España
El extraño rito de las novias pintadas de blanco
El rostro de la novia está cubierto con una máscara blanca de yeso que apenas le permite abrir los ojos, en un extraño rito nupcial cuyo origen se desconoce y que sólo ha sobrevivido en la remota aldea búlgara de Ribnovo.
Este pueblo, escondido en las montañas Rodopi, a 200 kilómetros de Sofía, es escenario cada invierno de las espectaculares bodas de dos días de duración que celebran los Pomak, búlgaros étnicos convertidos al Islam durante el dominio otomano.
Aunque muchos de los 3.000 vecinos trabajan y viven parte del año en otras regiones, entre diciembre y marzo regresan a casa para la temporada nupcial.
"Absolutamente todos y cada uno vuelve a Ribnovo durante el invierno, incluso de los países más lejanos", afirma a Efe, Tahir, de 45 años.
Lo más llamativo de las bodas en Ribnovo es la ceremonia de la "guelina".
Tras la primera jornada festiva, en las que las familias de los prometidos agasajan a parientes e invitados, al ponerse el sol del segundo día, las mujeres llevan a la novia a su casa.
Tumbada sobre la cama, durante dos horas recibe sobre el rostro una crema blanca que se endurece como el yeso y sobre la que se colocan lentejuelas y pequeñas flores.
"Solamente dos campesinas conocen la receta de la pintura", explica Tahir sobre una costumbre cuyo origen no está claro.
Los etnólogos consultados por Efe explican que esta máscara protege a la joven de maleficios durante su transición desde la virginidad a la madurez, un momento en el que es muy vulnerable.
Otra leyenda, más romántica, cuenta que cuando la pareja queda sola tras el enlace, al limpiar con leche el rostro de su amada poco a poco, el marido aprende a tratarla de forma cuidadosa y amorosa.
En las bodas de los Pomak es también esencial el "cheíz", el ajuar que cada familia empieza a reunir desde que nace una niña y que durante las fiestas nupciales se convierte en un protagonista más.
Ropa, mantas, alfombras, muebles e incluso los electrodomésticos que formarán parte del nuevo hogar se exhiben en una plataforma levantada delante de la casa de la novia
"Las bodas aquí se hacen así desde tiempos muy remotos", comenta para Efe, Jamal, de 28 años, que desde hace una década vive en España pero que cada invierno vuelve a su pueblo natal.
Este empleado de la construcción cuenta que el objetivo es que todo el pueblo pueda admirar la riqueza del ajuar reunido por la familia para la novia.
Otro momento importante es la procesión en la que una bandera azul decorada con un corazón blanco abre un cortejo de obsequios para la futura pareja.
Desde el mediodía hasta la tarde, los lugareños se reúnen en el centro de la aldea para bailar cogidos de las manos.
Todas las mujeres, desde las niñas a las abuelas, lucen estos días sus trajes festivos: camisas claras con ornamentos folclóricos rojos, pantalones anchos, zapatos de tacón y pañuelos blancos en la cabeza.
Mientras los vecinos del pueblo bailan, los familiares del novio llevan los regalos para la familia de la novia, principalmente ropa, que transportan colgada en pértigas, a modo de banderolas.
Los parientes de la novia deben "rescatar"los presentes lanzando desde la terraza de la casa billetes de banco.
El momento cumbre de la fiesta llega cuando la novia abandona su casa, cubierta con un velo rojo, guirnaldas y flores, con su padre a un lado y su futuro marido a otro.
Con los ojos casi cerrados por lo pesado del maquillaje, la contrayente concentra su mirada en un espejo que lleva en la mano.
"Debe mirar solamente al espejo para poder admirar su belleza en el día más especial de su vida", explica una campesina.
La pareja se sube entonces a unas sillas frente a la casa para fotografiarse con el cheíz y luego pasea por toda la aldea seguido por los vecinos, antes de volver a casa donde el imán oficia el matrimonio.
✕
Accede a tu cuenta para comentar