Brexit

La UE se prepara para una nueva prórroga

Jean-Claude Juncker, junto a Xabier Bettel, primer ministro luxemburgués, y Emmanuel Macron, presidente francés
Jean-Claude Juncker, junto a Xabier Bettel, primer ministro luxemburgués, y Emmanuel Macron, presidente francéslarazon

Bruselas daría otra oportunidad a Johnson aunque pierda la votación El «premier» ha logrado ganarse la confianza de los Veintisiete

Bruselas se prepara para otra jornada histórica en Westminster. A pesar de la incertidumbre sobre el resultado final, las cancillerías afrontan este momento con un inesperado optimismo. A nadie se le escapa que el éxito pende de un hilo, pero ese hilo puede ser más robusto de lo que parece. En el peor de los casos, incluso, aunque ante los micrófonos nadie quiere hablar abiertamente de prórroga, la realidad es que las cancillerías están prestas a concederla si Boris Johnson no consigue apoyo a su plan. Sería la tercera extensión, que debería aprobarse por unanimidad en todas las capitales y que previsiblemente tendría lugar tras una nueva cumbre en la capital comunitaria la semana que viene, al filo del 31 de octubre.

A pesar de que esto podría parecer un nuevo fracaso y la amenaza de un Brexit eterno, en Bruselas reinaba ayer la esperanza. Una de las razones es la nueva percepción que existe en la capital comunitaria sobre Boris Johnson. El «enfant terrible» de la política británica, a pesar de sus muchos defectos, ha conseguido conquistar a buena parte de la diplomacia europea. Como muestra, los aplausos con los que fue recibido por sus homólogos en su primera cumbre y puede que última. «Tiene más capacidad de interlocución en Westminster que Theresa May. Nos dimos cuenta de que la primera ministra cuando venía a Bruselas no tenía los necesarios apoyos y sólo hablaba en su nombre», aseguraba estos días un alto cargo europeo.

Aunque Johnson puede que hoy no obtenga los apoyos suficientes, ha demostrado en los últimos días mucha más astucia política y capacidad de maniobra que su predecesora, y esto augura una recuperación más fácil tras una posible derrota. Se da por supuesto que esta hipótesis abocaría al país a unas nuevas elecciones en las que Johnson acabaría arrasando. «Él ha conseguido un acuerdo con los Veintisiete y puede echar la culpa a Westminster si no lo aprueba», explican otras fuentes. De esta forma, sería la Cámara de los Comunes la responsable de «secuestrar» la voluntad de los británicos y de que el país no pudiese salir del bloque el 31 de octubre. Bruselas confía en que éste sea el eje conductor de la campaña electoral de Johnson y de que acabe dando resultado. En esa tesitura y con un nuevo Parlamento, el «premier» podría resucitar fácilmente el acuerdo.

También existe la posibilidad de que el primer ministro amenace con no pedir la prórroga, aunque la Ley Benn le obligue a ello. A pesar de que el propio Johnson ha jugado con fuego y amenazado con utilizar esta baza, nadie en Bruselas cree que lo haga después de haber obtenido la fumata blanca con los Veintisiete.

En caso de convocatoria electoral, ningún país podrá negarse a conceder la prórroga para evitar un Brexit caótico el 31 de octubre. Hasta Francia, líder de la línea dura, siempre ha defendido en público y en privado, que una prórroga de varios meses estaría justificada ya sea con un cambio en el tablero político debido a una convocatoria electoral o un segundo referéndum. El propio presidente del Consejo, Donald Tusk, tuvo que reconocer el jueves que las cancillerías estudiarían cualquier petición por parte de Londres, a pesar de que el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker había negado esta posibilidad horas antes. También hablaron en ese sentido Macron y el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, pero sus palabras son interpretadas como un intento de presión a Westminster. Pase lo que pase hoy, la relación entre Downing Street y Bruselas se presenta inesperadamente buena. La confianza, completamente rota hace tan sólo unas semanas, se ha restablecido. Y eso es lo más importante.