Asia
India y Pakistán airean de nuevo su enemistad tras el atentado de Cachemira
Islamabad pone en alerta a sus fuerzas tras la contundente respuesta de Modi al atentado, que promete ser implacable en su persecución a los autores del ataque
En respuesta al atroz atentado en el valle de Pahalgam que dejó 26 turistas muertos, el primer ministro de India, Narendra Modi, lanzó este jueves una advertencia severa a Pakistán. Con una furia palpable, Modi proclamó que India desatará toda su fuerza para identificar, rastrear y castigar a cada terrorista y a sus cómplices. No habrá refugio para quienes amenacen la seguridad nacional.
La venganza será rápida y devastadora. La hora de la rendición de cuentas ha llegado, y aquellos que jueguen con fuego pagarán un alto precio. Reiterando la unidad y la firmeza de la nación, Modi afirmó que la plaga del terrorismo nunca quebrará el espíritu indomable de los indios. La justicia será perseguida con tenacidad implacable. Agradeció a los líderes mundiales y naciones que se han alineado en esta lucha, formando un frente unido contra el terror en defensa de la humanidad y la paz.
Estas declaraciones reflejan la indignación del líder del ultraderechista Partido Popular Indio (BJP por sus siglas en Hindi) e intensifican la ya volátil relación con Pakistán, señalado repetidamente como un santuario para militantes. Con cada palabra, el jefe de Estado reafirmó con ferocidad que su paciencia ha llegado a su fin. No obstante, la retórica bélica y la promesa de represalias han despertado temores de una inminente escalada militar en medio de un conflicto entre los dos estados nucleares que ha perdurado durante décadas.
Islamabad ha negado reiteradamente cualquier implicación, alegando que únicamente brinda apoyo político y diplomático a la causa independentista cachemir. Pero Modi duda de su palabra. Ha cerrado puntos de paso con Pakistán y exigirá un visado especial a sus vecinos para entrar en India.
El gobierno de Pakistán ha puesto a sus fuerzas armadas en alerta máxima, preparándose para enfrentar cualquier represalia mayor por parte de India. En este contexto, la Armada paquistaní inició el jueves ejercicios navales con fuego real en el océano Índico, cerca del puerto de Gwadar. Un comunicado oficial señaló que se llevarán a cabo disparos de superficie y submarinos, lo que demuestra su determinación de mostrar su músculo militar ante la escalada de la crisis. Además, parece que han programado un ensayo de un misil tierra-tierra en su Zona Económica Exclusiva, frente a la costa de Karachi, entre el 24 y el 25 de abril, según reportó la agencia Ani citando fuentes de Defensa.
En medio de la conmoción, se ha desatado una cacería masiva para localizar a los cinco o seis terroristas que, armados con AK-47, atacaron a los turistas desprevenidos en la pradera de Baisaran. La policía de Jammu y Cachemira ha ofrecido una recompensa sustancial por información que conduzca a su captura. Apenas un día después del ataque, las fuerzas indias frustraron un intento de infiltración de dos militantes en Baramulla, quienes fueron abatidos en un tiroteo. El responsable de la operación, informó que se recuperaron armas y municiones de los terroristas. Sin embargo, la violencia no cesa: un soldado del 6º Regimiento de Paracaidistas, Jhantu Ali Shaikh, resultó gravemente herido durante un enfrentamiento con terroristas en Udhampur y más tarde falleció a causa de sus heridas.
El ataque armado en Pahalgam dejó más de dos docenas de muertos —25 de nacionalidad india y una nepalí— y 17 heridos, marcando un hito trágico en la historia reciente de la región del Himalaya.
Este asalto, atribuido a grupos militantes, se ha convertido en el más mortífero desde 2019 en un área reclamada en su totalidad, pero gobernada en parte por India y Pakistán. La masacre ha sido reivindicada por el Frente de Resistencia, un grupo militante que actúa como representante de Lashkar-e-Taiba, con sede en Pakistán. Este movimiento ha intensificado su actividad en el valle de Cachemira en los últimos cinco años, protagonizando emboscadas sistemáticas contra las fuerzas armadas indias. Con el objetivo de deslegitimar lo que consideran fuerzas de «ocupación», han documentado sus ataques a través de cámaras corporales, difundiendo los vídeos en redes sociales como parte de una estrategia de propaganda que busca glorificar la violencia.
