Estados Unidos
La dimisión de Boehner divide a los republicanos en ciclo electoral
La salida del portavoz conservador en la Cámara de Representantes acerca otro cierre de la Administración en otoño
Se levantó temprano, hizo sus oraciones diarias y pensó: «Éste es el día». John Boehner, el portavoz de los republicanos en la Cámara de Representantes de EE UU, lo había meditando durante mucho tiempo, pero quizá motivado por la visita del Papa Franciso al Capitolio –durante su discurso no pudo reprimir sus lágrimas– decidió que había llegado la hora. Tras cinco complejos y turbulentos años en el cargo –entre las sombras está los 16 días de cierre del Gobierno en 2013–, el republicano anunció ayer su renuncia como portavoz en la Cámara legislativa al tiempo que explicó que abandonaría también su asiento el próximo 30 de octubre.
La tercera autoridad de Estados Unidos, después del presidente y del vicepresidente, provocó con su dimisión un tsunami en las filas conservadoras al tiempo que cundió una sensación de desarraigo dentro de la institución. Los demócratas no pudieron ocultar su preocupación por quién sería su sustituto. «El primer trabajo de cualquier portavoz es proteger la institución que todos amamos. Creo que un liderazgo en medio de tormentas políticas podría provocar un daño irreparable a la institución. Por ello, dimitiré como portavoz y de mi asiento en el Congreso el 30 de octubre», indicó el político, que añadió que «durante los últimos cinco años, nuestra mayoría ha sacado adelante reformas conservadores que ayudarán a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Estoy orgulloso de lo que hemos conseguido». Sin embargo, esas reformas y ciertas concesiones a los demócratas han sido las que han precipitado su caída. La explicación de su dimisión se encuentra en la solución que ahora estaba negociando Boehner con la líder de los demócratas, Nancy Pelosi, para evitar el cierre del Gobierno («shutdown») este año. El borrador del acuerdo bipartidista incluiría una partida para financiar un programa de Planificación Familiar («Parenthood») donde se establecen mecanismos de control de la natalidad a los que los halcones del Partido Republicano liderados por el Tea Party consideran una línea roja. Boehner, un campeón provida y antiaborto durante toda su vida política, estaba dispuesto a aceptar este programa a cambio de evitar el caos del «shutdown». Sin embargo, el Tea Party se niega a financiar el Parenthood y los demócratas se oponen a retirar el programa. Este coche de trenes podría culminar en un nuevo «apagón» parcial del Gobierno federal.
Las reacciones dentro del partido conservador fueron dispares. Mientras Ted Cruz, del Tea Party, aseguró que no se le puede dar carta blanca a los planes de Obama en el Congreso ni financiar todas sus medidas, el senador John McCain recordó a sus correligionarios que se encuentran en medio de un ciclo electoral con las primarias en enero 2016 y las presidenciales en noviembre. Para McCain, que fue candidato presidencial en 2008, estas divisiones no benefician al partido.
Entre los nombres que surgían ayer como posibles sucesores destacaron dos. El líder de la mayoría de la Cámara de Representantes y senador por California, Kevin McCarthy. Este legislador cuenta con la aprobación del Tea Party que ayer vivió el anuncio de la dimisión como un triunfo político. Entre los moderados, el nombre que más sonó fue el de Paul Ryan. Sin embargo, el congresista por Wisconsin, que fue «ticket» de la candidatura de Mitt Romney, negó ayer que estuviera interesado en ocupar ese puesto. Sin duda, la caída de Boehner polariza al Partido Conservador que se encuentra en un pulso entre las corrientes. El Tea Party consigue lo que estaba persiguiendo desde hace meses. Recientemente, más de 30 congresistas republicanos amenazaron con forzar un voto de no confianza sobre Boehner, algo que podría haberle obligado a buscar votos demócratas para mantenerse en el cargo. En este contexto, el debate de los Presupuestos de la próxima semana augura una auténtica tormenta política.
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