenizas en el inodoro». Los que le conocían lo describen como un hombre polifacético, provocativo, pesimista de nacimiento, cínico asumido y lleno de contradicciones. Observador implacable de la humanidad, Wolinski era sobre todo provocador y muy dado a burlarse de las cosas más cotidianas. Sus amigos dicen de él que era «una encarnación viva de la libertad de prensa y la libertad misma». De hecho, sus conocidos aseguran que él «no pertenece a ningún partido, no cree en ninguna religión». En las reuniones de la redacción, que precisamente y como conocían los terroristas, eran cada miércoles, Wolinski ha manifestado en varias ocasiones que «todos los actos son sospechosos, especialmente los que no son guiados por el interés».

La muerte de Jean Cabut, «Cabu» es descrita por el diario «Le Monde» como «un gran vacío en el mundo de los caricaturistas». «Cabu» permanecerá como uno de los gigantes del género». Cabut, que estaba a punto de cumplir 77 años, llevaba dibujando desde los 16. «Poseía un trazo inigualable, lo que le permitió caricaturizar con facilidad cualquier personalidad de la política o del espectáculo, con un aire eterno. Sus caricaturas tan dignas como «el Grand Duduche», un héroe ingenuo y utópico, lo hicieron famoso en los años 60.

Otro de los gigantes de la ilustación asesinados ayer por kalashnikov fue Bernard Verlhac, que firmaba sus viñetas con «Tignous» (pequeña polilla como le decía su abuela). Sus primeros trabajos fueron publicados en 1980. Según informa Ap, era parte de un grupo de artistas llamado «Caricaturistas por la Paz». Envío su último dibujo el martes por la noche, horas antes de morir. Era un autoretrato deseando un Feliz Año nuevo a la asociación de periodistas jurídicos a la que también pertenecía.

El abogado del semanario, Richard Malka, indicó ayer con pesimismo que es imposible que «Charlie Hebdo» siga adelante sin las figuras que han asesinado los yihadistas. «La han decapitado» los terroristas, lamentó.