Funeral del Papa
La icónica foto de Trump y Zelenski: la ceremonia del perdón... con una silla de menos
Dos meses después de la encerrona de la Casa Blanca, Trump y Zelenski protagonizan una imagen que alienta la esperanza de un deshielo. Pero el milagro de Francisco no está completo
Hay que ser un buen observador para darse cuenta de que la foto de la que todo el mundo habla no tiene dos protagonistas sino tres. Al fondo, arriba a la izquierda, un religioso da la espalda a la cámara mientras coloca una silla junto a la pared en un rincón perdido de la inmensidad de la basílica del Vaticano.
El momento en el que está capturada la imagen vale para interpretar dos cosas que, en sí mismas, son contradictorias y que sirven de metáfora perfecta para lo que ayer ocurrió en la Santa Sede. El discreto sacerdote bien podría estar apartando la silla de la escena principal, la que capta toda la atención, y que tiene frente a frente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y al de Ucrania, Volodímir Zelenski. En ella no está -ni se le espera- el mandatario ruso, Vladimir Putin.
O bien podría haber sido todo lo contrario. Podría estar cogiendo la silla para acercarla a los dos líderes -el ucraniano, el estadounidense- y sentar en ella al gran ausente del cónclave geopolítico de Roma. Reunir a los tres en el templo de San Pedro habría sido, sin duda, el primer milagro del pontífice fallecido.
Otra cosa sería adivinar en qué lado de la imagen se situaría el presidente ruso, aunque los acontecimientos de los últimos meses otorgan pocas dudas de que Putin quizás no se situaría frente a Trump para implorar el perdón de sus pecados, sino más bien a su izquierda (y la del espectador) para imponer juntos a Zelenski la peor de las penitencias posibles.
La imagen del líder ucraniano y del presidente estadounidense ha sido la más comentada del funeral del Papa Francisco, y parece sacada de la mejor campaña de marketing político. Pero el rito de la reconciliación no está consumado. El milagro de Francisco no está completo.
Como el inquilino del Kremlin ya había anunciado que no acudiría a Roma a despedir al Papa, la atención de la otra crónica del funeral se había concentrado en saber cómo, cuándo, dónde y por cuánto tiempo se reunirían Trump y Zelenski, toda vez que el presidente de Estados Unidos ya había deslizado su voluntad de mantener este encuentro. La duda se despejó pronto, ya que Washington y Kiev eligieron celebrar el encuentro, con una cámara delante, antes de que comenzara la ceremonia fúnebre.
El primero en difundir la fotografía (hecha con un móvil) fue el jefe de gabinete de Zelenski. En la imagen se podía ver a los dos líderes sentados frente a frente con muy poca distancia entre ellos y, en ambos casos, con los cuerpos ligeramente inclinados hacia adelante. El lenguaje corporal invita a interpretar que los dos tienen una buena disposición para hablar y sus rostros (más serio el estadounidense, más relajado el ucraniano) parecen ratificar esta primera impresión. Nada que ver, desde luego, con la tensa reunión en la Casa Blanca del pasado 28 de febrero, en la que un agresivo presidente de Estados Unidos (y su lugarteniente JD Vance) acorralaron al líder ucraniano.
La reunión de ayer duró apenas 15 minutos, según ratificaron ambas partes, un tiempo demasiado breve como para pensar en grandes acuerdos. Pero al menos sirvió para cerrar (ya se verá si en falso o no) la encerrona vivida en el encuentro de Washington.
En su primera valoración, Zelenski hizo gala de optimismo: «Ha sido una buena reunión. Hemos hablado mucho cara a cara y esperamos resultados en todo lo que hemos tratado». El presidente ucraniano aprovechó para recordar las líneas rojas del plan de paz ucraniano -«proteger las vidas de nuestra gente. Un alto el fuego completo e incondicional. Una paz sólida y duradera que evite otra guerra»- pero dejó entrever que aún queda mucho camino por recorrer. «Ha sido una reunión muy simbólica que tiene potencial de resultar histórica si se consiguen resultados conjuntos», aseguró.
También la Casa Blanca valoró positivamente el encuentro, y manifestó a través de un portavoz su confianza en que fuera el principio de una nueva fase en el tambaleante proceso de paz que conduzca primero a una tregua firme y más tarde a una resolución del conflicto. El director de comunicaciones de la Casa Blanca, Steven Cheung, aseguró que había sido «una conversación muy productiva».
En un primer momento, ambas delegaciones dejaron entrever que este encuentro inicial iba a ser solo el aperitivo de una reunión algo más detallada que debía celebrarse al término del funeral, y que serviría para calibrar cuánto tenía de fachada este primer acercamiento. Pero, en una prueba más del errático comportamiento del inquilino de la Casa Blanca, poco después se anunció que Trump se había montado ya en su avión oficial camino de su residencia de Florida, arruinando las esperanzas de poder cerrar algún tipo de acuerdo inminente.
Sin embargo, el presidente estadounidense aprovechó el viaje de regreso para lanzar una advertencia a Putin que bien podría relacionarse con lo hablado con Zelenski en la basílica vaticana. Trump amenazó con nuevas sanciones al mandatario ruso ante la evidencia de que «demasiada gente está muriendo». «No quiere parar la guerra», aseguró Trump, en línea con lo manifestado tan solo un día antes.
«Putin no tenía ninguna razón para disparar misiles contra zonas civiles, ciudades y pueblos en los últimos días. Me hace pensar que tal vez él no quiere parar la guerra y tiene que ser tratado de manera diferente», expresó el mandatario de Estados Unidos, que volvió a recurrir a las frases grandilocuentes para dejar clara su postura. Si dos días antes había echado mano de las letras capitulares para enfatizar en su red social Truth Social su protesta («Vladimir, PARA»), esta vez proclamó que «¡¡¡Demasiada gente está muriendo!!!”».
De los movimientos que emprendan ahora las tres partes en los próximos días podrá inferirse si la reunión Zelenski-Trump de ayer en la Santa Sede fue solo un eficaz producto de marketing o el principio de una nueva era. Servirá para saber si el presidente ucraniano es capaz de reconducir el drama iniciado hace dos meses en la Casa Blanca o el milagro que muchos han querido ver en la escena vivida en el Vaticano ha sido solo un espejismo.