Política

Oriente Medio

La Fiscalía saudí exime de culpa a su príncipe heredero

Acusa al jefe del comando de ordenar el asesinato del periodista y pide cinco penas de muerte.

El atroz asesinato de Khashoggi ha indignado a los defensores de la libertad de expresión, que acusan al príncipe heredero saudí de tener las manos manchadas de sangre. En la imagen, una de las protestas en Estambul
El atroz asesinato de Khashoggi ha indignado a los defensores de la libertad de expresión, que acusan al príncipe heredero saudí de tener las manos manchadas de sangre. En la imagen, una de las protestas en Estambullarazon

Acusa al jefe del comando de ordenar el asesinato del periodista y pide cinco penas de muerte.

El crimen más mediático de la historia sigue dando que hablar. Más de cuarenta días después de la desaparición del periodista Jamal Khashoggi, y tras miles de detalles escabrosos sobre su muerte, la Fiscalía de Arabia Saudí ha empezado a juzgar a los implicados en el asesinato del articulista de «The Washington Post». El fiscal general tiene bajo custodia a 21 sospechosos, de los cuales 11 están bajo investigación judicial. Cinco de ellos confesaron haber participado en las docenas de tropelías que le hicieron antes, durante y después de su muerte. Tras haber admitido su culpabilidad, el fiscal general Saud al Moyeb pidió la pena de muerte para los cinco.

Al Moyeb reveló en una rueda de prensa que drogaron y descuartizaron al sexagenario periodista el pasado 2 de octubre, cuando entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul para completar burocracia relacionada con su divorcio en su país para así poder casarse con su prometida turca.

Cumpliendo con el guión previsto, Al Moyeb defendió la inocencia del príncipe heredero, Mohamed Bin Salman (MBS), y aseguró que no está implicado en el asesinato. Según su testimonio, MBS se enteró del caso a través de los «informes falsos» que le presentaron los agentes responsables de la operación y «por los medios de comunicación». Su versión contradice la última filtración a la prensa internacional. «The New York Times» publicó recientemente, basándose en la información de las grabaciones a las que accedió la CIA, que un miembro del comando que lo mató llamó a un superior por teléfono para que «le dijera a su jefe» que los agentes habían cumplido la misión, lo que apuntaría al príncipe Bin Salman.

Al Moyeb, sin embargo, acusó al subdirector de los servicios secretos del reino, Ahmad Asiry, de organizar la operación, que tenía como objetivo «devolver» a Khashoggi a Arabia Saudí, y aseguró que la orden del asesinato partió del jefe de la delegación enviada a Turquía, cuyo nombre no citó. El fiscal general ratificó la teoría que ya expresó hace unas semanas, al explicar que se produjo una «pelea» entre los agentes y Khashoggi en el consulado, y entonces, los sospechosos le sujetaron y le inyectaron una «dosis grande de un somnífero», lo que produjo su muerte. «Después de asesinarlo, el cuerpo fue cortado en trozos por los asesinos y llevado fuera del consulado», dijo el fiscal general.

Uno de los cómplices entregó el cuerpo del periodista disidente a un «colaborador turco», que se deshizo de los restos, tirando la pelota en el tejado del Gobierno turco. Al Moyeb agregó que se ha realizado un retrato robot de ese colaborador, y que está en manos de las autoridades turcas.

Para Turquía, las declaraciones del fiscal general resultaron «insatisfactorias», al tiempo que «contradictorias», afirmó el ministro de Exteriores, Mevlut Çavusoglu, que asegura que el asesinato fue «premeditado y planificado». «¿Dónde está el cuerpo de Khashoggi? Hay que hacer que salga a la luz el instigador, el que dio las instrucciones; no se puede cerrar el proceso así. Seguiremos el asunto», concluyó Çavusoglu. Aunque al principio Turquía había propuesto que el caso Khashoggi se juzgara en Estambul, ayer Çavusoglu propuso una investigación internacional.