Argentina
La huida a pie de millones de venezolanos no cesa
Jesús Mendoza ha comido mejor en sus pasadas dos semanas de odisea por las montañas andinas que en sus últimos meses en la empobrecida Venezuela. «Comía dos veces al día los días de suerte», explica caminando por la autopista Panamericana con una mochila andrajosa. Cruzó ilegalmente por una frontera sin vigilancia desde Colombia hasta Ecuador. «A lo largo de la travesía, los colombianos han sido generosos. Nos han dado comida y agua», explica el carpintero de 25 años. «Incluso he comido pollo, que es todo un lujo en casa».
El deterioro de la economía, el aumento de la pobreza y la falta de medicamentos han forzado a más de 1,6 millones venezolanos a abandonar la rica nación petrolera desde 2015, uno de los flujos migratorios más grandes de la historia de América Latina. Los venezolanos ricos, preparados y con carrera universitaria abandonaron el país hace años y buscaron trabajo en el extranjero. La oleada actual de migrantes son pobres y los más desesperados.
Sin dinero para billetes de avión, de bus, o incluso un pasaporte, miles, algunos de ellos portando bebés en brazos, caminan en ruta para lo que ellos esperan que sean vidas mejores en Ecuador, Perú, Chile, Brasil y Argentina. Colombia ha asumido el mayor número de venezolanos (unos 870.000) y los números siguen en aumento en la región. Más de 4.000 venezolanos al día entraron en Ecuador a mediados de agosto. Esta semana las autoridades de Colombia, Ecuador, Perú y Brasil se reúnen en Bogotá para encontrar una solución a la crisis. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó la semana pasada que «se estaba construyendo un momento de crisis» comparable a la crisis de refugiados en el Mediterráneo. «Necesitamos un plan de respuesta regional», indicó Christian Visnes, director en Colombia para el Consejo Noruego para los Refugiados.
Los indígenas warao, que viven en el delta del Orinoco, fueron los primeros en cruzar la frontera a Brasil. Ahora viven en un refugio para indígenas en Roraima, algo que ha molestado a los indígenas locales. Según Afp, en el refugio Pintolandia, en Boa Vista, viven ahora unos 600 waraos. Está gestionado por el Gobierno local, el Ejército, ONGs y Acnur. Pero no les brindaron la protección suficiente cuando la semana pasada les quemaron las tiendas de campaña y lo poco que tenían. El sábado, los indígenas brasileños se manifestaron contra los «privilegios» de los waraos. Y está claro que irá a más, porque no hay día que no entre un venezolano hacia Brasil. Reuters
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