Jornada histórica

Hacia una Francia ingobernable a las puertas de los Juegos Olímpicos

Las encuestas sitúan a la ultraderecha de Le Pen siete puntos por encima del nuevo frente de izquierdas y otros 15 por delante de la coalición macronista, no muy lejos de la mayoría absoluta

Una extrema derecha disparada, alta participación y el fantasma de una Francia ingobernable o de una cohabitación de alto voltaje. Este sería, a grandes trazos, el panorama que podrían dejar a su paso las legislativas anticipadas que hoy celebra Francia en su primera vuelta y que los electores rematarán el domingo que viene en la segunda ronda.

Las numerosas peticiones de voto por correo y delegación de los últimos días hacen presagiar que la participación será alta, de varios puntos por encima respecto a las últimas legislativas de 2022. Algunas proyecciones ya la sitúan alrededor del 64%, trece puntos por encima de las europeas del 9 de junio.

Las últimas encuestas dibujan un escenario nítido: una Francia tripolar encabezada por la ultraderecha con un 36% de intención de voto y que saca una media de 7 puntos al nuevo frente de izquierdas y de 15 a la coalición centrista de Macron. Esto, traducido en una segunda vuelta, dejaría a las filas de Marine Le Pen con entre 260 y 290 escaños como primera fuerza política del país por 155 a 175 para la izquierda. Y a partir de ahí empiezan los cálculos endiablados. La extrema derecha podría quedar a las puertas de la mayoría absoluta (289 diputados) que abriría las puertas de Matignon –sede del primer ministro– al delfín de Le Pen, Jordan Bardella, con tan sólo 28 años.

Uno de los escenarios más probables es que ninguno de los bloques tenga mayoría y no haya entendimiento entre ellos para nombrar una figura de consenso. En ese caso, el fantasma de la ingobernabilidad podría extenderse con la crucial cita olímpica en el calendario dentro de un mes y el desafío a la seguridad que París 2024 supone. Francia podría celebrar sus Juegos Olímpicos en una situación de inestabilidad política que preocupa, aunque las autoridades galas se empeñan en subrayar estos días que la organización de unas olimpiadas es un trabajo previo pormenorizado que resiste a turbulencias políticas de este tipo.

Los medios franceses comienzan a evocar con más frecuencia la posibilidad de un gobierno tecnócrata de altos funcionarios con una figura independiente como primer ministro. La idea en este caso sería que «los partidos no entren en el gobierno y no quieran responsabilizarse de las políticas del Ejecutivo», según subraya el constitucionalista Benjamin Morel en la cadena LCI. Esto permitiría ganar tiempo bajo un compromiso de los partidos de no entrar en un bloqueo permanente comprometiéndose a no votar una moción de censura. Sería en cualquier caso un compás de espera en vistas a una nueva convocatoria de legislativas que incluso podría tener lugar en 2025.

Esta hipótesis ha comenzado a tener eco durante la última semana de campaña en varios medios de comunicación como un posible desenlace a esta secuencia política una vez que Macron ya ha dejado claro repitiendo en varias ocasiones que no piensa dimitir como presidente de la República «sea cual sea» el resultado de estas legislativas anticipadas.

El voto de este domingo deja atrás dos semanas de campaña improvisada e inédita a partes iguales que ha dejado movimientos políticos frenéticos: desde una unión improbable de las diferentes formaciones de izquierdas, obligada por las circunstancias, hasta una crisis sin precedentes en el partido conservador tras el pacto de alianza entre el líder de Los Republicanos, Eric Ciotti, y el Reagrupamiento Nacional de Le Pen. Una campaña también marcada por duras acusaciones cruzadas de antisemitismo entre bloques, especialmente entre ultraderecha y la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon a partir del caso de la violación de una niña de doce años en Courbevoie, en el extrarradio de París.

Este episodio ha marcado la agenda de estos quince días de campaña durante los cuales numerosas personalidades del mundo de la cultura y el deporte han realizado llamamientos a votar contra «los extremos» –como afirmó la estrella del fútbol Kylian Mbappé– o bien específicamente, contra la extrema derecha, como han manifestado numerosos representantes del mundo de la música y la ciencia en sendos comunicados.

Las críticas por parte de la patronal francesa a los programas económicos del Reagrupamiento Nacional y, especialmente, del Nuevo Frente Popular, que propone, entre otras medidas, aumentar el salario mínimo a 1.600 euros netos mensuales, también han tenido un eco importante en esta campaña.

Macron ha llegado a ir mucho más allá considerando que los programas de los «extremos» llevan a Francia a una «guerra civil». Las posiciones del presidente han sido especialmente denunciadas por voces de izquierda, que deploran el ejercicio de equidistancia que el mandatario hace entre ellos y la extrema derecha. Con todo este escenario como telón de fondo, el riesgo de cohabitación entre dos sensibilidades muy distintas podría estar más cerca que nunca. Si el RN logra su objetivo de elegir primer ministro tras el 7 de julio, no sólo será difícil para la cohabitación con un Macron abiertamente europeísta. También la relación con Bruselas promete ser complicada ya que, entre las medidas urgentes que Bardella promete hay varias que necesitan luz verde en Bruselas, como su promesa de reducir en 2.000 millones la aportación francesa al presupuesto de la UE o una especie de excepción ibérica de energía también para Francia, además de la fuerte bajada del IVA en energías.

La última cohabitación de la V República se produjo en 1997 entre el presidente conservador Jacques Chirac y el primer ministro socialista Lionel Jospin. Los franceses no guardan mal recuerdo de aquello, pero en este caso la cohabitación tendría un voltaje de discrepancias mucho mayor en asuntos clave para el futuro de Francia y de Europa.