Estados Unidos
¿Hacia el tsunami económico?
A pesar de que la consideración que los inversores están dando al cierre de la Administración en EE UU, como algo temporal sin impacto directo en los mercados financieros y en la economía, lo cierto es que cuando se trata de política todo es posible, incluso lo peor, y no hay en el momento actual elementos que nos permitan adelantar cómo se van a desarrollar los acontecimientos si se rebasa el techo de deuda sin acuerdo entre demócratas y republicanos. La última vez que presenciamos una batalla tan enfrentada como la actual fue en el verano de 2011, que concluyó con la retirada sin precedentes de la máxima calificación de triple A por Standard & Poor's a Estados Unidos. Con el riesgo de suspensión de pagos podemos comenzar a hablar de impacto directo visible sobre la economía norteamericana y sobre los mercados financieros.
–Impacto global hasta ahora de la suspensión de la Administración. A partir de los datos de lo ocurrido en 1996 bajo la Administración Clinton, puede estimarse un coste atribuido únicamente al cierre de la Administración próximo a los 50 millones de dólares diarios. Adicionalmente y entre otros efectos, han quedado suspendidas investigaciones médicas con fondos públicos y determinados procedimientos judiciales, han cerrado los museos y parques nacionales y se ha limitado sustancialmente la contratación pública.
–Impacto en las empresas. La pérdida global de visitantes y turistas (9 millones en 1996) ha afectado a las aerolíneas y a la industria del turismo. También se ven perjudicados los contratistas públicos, que deben hacer frente a retrasos en los pagos y firma de contratos, situación que afecta especialmente a las empresas de menor tamaño y sin capacidad de crédito.
–Indicadores de confianza. Adicionalmente existe un efecto indirecto sobre la economía que se dejará sentir en los indicadores de confianza de los consumidores y las empresas de aquí a final de año como consecuencia del flujo de noticias negativas y miedo que se está transmitiendo. Las empresas o sectores altamente dependientes de la financiación federal pueden soportar un tiempo razonable de retraso en los pagos, pero a medida que se alarguen los plazos empezarán a sufrir.
Pero si el cierre de la Administración no ha sido la calamidad que se vaticinaba, el escenario de impago de la deuda y suspensión de pagos a partir de mañana dibuja una situación absolutamente diferente. Alcanzar esta fecha sin acuerdo no evitará que Estados Unidos siga siendo destino de inversión –escasean las alternativas–, pero sí puede hacer que sus principales acreedores se replanteen sus carteras en dólares y bonos del Tesoro a largo plazo, lo que tendría su reflejo en varios frentes:
–Bonos del Tesoro. La situación iniciada conduce a un aumento en los rendimientos de los bonos del Gobierno, que no será inicialmente un salto grande, pero suficiente para provocar cambios en la rentabilidad de las carteras de inversión y encarecer sustancialmente el coste de financiación del Tesoro norteamericano.
–Mercado inmobiliario. La recuperación inmobiliaria y del mercado hipotecario en EE UU podría frenarse en seco, desplomando las compras ante el encarecimiento de las hipotecas. Esto a su vez es causa de disminución del efecto riqueza, lo que disuade a su vez el consumo, componente fundamental de la economía norteamericana.
–Ciclo económico. La recuperación de Estados Unidos es frágil y podría recaer en una situación de crisis, frenando a su vez la creación de empleo. Posiblemente la Reserva Federal apoyaría prolongando las políticas monetarias actuales. El efecto podría a su vez afectar a Europa y causar una vuelta a la recesión, dando al traste con la recuperación esperada para 2014.
*Responsable de Análisis de Asinver
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