Las correcciones
Ni Mbappé puede salvar a Macron de su harakiri
El presidente francés quería una clarificación del paisaje político pero lo que ha conseguido es resucitar un Nuevo Frente Popular de izquierdas
Kylian Mbappé podría ser un personaje de los Bridgerton. Guapo, simpático, atlético y con una carrera de éxito. Un yerno ideal para aquellos padres que ponen sus aspiraciones en los matrimonios de sus hijos. Pero Mbappé ha demostrado ser algo más que un jugador de fútbol o una estrella mundial del deporte de alto nivel. El futbolista de 24 años, criado en la banlieue, no ha vacilado nunca a la hora de dar su opinión sobre los temas sensibles que afectan a su país, Francia.
El futurible número 10 del Real Madrid se dirigió durante una rueda de prensa de la Eurocopa a todos los franceses, pero en especial a los más jóvenes, a los que animó a participar en las elecciones legislativas del próximo 30 de junio. Con un discurso bien articulado, Mbappé advirtió de que Francia está atravesando una situación inédita con los extremismos “a las puertas del Gobierno” por eso urgió a los votantes a rechazar “las ideas divisivas”. Esta libertad de tono ha provocado más de un arqueamiento de ceja, sus opiniones pueden sorprender o molestar, pero no dejan indiferente a nadie. Hay quienes han sacado a relucir la estrecha relación del futbolista con Emmanuel Macron (dicen que él fue quien disuadió al jugador de que fichase por el Real Madrid en 2022) para acusarle de ser una marioneta del presidente francés. Pero eso sería reducir la figura de Mbappé, que se mueve más allá del terreno de fútbol. “Me duele Francia”, tuiteó tras la muerte de Nahel, un adolescente de 17 años de origen magrebí por disparos de la Policía en Nanterre en 2023. El excapitán del PSG rompe con el molde habitual de los futbolistas, y está a años luz de su predecesor Zinédine Zidane, que en sus mejores tiempos como jugador guardaba silencio sobre cualquier asunto ajeno al campo de fútbol. Mbappé, sin embargo, quiere aprovechar su situación privilegiada para marcar la diferencia.
Pero ni Mbappé puede salvar a Macron de su harakiri. El presidente apostó por la disolución de la Asamblea Nacional porque pensó que el movimiento conduciría a una clarificación del paisaje político francés. Casi dos semanas después de su anuncio, el partido de Le Pen sigue liderando los sondeos. La República en Marcha quedaría fuera de la segunda vuelta engullida por los extremos. Un desastre para el campo presidencial que aspiraba a lograr una mayoría parlamentaria como la de 2017. No sólo no parece que lo vaya a conseguir sino que ha logrado resucitar el Nuevo Frente Popular en el que el radical Jean Luc Mélenchon sigue llevando la voz cantante. En una segunda vuelta entre Reagrupación Nacional y el Nuevo Frente Popular no debería sorprendernos que los franceses apuesten por los primeros. Empresarios franceses han empezado a cortejar a Marine Le Pen ante el temor de la llegada de la extrema izquierda según publicaba esta semana el FT.
Atrás han quedado los tiempos en los que Emmanuel Macron, bautizado como Júpiter, gozaba de uno de los índices de popularidad más elevados de Europa. En Bruselas no terminan de entender la jugada que tachan de irresponsable. Francia no debería ser un laboratorio del extremismo. Menos cuando se asoma una segunda presidencia de Donald Trump y Vladimir Putin sigue poniendo sus garras sobre Ucrania.
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