UE
Europa profundiza su giro a la derecha
El tradicional eje izquierda-derecha ha sido sustituido en las últimas elecciones por una polarización entre partidos europeístas y ultraderecha
Europa gira aún más a la derecha y a la extrema derecha. Las últimas elecciones celebradas en Austria (septiembre), Alemania (febrero), Portugal, Rumanía y Polonia (mayo) muestran que el tradicional eje izquierda-derecha que ha caracterizado la política europea ha mutado hacia un escenario de creciente polarización en el que se enfrentan a una especie de todo o nada los viejos partidos tradicionales (conservadores, socialdemócratas y liberales) contra la derecha populista radical en sus más variopintas versiones nacionales.
En la actual UE, se asiste a una verdadera ola azul donde el centro derecha domina once de los Gobiernos de los veintisiete Estados miembros, frente a una socialdemocracia que apenas resiste en seis bastiones (España, Malta, Chipre, Eslovenia, Eslovaquia y Dinamarca). En este último caso, en una Gran Coalición con liberales y moderados.
La última debacle electoral tuvo lugar hace una semana en el país vecino, donde los socialistas portugueses empataron en diputados por primera vez con la formación ultraderechista «Chega». La izquierda lusa en su conjunto, que concurrió a las elecciones en seis listas diferentes, apenas sumó el 30% de los votos frente a una derecha que consolidó su victoria electoral de 2024. El peor resultado desde la instauración de la democracia en 1974.
Mientras, la Gran Coalición, aquel pacto por el que los grandes partidos unen sus fuerzas en una situación de emergencia nacional o para frenar a las fuerzas extremistas se ha demostrado cada vez más débil. Así, en Alemania, donde la CDU/CSU y el SPD acaban de iniciar su quinto matrimonio de conveniencia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, deberíamos hablar más propiamente de una mini Gran Coalición. Conservadores y socialdemócratas apenas sumaron el 45% de los votos en las recientes elecciones federales del 23 de febrero, frente al 70% que rondaban en el último mandato de la excanciller Angela Merkel (2017-2021).
En la vecina Austria, donde el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) de Herbert Kickl ganó el 29 de septiembre por primera vez unas elecciones desde 1945, el ÖVP y el SPÖ tuvieron que negociar un tripartito con los liberales de NEOS para que su Gobierno pudiera disfrutar de una mayoría cómoda en el Parlamento.
En cambio, la derecha populista radical con un programa antimigración, euroescéptico y anti «establishment» consolida elección tras elección el crecimiento electoral que arrancó con el cambio de siglo. Con las contadas excepciones de Luxemburgo, Irlanda y Malta, la ultraderecha tiene una presencia creciente en los Parlamentos nacionales del resto de Estados miembros de la UE. Segunda fuerza en el Bundestag con más de diez millones de votantes (Alternativa para Alemania); ganadora de la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia hace un año (Reagrupamiento Nacional), primer partido del Parlamento desde de las elecciones de 2022 (Hermanos de Italia); inesperada triunfadora electoral en 2023 (Partido de la Libertad de Geert Wilders en Países Bajos); segunda fuerza del Parlamento de Suecia tras «sorpassar» a los conservadores en 2022 (Demócratas Suecos); segunda fuerza más votada en 2023 (Partido de los Finlandeses); hegemonía política en Hungría desde hace 15 años (el Fidesz de Viktor Orban)...
El «cordón sanitario» al que estaba sometida la extrema derecha por el resto de partidos para evitar que ganaran influencia política se vislumbra cada vez más débil. Partidos ultras encabezan los Gobiernos de Hungría, Italia, Países Bajos y son socios de coalición en Finlandia y Croacia o proporcionan un apoyo parlamentario decisivo (Suecia).
Una de las principales consecuencias del nuevo mapa político europeo es que la derecha moderada se ha visto fagocitada por la ultraderecha en Francia, Italia, Países Bajos, Austria o Suecia a pesar de endurecer su discurso en política migratoria y de asilo. Si bien en esta estrategia de emulación también se observa en la izquierda, por ejemplo en los partidos socialdemócratas de Alemania o Dinamarca.
«En general, asistimos a una popularización del electorado de derecha radical, y esta popularización se explica por el descontento expresado por un cierto número de ciudadanos de estas categorías que sienten que se les ha abandonado demasiado a su suerte», explica Pascal Delwit, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Estos votantes también consideran que «los flujos migratorios son ahora demasiado grandes» y «también contribuyen a mantener los salarios demasiado bajos», añade Pascal Delwit.
En opinión del politólogo, no se trata de un fenómeno coyuntural, sino de una corriente política que se viene observando desde principios de siglo. «Se trata de un movimiento que en realidad lleva produciéndose desde hace casi veinte años y que tiende –siempre habrá excepciones–, pero tiende al alza y tiende a acentuarse cada vez más, con partidos de derecha más radicales en el Gobierno o partidos de derecha más radicales que apoyan a determinados ejecutivos», añade Pascal Delwitbh.
Sociológicamente, el actual auge de la extrema derecha muestra una clara brecha generacional y de género. Un estudio del «Journal of European Public Policy» basado en 25.000 encuestas realizadas en los Veintisiete revela que el 21% de los hombres entre 16 y 29 años vota a partidos de extrema derecha, frente a un 14% de las mujeres. En Alemania, por ejemplo, AfD fue el partido preferido entre los nuevos votantes masculinos. En cambio, ellas se decantaron por los populistas de izquierdas («Die Linke»). La precariedad laboral, la falta de oportunidades y el rechazo a las políticas feministas explican la radicalización política de la Generación Z.
Además de en los gobiernos nacionales, El Partido Popular Europeo (PPE) también mantiene su hegemonía en las instituciones comunitarias. El PPE logró un gran avance en las elecciones europeas de junio de 2024, al obtener 188 de los 720 escaños del Parlamento Europeo. Le siguieron los socialdemócratas (S&D) y el grupo de extrema derecha Patriotas por Europa, que obtuvieron 136 y 84 escaños, respectivamente.
Tras las últimas elecciones europeas, el espectro político se ha desplazado hacia la derecha y la extrema derecha: la mayoría de los eurodiputados se sitúan ahora a la derecha del hemiciclo, dentro del PPE, el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), los Patriotas por Europa y la Europa de las Naciones Soberanas.
La Comisión Europea, que entró en funciones el pasado 1 de diciembre, también se inclina hacia la derecha, con 12 de los 27 Comisarios –incluida su presidenta, Ursula von der Leyen– pertenecen al Partido Popular Europeoh.
La actual formula de éxito de la extrema derecha europea se basa en un programa común: rechazo de la inmigración y del islam; afirmación de la identidad y la soberanía nacionales, en particular frente a la Unión Europea; y un programa autoritario y orientado a la seguridad basado en la ley y el orden.