Restringido
El peligro de la retórica
El problema de una cultura basada en el victimismo es que hay tanta víctima que tarde o temprano los opresores se acaban. Dos agentes de la Policía de Nueva York murieron el sábado a disparos de Ismaaiyl Brinsley, quien manifestó en las redes sociales su intención de matar policías en respuesta a los crímenes de Michael Brown y Eric Garner. Pero antes de que despertara su sensibilidad racial, Brinsley había abierto fuego contra su novia de 28 años en un episodio más de su historial de violencia de género, le había sustraído su móvil y robado diversos efectos personales. Tenía además antecedentes por delitos relacionados con armas de fuego, problemas mentales y habría recibido atención psiquiátrica en el pasado. Brinsley había pasado por el calabozo nueve veces en seis años.
Con la delincuencia en el municipio registrando mínimos históricos, la reacción de los funcionarios públicos en estos casos consiste en ir a por la Policía. El presidente Obama ha sido el último en unirse a las filas de autoridades que se manifiestan «apenadas y escandalizadas». Pero al tratarse de Nueva York, el clima se vuelve más volátil por la enemistad entre edil y comisario, que dispara las tensiones entre consistorio y Departamento de Policía hasta máximos históricos y pone el trasfondo político del siguiente nombre de la lista de crímenes recientes de tintes raciales acaecidos en Estados Unidos.
Desde que la Justicia absolviera a un agente blanco en el crimen de Garner, son muchos los compañeros que han acudido a los medios convencionales a declararse asediados y «acosados». La pasada semana, la Policía detuvo a tres manifestantes contra la sentencia de absolución de Eric Garner que estaban acusados de intentar lanzar a dos tenientes desde el puente de Brooklyn en marzo. Los policías son tachados de racistas, asesinos, y en general son condenados. «La militarización del Cuerpo» sería la presunta responsable de la «ola de crímenes raciales», se dice.
Mientras los manifestantes toman las calles en concentraciones mayoritariamente pacíficas, son muchos quienes dicen sentirse «acosados» por la Policía, o los que temen por la vida de sus hijos tanto por la Policía como por delincuentes. Gran parte de estas reacciones están fomentadas desde nuevas cuentas en las redes sociales, que sirven de chispa virtual a quienes buscan cambios de forma agresiva y no están dispuestos al compromiso. Nueva York es últimamente escenario de muchas reacciones en este sentido, y no sería de extrañar que este clima haya cobrado forma en el crimen del sábado que en otro momento serviría de excusa en el debate de las armas de fuego.
La clave aquí es la palabra «acoso». Se agrava la sensación entre los agentes de que son objeto de ataques sin mediar provocación ni advertencia, asesinados simplemente a causa del uniforme. Entre el resto, la muerte de Brinsley es la confirmación tangible de que algo raro pasa en los cuerpos de orden público, la policía de Nueva York en particular. En un sentido u otro, por desgracia, no me creo que nadie remotamente familiarizado con la situación en EE UU esté sorprendido por lo sucedido. La retórica política y las mentiras tienen consecuencias, y cuando se hacen declaraciones que alientan la anarquía en un discurso preestablecido, ese discurso se hace realidad.
* Corresponsal en la Casa Blanca de «USA Today» y «Spectator»
✕
Accede a tu cuenta para comentar