El efecto catalán

¿Cuál es el grado de autonomía actual del que goza Córcega? ¿Se ha experimentado algún cambio desde que los autonomistas e independentistas llegaron al poder en la isla en 2015?

–Los nacionalistas están obligados a trabajar dentro del marco establecido por las leyes de la V República. Sin embargo, tienen espacios reales para gestionar empleos públicos, subsidios, inversiones y transporte. Lo que sí se ha notado desde 2015 es la implementación y expansión del uso de su idioma, el corso.

¿Cuál es el grado de independentismo entre la sociedad corsa?

–Está claro que los nacionalistas juegan un papel importante y cada vez con más peso, pero no apunta a que los corsos apuesten mayoritariamente por la independencia, sino por una mayor autonomía. Los ciudadanos están muy apegados a la permanencia en el seno en la V República, respetando las especificidades de la isla, la identidad corsa.

¿Es posible dotar de más autonomía a Córcega? ¿Qué pasos serían necesarios a nivel legislativo?

–Una mayor autonomía implica pasar por la ley, o incluso por una revisión de la Constitución. Esto es técnicamente posible. La dificultad es más política que técnica. Es tarea del Gobierno decidir si, por ejemplo, quiere dar a Córcega mayor autonomía en gestión de impuestos.

Macron aseguró en abril estar dispuesto a la «emancipación corsa». ¿Se ha producido algún movimiento desde entonces por parte del presidente? ¿Presionan desde la Asamblea Nacional los diputados nacionalistas?

–Desde las elecciones generales, los nacionalistas tienen tres diputados de un total de 577, por lo que son bastantes residuales como para presionar. Sin embargo, su presencia es simbólicamente destacable y una señal fuerte dirigida a Francia. Sin embargo, debe ponerse en perspectiva porque esta elección es parte de una ruptura con la clase política tradicional. Aun así, el nacionalismo corso aún está bastante aislado en la Asamblea.

En la campaña, el secesionismo de Cataluña ha sido un ejemplo constante. ¿Existen paralelismos?

–El tema de Cataluña realmente asusta a los corsos. La mayoría de ellos no quieren sentirse inspirados por esta forma de actuar. Los corsos esperan una evolución política, no una ruptura con Francia.