Japón
Japón cierra en falso las heridas de la Guerra Mundial
El discurso conciliador del emperador Akihito no apacigua a Pekín y Seúl, que critican las provocaciones del Gobierno nipón
Japón conmemoró ayer 70 años del fin de la II Guerra Mundial en una jornada en la que el emperador Akihito mostró su remordimiento por las agresiones pasadas, mientras los países que las padecieron echaron en falta una disculpa consistente por parte del Gobierno nipón. En el memorial celebrado en Tokio, el emperador japonés destacó su «profunda tristeza» por las «innumerables víctimas» y su desazón por el giro militarista que dio el país cuando su padre, Hirohito, ocupaba el trono del crisantemo. «Al reflexionar sobre nuestro pasado, deseo que nunca vuelva a repetirse la tragedia causada por el conflicto, y con esto doy mi pésame junto con todo el pueblo japonés por todas las víctimas de la contienda», dijo.
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, también subrayó durante la ceremonia el «compromiso de no repetir la historia para que las generaciones venideras puedan mirar al futuro». Aun así, la atención estaba ayer puesta en el discurso que Abe pronunció en la víspera y en el que reflejó la postura oficial de su Gobierno con motivo de la efeméride. Aunque en su intervención del viernes lamentó el dolor causado y mantuvo las declaraciones de anteriores Gobiernos, que en su momento pidieron perdón por las acciones del Japón imperial, Abe evitó emitir un mensaje contundente y directo de disculpa.
Dado el historial político de Abe, cuya familia pertenecía a la cúpula del Gobierno militarista, China y Corea del Sur, dos de los países que padecieron en mayor medida la brutal colonización japonesa, llevaban tiempo instando a Tokio a que, con motivo del aniversario, pidiera perdón sin ambages. El discurso de Abe tuvo ayer también su réplica en las de la presidenta surcoreana, Park GeunHye. Park habló con motivo del 70 aniversario de la independencia surcoreana, fruto de la rendición declarada por Japón el 15 de agosto de 1945 que acabó a su vez con 35 años de dominio colonial. En su comparecencia, dijo que las palabras de Abe dejan «mucho que desear» y le instó a «demostrar con acciones coherentes y sinceras la promesa de heredar el reconocimiento que han hecho anteriores gabinetes» nipones con respecto a las agresiones de la época. También sacó a relucir el tema de las «mujeres de confort», eufemismo utilizado para las cientos de miles de asiáticas, en su mayoría coreanas, reclutadas a la fuerza por el Ejército imperial para que sirvieran de esclavas sexuales a las tropas durante la II Guerra Mundial. La presidenta apremió nuevamente a Tokio para que resuelva la cuestión mediante compensaciones económicas para las escasas supervivientes (son sólo 47 y su edad media es de 90 años).
Japón defiende que las compensaciones quedaron resueltas cuando se retomaron relaciones en 1965 y el entonces presidente, Park Chung Hee, aceptó fijarlas en 360 millones de dólares. No parece que vaya a ser precisamente Abe, que meditó este año revisar una disculpa oficial de 1993 por el caso de las esclavas sexuales, el que vaya a dar un paso para acercar posturas. Por otro lado, el que tres ministras de su Gobierno visitaran ayer en Tokio el polémico santuario de Yasukuni, ligado al pasado militarista del país, contribuye aún más a mantener abiertas las heridas en la región. «Las ministras han visitado un santuario que honra a criminales de guerra convictos y maquilla la invasión en el aniversario del día que Japón anunció su rendición incondicional. Representa de nuevo la errónea actitud de la parte japonesa», se quejó Pekín. Shinzo Abe reavivó más la polémica al realizar una nueva ofrenda junto a dos miembros de su Ejecutivo al santuario, aunque se ha abstenido de visitarlo él mismo, según informó la agencia Kiodo. Efe
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