Corrupción política
Kuczynski, contra las cuerdas
El mandatario, en minoría en el Congreso y con un país incendiado por su indulto a Fujimori, declara hoy ante la Justicia después de que fuera acusado por el empresario brasileño Marcelo Odebrecht de recibir cuatro millones de euros en sobornos.
El mandatario, en minoría en el Congreso y con un país incendiado por su indulto a Fujimori, declara hoy ante la Justicia después de que fuera acusado por el empresario brasileño Marcelo Odebrecht de recibir cuatro millones de euros en sobornos.
La presidencia de Pedro Pablo Kuczynski se desmorona en un final de año frenético que mantiene en vilo a todo Perú. El último capítulo del caso se vivirá este jueves en la sede de la Fiscalía que juzga el «caso Odebrecht», donde el presidente coincidirá con Keiko, su principal rival política, líder del fujimorismo e hija del ex presidente indultado. Ambos fueron señalados en la declaración realizada por el empresario brasileño Marcelo Odebrecht el pasado mes de noviembre como partícipes a título lucrativo de sus sobornos. Un caso que está sacando a relucir la corrupción a gran escala en todo el continente americano y que, en estas fechas, se ceba especialmente con Perú.
Kuzcynski deberá responder ante los investigadores sobre las acusaciones que lo sitúan como beneficiario de pagos de hasta 4,8 millones de dólares (cuatro millones de euros) por parte de la constructora brasileña. Movimientos que se registraron entre los años 2004 y 2013 y que fueron a parar a dos firmas vinculadas con el ex banquero. De ese total, 782.000 dólares fueron a Westfield Capital, firma de Kuczynski cuando era ministro de Economía y presidente del Consejo de Ministros del gobierno de Alejandro Toledo (2001 y 2006). El resto fue para First Capital, empresa que pertenece a su ex socio y con la que el mandatario niega tener relación directa.
De este escándalo promete salir malparada también Keiko Fujimori después de que se descubrieran unas anotaciones en el móvil de Marcelo Odebrecht que la incriminan. «Aumentar Keiko para 500», fue lo que escribió el brasileño durante la campaña electoral peruana de 2011 en lo que se presume un supuesto apoyo económico a la entonces candidata presidencial. De ser demostrada esta financiación ilegal, Keiko se enfrentaría a una posible pena por lavado de dinero.
Todo el material incriminatorio llegó el miércoles a Lima y se espera que, a partir del próximo martes, se realice la transcripción y traducción para su posterior difusión pública. Quizá entonces se tengan más datos para valorar la culpabilidad de los acusados, que por el momento sólo deberán declarar sobre lo que ya se conoce, algo que el propio Kuczynski ya tuvo ocasión de explicar ante el Congreso para frenar su «impeachment» el pasado viernes. Él fue el encargado de abrir la sesión con un discurso de una hora en el que, entre otras cosas, pidió «el levantamiento de mi secreto bancario para que revisen lo que quieran».
No obstante desde entonces se han producido nuevas revelaciones en torno al caso. El legislador opositor Mauricio Mulder señaló que el presidente tiene más empresas vinculadas con el escándalo de Lava Jato. «Van a salir más documentos, son un montón de cosas. Su vinculación no es sólo con Odebrecht. Casi no hay área donde no hayan estado las empresas que maneja el holding de Kuczynski», aseguró Mulder durante su intervención en el pleno del Congreso.
Aquel día pudo salvar su puesto gracias a que sus rivales no lograron alcanzar la cifra de 87 votos a favor, se quedaron a ocho. La clave de este fallo a favor del presidente se gestó desde la bancada de sus rivales de Fuerza Popular, donde se produjeron diez abstenciones lideradas por Kenji Fujimori. El segundo hijo del ex presidente comparte partido con su hermana Keiko, pero su enemistad es tal que ahora lidera un grupo de insurrectos que no siempre vota lo que dicta el partido. Entonces pocos entendieron la jugada de una formación que había logrado tumbar, en año y medio, a cinco ministros y que tenía en su mano destituir al presidente rival.
Las explicaciones llegaron apenas dos días después, poco antes de la cena de Nochebuena. Kuczynski incumplía una de sus promesas electorales y le concedería a Alberto Fujimori un «indulto humanitario». La noticia se extendió como la pólvora provocando un incendio más grande que el que trataba de aplacar. Fujimori padre, quien cumplía una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad cometidos durante su gobierno (1990-2000), pasa por ser uno de los hombres más odiados y amados del país. Su mandato dejó unas heridas que hoy todavía no han terminado de cicatrizar. Y sus declaraciones desde la cama del hospital dejan entrever un futuro inquietante: «No puedo dejar de expresar mi profunda gratitud por el paso complejo que ha tomado el presidente, que me compromete a su vez en esta nueva etapa que se abre en mi vida para apoyar decididamente su llamado a la reconciliación».
Sorprende su recuperación. Tras el indulto dejó la Unidad de cuidados intensivos y ayer su médico, Alejandro Aguinaga, lo mantiene en tratamiento por un problema de fibrilación auricular. No obstante se dio un plazo de 48 horas para saber cuándo podrá ser dado de alta. ¿Está preparando Fujimori su regreso a la política? Ésa es la pregunta que atormenta a muchos peruanos que, dejando a un lado las fiestas navideñas, han protagonizado duras protestas en ocho grandes ciudades –protestas diarias frente a las protagonizadas por sus partidarios– y que hoy han convocado una gran marcha en Lima.
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