Córdoba
El drama de Martina pone rostro a la violencia de género en Argentina
Martina tiene un año y nueve meses y pelea por sobrevivir tras pasar tres días en una alcantarilla con heridas de arma blanca junto al cadáver de su madre, una de las 300 víctimas de violencia de género que mueren al año en Argentina. La bebé está internada en un hospital de la ciudad de Córdoba y los médicos confían en que sanará de sus lesiones físicas, aunque será muy difícil explicarle, cuando llegue el momento, cómo murió su madre, especialmente si se confirma, como apuntan las investigaciones, que fue asesinada por su padre, quien se negaba a reconocer su paternidad y decidió acabar con madre e hija y tirar sus cuerpos a una alcantarilla.
De nada sirvieron las sucesivas denuncias de los familiares a la policía de Córdoba el mismo día de su desaparición para que buscaran a la pequeña y a su madre, Paola, que acababa de ganar un juicio por paternidad que obligaba al padre de Martina al pago de 1.400 pesos (175 dólares) de pensión al mes.
El caso, que ha conmocionado a la sociedad argentina, coincide con otro crimen que ha acaparado la atención pública en el último mes, el de Melina, una adolescente cuyo cadáver fue encontrado en un río un mes después de su desaparición y que, según las investigaciones, fue violada y asesinada.
Casos como el de Martina o Melina integran la larga lista de víctimas de la violencia de género en Argentina, un problema que lejos de retroceder, avanza cada año según las estadísticas.
Pese a la dificultad de acceder a datos sobre crímenes de género en el país, el "observatorio de feminicidios"que elabora la organización no gubernamental Casa del Encuentro, arroja una cifra escalofriante: 295 mujeres muertas en 2013, una víctima cada 30 horas, un 16 % más que en 2012 y la cifra más alta de los últimos seis años.
Según el estudio, el 63 % de los asesinatos fueron cometidos por esposos, novios o amantes y exparejas, mientras que en el resto los autores o sospechosos son familiares, vecinos o gente sin vínculo con las mujeres.
Además, el 16 % de las víctimas había hecho previamente una denuncia contra su asesino y la mayoría fueron atacadas en sus propias casas o en la vivienda que compartían con el agresor.
El informe habla también de las "víctimas colaterales", los hijos de las mujeres asesinadas, más de 260 menores sólo el pasado año.
La organización acaba de presentar un documento para su aprobación parlamentaria en el que pide la privación de la patria potestad para los padres condenados por homicidio agravado por violencia de género y la suspensión en caso de procesamiento.
"Es muy importante saber qué pasa con estas niñas y estos niños, quiénes van a ser las personas que van a estar a su cuidado", explica a Efe Alejandra Lauria, de la Casa del Encuentro.
Para esta especialista, la violencia de género "es el último eslabón de una cadena de violencia"y es "un tema cultural y social"para cuyo combate se requiere "un cambio que se tiene que hacer entre todos, un cambio de conciencia y de actitudes".
Lauria admite que uno de los mayores obstáculos es el desconocimiento de la dimensión real del problema dado que no existen estadísticas oficiales sobre violencia de género y la entidad trabaja con denuncias y datos extraídos de los medios de comunicación.
Pese a la gravedad de la situación, subraya que "hace un tiempo no se hablaba de feminicidios en Argentina y ahora ya se habla".
El drama de la violencia de género es un "genocidio diario", como lo definió recientemente en una entrevista con Efe el realizador argentino Diego Lerman, que aborda el problema en su última película, "Refugiado", inspirada en hechos reales.
La solución, continúa Alejandra Lauira, pasa por "políticas públicas, capacitación para los sectores implicados y un plan integral para todos los poderes del Estado, para prevención y reglamentación de las leyes".
El objetivo, que no haya más dramas como el de Martina en Argentina.
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