Reino Unido
Éxito imitado en el mundo
Con gran tristeza supe ayer por la mañana que mi predecesora como miembro del Parlamento por Finchley ha muerto a los 87 años. Pese a que la baronesa Thatcher renunció como primera ministra en 1990, y se retiró de la vida pública hace algunos años, su legado y su carácter han seguido como una encumbrada figura en el debate político británico. La «enfermedad británica» era algo muchas veces discutido en los 70, junto al tema de manejar la caída de la estatura internacional de Reino Unido. Una de las marcas de su increíble éxito y fuerte carácter es la rapidez y finalidad en la que dispuso estos términos. Para el final de su Gobierno, mucha más gente fue dueña de sus propios hogares, más gente tuvo acciones en empresas y todo el mundo tenía más dinero que cuando llegó al cargo. Su decisión de privatizar las principales compañías de servicios públicos, de abrir los mercados británicos a una mayor competición y alentar a las pequeñas empresas fueron controvertidas en su tiempo, pero para los observadores contemporáneos es inimaginable que ninguno de estos cambios pueda alguna vez deshacerse.
De hecho, sus políticas fueron tan exitosas que fueron copiadas por los Gobiernos de todo el mundo. El thatcherismo, en sus diferentes formas internacionales, sigue siendo la piedra angular del discurso político en Occidente y más allá. Para ser justos, no puedo hablar de la baronesa sin reconocer el considerable papel que jugó en la liberación de millones de personas tras la cortina de hierro de la Europa del Este. La tiranía del comunismo tardó más de medio siglo en ser derrotada, pero sin la increíble colaboración del presidente Reagan, no podemos garantizar que la libertad de tantos existiera aún. Políticos tan inspiradores, tan dedicados y tan fuertes se dan rara vez, por lo que sé sin lugar a dudas, que se echará de menos a la «Dama de Hierro».
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