Reino Unido
Irlanda sacrifica a su «vice» para evitar ir a las urnas
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, consiguió ayer poner fin a la preocupante crisis política que se vivía en la República, al aceptar la dimisión de la viceprimera ministra, Frances Fitzgerald, cuya interferencia en un escándalo de corrupción policial no sólo había puesto en jaque al Ejecutivo, sino que amenazaba además con poner en peligro las cruciales negociaciones del Brexit. Fitzgerald presentó su renuncia tan sólo horas antes de que la Cámara Baja (Dail) se dispusiera a votar la moción de censura que había presentado contra ella el principal partido de la oposición, el Fianna Fail. De haber sido aprobada –como todo apuntaba–, el «Taoiseach» habría tenido que disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas para diciembre.
Esto habría tenido consecuencias nefastas para la UE, ya que el mes que viene es cuando Bruselas celebra una importante cumbre para el Brexit en la que Varadkar jugará un papel clave. El mandatario irlandés deberá comunicar a sus colegas si cree que se han logrado suficientes avances respecto a la futura frontera que existirá entre Irlanda y el Ulster una vez Reino Unido abandone el bloque. La frontera –la única terrestre que existirá entre Reino Unido y la UE tras el divorcio– es una de las tres cuestiones que Bruselas quiere resolver antes de decidir si las negociaciones pueden pasar a una segunda fase para hablar del futuro acuerdo comercial. Las otras dos cuestiones son la factura que Londres deberá pagar y los derechos tanto de los comunitarios que viven en suelo británico como los británicos que residen en la UE.
Desde 2016, el Fine Gael, partido que desde junio lidera Varadkar, gobierna en minoría con un grupo de diputados independientes gracias a que el Fianna Fail se comprometió a no presentar mociones de censura y a apoyarlo en tres presupuestos generales y en votaciones clave para el interés nacional. Sin embargo, aquel acuerdo, denominado de «facilitación y confianza», estaba a punto de romperse por la negativa a renunciar de Fitzgerald, quien ocupó la cartera de Justicia e Interior entre 2014 y 2016.
Corrupción policial
La presión sobre la ya ex viceprimera ministra se había hecho insostenible en los últimos días, tras salir a la luz nuevas evidencias que demostraban su interferencia en el caso judicial que enfrentó a la ex jefa de Policía Noriin OSulliva y el «informante» que destapó los casos de corrupción y conducta abusiva en la Policía, Maurice McCabe. Se trata de un escándalo que lleva más de un año empantanando la política irlandesa y que fue también parcialmente responsable de la dimisión de Enda Kenny como primer ministro.
Además de la moción del Fianna Fail, el Sinn Fein, tercera fuerza política, había presentado otra para forzar la salida de la viceprimera ministra. Aunque su dimisión evita la convocatoria de elecciones, la figura del Varadkar, de 38 años, que en junio se convirtió en el «Taoiseach» más joven de la reciente historia –y también en el primer homosexual– ha quedado muy debilitada. Hasta el último momento defendió a Fitzgerald y la gestión de la crisis ha dejado muy tocada su relación con el Fianna Fail. Por lo tanto, los dos otros partidos de la oposición, Sinn Fein y los laboristas, no descartan comicios en 2018.
En cualquier caso, la prioridad ahora es salvar la cumbre europea de diciembre. En este sentido, Dublín asegura que la UE bloqueará el comienzo de las conversaciones comerciales si Londres no precisa cómo piensa mantener la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte libre de puestos de aduana y otras barreras físicas. Por si no fuera ya de por sí una cuestión compleja, el escenario también coincide con la crisis de Irlanda del Norte, donde no existe Gobierno desde enero ante la incapacidad de los católicos del Sinn Fein y los protestantes del DUP de acordar una coalición. Arlene Foster, líder del DUP, acusa al Gobierno irlandés de «secuestrar» las negociaciones de Bruselas con sus amenazas y de aprovechar el Brexit para impulsar la unificación. «Hemos escuchado al ministro de Exteriores hablando sobre su aspiración de una Irlanda unida», declaró Foster.
LONDRES Y LA UE LLEGAN A UN ACUERDO CON LA FACTURA DEL DIVORCIO
Tras meses de conversaciones frustradas, parece que las negociaciones del Brexit alcanzaron ayer un punto clave después de que los negociadores de Londres y Bruselas llegaran a un acuerdo de principios sobre la factura que debe abonar el Reino Unido al salir de la UE. Éste era uno de los puntos que generaba más fricción entre ambas partes. Pero según reveló anoche la prensa británica, la premier Theresa May habría aceptado abonar entre 40.000 y 49.000 millones de libras (de 45.000 millones a 55.000 millones de euros) al bloque comunitario. La cifra final no obstante quedará abierta de forma deliberada a la interpretación y dependerá de la metodología que se utilice para calcularla.
Según el diario "Financial Times", el Reino Unido está dispuesto a aceptar la responsabilidad del pago de obligaciones por valor de 100.000 millones de euros a la UE, si bien los pagos netos de esa deuda, repartidos en diversas décadas, podrían suponer en realidad menos de la mitad de esa cantidad.
Con esta decisión, May espera que Bruselas dé luz verde en la cumbre del 14 y 15 de diciembre próximos a la segunda fase del diálogo sobre el Brexit, en la que se abordará la futura relación comercial entre ambos lados del Canal de la Mancha.
Los Veintisiete no obstante mantienen que no se dará ese paso hasta que haya "avances suficientes"en las tres cuestiones clave del divorcio, es decir, no sólo la factura, sino también los derechos de los ciudadanos y el estatus de la frontera entre la República de Irlanda y la región británica de Irlanda del Norte.
En este sentido, un portavoz del ministerio británico para la salida de la UE afirmó ayer que "el diálogo intensivo entre el Reino Unido y la Comisión Europea continúa teniendo lugar en Bruselas esta semana"y esperan "llegar a un acuerdo".
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