Cachemira, un territorio históricamente marcado por el conflicto, ha visto un resurgimiento de la actividad militar, donde Lashkar-e-Taiba desempeña un papel preponderante. Este grupo, que persigue la reunificación de la región, es tristemente célebre por los atentados de 2008 en Bombay, que resultaron en la muerte de 175 personas. Sus vínculos con Al Qaeda han llevado a que India, Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea lo cataloguen como organización terrorista, vetando sus actividades.
Este violento episodio no solo constituye un ataque devastador contra civiles, sino que también refleja un clima de inseguridad en creciente escalada en un territorio marcado por más de tres décadas de rebelión. La magnitud de esta atrocidad ha dejado una huella indeleble, ya que se trata del ataque más sangriento contra turistas en la región desde el inicio de la insurgencia en 1989.
Por ello, India anunció el miércoles que deja en suspenso el Tratado de las Aguas del Indo, cierra un paso fronterizo con Pakistán, anula la exención de visados regionales para los ciudadanos pakistaníes y rebaja las relaciones diplomáticas. Analistas advirtieron de que Nueva Delhi podría incluso emprender acciones militares. Tras un asalto en 2019 a un convoy paramilitar en Jammu y Cachemira en el que perdieron la vida 40 personas, aviones de guerra indios llevaron a cabo bombardeos al otro lado de la frontera.
Para Islamabad, la principal preocupación es la suspensión del Tratado de las Aguas del Indo. Su mensaje ha sido rotundo: cualquier intento de alterar o desviar el flujo de agua asignada será considerado “un acto de guerra”. El acuerdo de reparto de recursos hídricos entre ambos fue negociado por el Banco Mundial y firmado en 1960. Según el convenio, Pakistán recibe aproximadamente el 80% de las aguas del sistema fluvial del Indo, es decir, los ríos Indo, Jhelum y Chenab.
En represalia, las autoridades paquistaníes han suspendido el Acuerdo de Simla de 1972 que mantiene la inviolabilidad de una línea de alto el fuego delimitada por la ONU —denominada de Control—, han cerrado el espacio aéreo a las líneas aéreas indias y pedido a todos los ciudadanos indios, excepto a los peregrinos sijs, que abandonen el país en un plazo de 48 horas. La frontera de Wagah está confinada y todo el comercio con India suspendido.
Este violento episodio no solo constituye un ataque devastador contra civiles, sino que también refleja un clima de inseguridad en creciente escalada en un territorio marcado por más de tres décadas de rebelión. La magnitud de esta atrocidad ha dejado una huella indeleble, ya que se trata del ataque más sangriento contra turistas en la región desde el inicio de la insurgencia en 1989.
Por ello, India anunció el miércoles que deja en suspenso el Tratado de las Aguas del Indo, cierra un paso fronterizo con Pakistán, anula la exención de visados regionales para los ciudadanos pakistaníes y rebaja las relaciones diplomáticas. Analistas advirtieron de que Nueva Delhi podría incluso emprender acciones militares. Tras un asalto en 2019 a un convoy paramilitar en Jammu y Cachemira en el que perdieron la vida 40 personas, aviones de guerra indios llevaron a cabo bombardeos al otro lado de la frontera.
Para Islamabad, la principal preocupación es la suspensión del Tratado de las Aguas del Indo. Su mensaje ha sido rotundo: cualquier intento de alterar o desviar el flujo de agua asignada será considerado "un acto de guerra". El acuerdo de reparto de recursos hídricos entre ambos fue negociado por el Banco Mundial y firmado en 1960. Según el convenio, Pakistán recibe aproximadamente el 80% de las aguas del sistema fluvial del Indo, es decir, los ríos Indo, Jhelum y Chenab.
En represalia, las autoridades paquistaníes han suspendido el Acuerdo de Simla de 1972 que mantiene la inviolabilidad de una línea de alto el fuego delimitada por la ONU —denominada de Control—, han cerrado el espacio aéreo a las líneas aéreas indias y pedido a todos los ciudadanos indios, excepto a los peregrinos sijs, que abandonen el país en un plazo de 48 horas. La frontera de Wagah está confinada y todo el comercio con India suspendido.