Política exterior
La guerra comercial e Irán acaparan la cumbre del G20
Trump y Xi Jinping se reúnen en Osaka en medio de la batalla entre el libre mercado y el proteccionismo.
Trump y Xi Jinping se reúnen en Osaka en medio de la batalla entre el libre mercado y el proteccionismo.
Fue en noviembre de 2008 –cuando George W. Bush convocó una cumbre extraordinaria en Washington para rescatar una economía mundial que se precipitaba por aquel entonces hacia el abismo financiero– cuando el G20 se convirtió en una suerte de Everest anual del multilateralismo. Y, aunque la situación no es tan apocalíptica como hace once años, lo cierto es que la cumbre que comienza hoy en Osaka reunirá a los principales protagonistas de la esfera internacional –Trump, Xi, Putin, Merkel, Macron, Erdogan, Bolsonaro, etc...– en un momento especialmente convulso en el que las costuras del entramado comercial mundial parecen a punto de rasgarse por la escalada del contencioso entre Estados Unidos –hasta hace poco patrón del librecambismo global– y China, potencia nada ejemplar en lo que a libertades políticas se refiere que se ha visto convertida paradójicamente en la primera linea de defensa contra un proteccionismo en alza.
Como suele suceder año tras año invariablemente, aunque la cumbre del G20 en 2019 se centre en teoría en un amplio abanico de temas impulsados por la presidencia japonesa –adaptar la economía mundial a la revolución de la información, combatir el cambio climático y los plásticos, el retraso de la juvilación, el empoderamiento de la mujer, avanzar en el desarrollo sostenible y logar la cobertura sanitaria universal– lo cierto es que la guerra comercial entre las dos poderes hegemónicos mundiales y la escalada de tensión en el Golfo de Ormuz con Irán centrarán los encuentros bilaterales y multilaterales más tensos que tendrá lugar entre hoy y mañana en el colosal centro de convenciones INTEX de Osaka. Todas las miradas están por tanto ya centradas en la tercera ciudad más importante de Japón, una inabarcable urbe de casi 20 millones de personas que, a ojos occidentales, parece poseída por una actividad casi desquiciada; a medio camino entre gigantescas arquitecturas modernas de titanio y cristal, ultraviolentos videojuegos informáticos de última generación y la temible yakuza, la organización criminal más mortífera del planeta.
Wang Shouwen, viceministro de Comercio de China, dijo a comienzos de esta semana que los negociadores de EE UU y de su país llevaban días trabajando sin descanso y contra reloj para «consolidar el importante consenso alcanzado por Xi y Trump en su última conversación telefónica». Lo cierto es que nadie se engaña a este respecto: el acuerdo aún está lejos y el recuerdo de la última cumbre del G20 en Buenos Aires –cuando no se cerró el texto de la declaración final hasta las 5:30 de la madrugada del último día de la cumbre– se mantiene fresco en la memoria de todos. EE UU ha impuesto ya aranceles sobre 250.000 millones de dólares de importaciones chinas y Trump asegura que tiene preparado ya un nuevo paquete sobre otros 300.000 millones más. Tras 11 rondas de contactos ambas superpotencias siguen en tablas y la preocupació de Washington sobre la adquisición de tecnología de los Estados Unidos por parte de China y el inmenso desequilibrio comercial siguen intactas.
En un movimiento sin precedentes para aumentar la presión sobre Pekin el Departamento de Comercio ha vetado a las compañías que vendan o transfieran tecnología a Huawei, el mayor fabricante mundial de equipamiento de comunicaciones y el número dos en telefonía móvil. Y no solo eso. La guerra comercial entre los dos gigantes económicos globales se ha extendido como un virus por todo el mundo. Las economías del G20 han impuesto 20 nuevas restricciones comerciales entre octubre y mayo de 2019 por un valor de 335.900 millones de dólares según la Organización Mundial del Comercio (OMC) lo que unido a las tarifas de 480.900 millones del periodo anterior supone un «incremento dramático en las trabas a la importación» según puede leerse en el último informe de esta organización. «La tendencia estable desde una década ha sido reemplazada por un pronunciado incremento del tamaño y la escala de las medidas restrictivas al comercio», asegura Roberto Azevedo del OMC.
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