Malaui
El macabro mercado de huesos humanos de albinos en Malaui
Un informe de Amnistía Internacional denuncia que las personas con este trastorno genético son cazados como animales ante la creencia de que sus huesos tienen propiedades mágicas. Individuos y bandas criminales los desmiembran para venderlos a brujos del país y del vecino Mozambique
Un informe de Amnistía Internacional denuncia que las personas con este trastorno genético son cazados como animales ante la creencia de que sus huesos tienen propiedades mágicas
Los albinos están siendo cazados como animales en Malaui, un país en el que se trafica con sus huesos ante la creencia social de que tienen propiedades mágicas y atraen la riqueza y la buena suerte, según denuncia en su último informe la ONG Amnistía Internacional. La condición genética de los albinos, que les impide producir las cantidades apropiadas de un pigmento llamado melanina y que les afecta a los ojos, la piel o el pelo, basta para que la superstición popular convierta su vida en una pesadilla, situándoles en la diana de ataques indiscriminados.
En su informe, Amnistía narra la rutina de terror a la que viven sometidos quienes sufren esta afección en el país -entre 7.000 y 10.000- y condena que "miles de personas con albinismo están en riesgo grave de secuestro y asesinato por parte de individuos y bandas criminales". También la Organización de las Naciones Unidas advierte de que este grupo tan vulnerable está trágicamente expuesto a la "extinción total"en dicho país de África meridional.
Desde noviembre de 2014, en Malaui se han incrementado los abusos contra los albinos, entre los que se suceden secuestros, homicidios y saqueos de tumbas cometidos tanto por particulares como por bandas delictivas. Todos ellos, cegados ante la codicia de enriquecerse con la venta de sus huesos a los brujos del país y del fronterizo Mozambique.
En este periodo, al menos 181 personas han perdido la vida y en torno a cinco han sido secuestradas y se encuentran en estos momentos en paradero desconocido, según datos de Amnistía. Por su parte, el Servicio de Policía de Malaui ha registrado al menos 69 casos relacionados con delitos contra albinos. Las cifras oscilan en función de la fuente, dada la imposibilidad de documentar con exactitud todos los ataques, ya que en muchos de los casos no queda constancia de lo ocurrido.
Mujeres y menores de edad, los más expuestos a los abusos
Sólo el pasado mes de abril fueron asesinadas al menos cuatro personas albinas, entre ellas un bebé. Davis Fletcher Machinjiri (17 años), identificado como una de las víctimas, fue secuestrado por "unos cuatro hombres que lo mataron, tras cortarle ambos brazos y piernas y extraerle los huesos. Después, enterraron el resto de su cuerpo en una tumba de poca profundidad", tal y como detallaron fuentes de la Policía estatal del país.
Tanto las mujeres como los menores de edad que padecen este trastorno genético hereditario, son los colectivos más expuestos ante las salvajadas perpetradas por las bandas criminales, ya que les consideran los objetivos más fáciles. En este sentido, las primeras, antes de ser desmembradas, sufren violaciones y abusos sexuales porque también existe la creencia de que mantener relaciones sexuales con mujeres albinas cura el sida.
Las vejaciones y los asesinatos que visibiliza este informe Amnistía Internacional no son un problema exclusivamente actual. En Malaui están fuertemente arraigados los mitos que rodean al albinismo y su discriminación se remonta a varios siglos atrás. El profundo desconocimiento social de los orígenes y las causas de esta afección ha contribuido a lo largo de su historia a la exclusión, la estigmatización y la negación de derechos tan fundamentales como la educación o la salud.
Un clima de impunidad
Asimismo, la manera en la que el Gobierno malaui ha gestionado este clima de rechazo y brutalidad contra la comunidad albina ha suscitado numerosas críticas. A pesar de que el presidente y altos cargos públicos se han posicionado y han condenado de forma pública las agresiones, no han conseguido frenar la persecución.
El Ejecutivo adoptó un Plan específico de Respuesta Nacional y llevó a cabo medidas para la protección de esta minoría, como el nombramiento de un asesor jurídico especial que ayude en este tipo de investigaciones.
Unas medidas que, sin embargo, la ONG considera insuficientes ya que la tragedia sigue activa: “Algunos de los autores de estos ataques han sido detenidos, acusados y declarados culpables, pero la mayoría de los crímenes sigue sin resolverse. Los cargos y las penas no suelen ser acordes a la gravedad de los delitos, por lo que existe un clima de impunidad”, advierte Amnistía, quien pide “ayuda internacional para la realización de pruebas periciales y para luchar contra la trata de seres humanos”.
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