Cuba

La oposición recorta distancia

La Razón
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En las elecciones presidenciales de 1993, el coronel golpista Hugo Chávez hizo campaña para boicotear la participación electoral promoviendo la abstención como medida para colapsar a los partidos tradicionales –socialdemócratas y democristianos–, desautorizados ante la opinión pública por la falta de eficacia para sacar a Venezuela de la crisis económica, social y política en la que se hallaba inmersa. Chávez impulsó su acción política desde el Movimiento Quinta República (MVR) que perseguía poner fin a la IV República, en vigor desde 1961, y sustituirla por una República «bolivariana».

En la campaña para las elecciones presidenciales de 1998, los partidos democráticos moderados –COPEI y Acción Democrática– pidieron el voto para el candidato del novedoso Proyecto Venezuela con el objetivo de concentrar el voto e impedir el acceso de Chávez a la presidencia de la República. Finalmente, Chávez ganó los comicios con su promesa de refundar la república cambiando la constitución. El militar golpista recibió 3,6 millones de votos de los 11 millones de venezolanos registrados, es decir, el 33,4% del censo electoral, lo que representó tan solo el 15% de la población de Venezuela.

En diciembre de 1999 se aprobó por referéndum la constitución «bolivariana», dando comienzo a un proceso de división de la sociedad que no ha hecho más que profundizarse hasta hoy. En las presidenciales del 2000, el presidente obtuvo el 32,1% del censo electoral, y en las de 2006 logró el 62,8% de los votos. Sin embargo, en las elecciones de 2012, con una oposición democrática unificada, Chávez vio reducido su apoyo popular al ganar con el 55,1% de los votos frente al 44,4% que recibió Henrique Capriles, sumando para la oposición 1,8 millones de votos más respecto a la votación anterior. La oposición perdió también las elecciones regionales del pasado diciembre. Sin embargo, ha logrado mantenerse unida, algo realmente complicado teniendo en cuenta que está formada por una veintena de partidos tanto de izquierdas como de derechas.

La herencia de Chávez es un país subvencionado e inmerso en una crisis económica muy superior a la que se encontró él en 1998. Capriles ha advertido a Maduro: «El pueblo no votó por ti, chico». Su nombramiento como presidente, además, ha vulnerado la Constitución venezolana, según han denunciado expertos constitucionalistas. El Ejército de Venezuela, al igual que la sociedad, está dividido. Una manipulación en las elecciones de abril puede ser el detonante para que los uniformados depongan a la cúpula chavista de las Fuerzas Armadas, recuperen plenamente la soberanía nacional, en parte secuestrada por Cuba y reinstauren la democracia abriendo un periodo constitucional para devolver a la nación hermana al concierto de países democráticos.