México

«La vida no vale nada en México»

«La vida no vale nada en México»
«La vida no vale nada en México»larazon

Una periodista española narra en un libro el escalofriante escenario de violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez y la lucha heroica de una madre y una hija para combatir la impunidad.

Malú perdió a su hermana en Ciudad Juárez en 2001. Se llamaba Alejandra, tenía 17 años y era guapa y alegre. Fue secuestrada, violada y asesinada cuando salió del trabajo. Malú y su madre, Norma, hicieron acopio de todo el coraje que les cabe en el cuerpo y decidieron luchar para combatir la impunidad de los asesinatos de mujeres en esta ciudad fronteriza del norte de México. Crearon una asociación, llamada «Nuestras Hijas de Regreso a Casa», y se convirtieron en enemigas de los cárteles de la droga. Atacadas y amenazadas, tuvieron que huir a la capital del país, donde no terminan de acostumbrarse a vivir con escoltas. La historia de Malú llamó la atención de la periodista Elena Ortega, que en el libro «De regreso a casa. La lucha contra el olvido en Ciudad Juárez» (Península) narra, a partir de decenas de testimonios, la violencia contra las mujeres y la impunidad que ha sepultado miles de asesinatos como el de Alejandra.

–¿Qué sintió cuando Elena Ortega la llamó para proponerle este libro?

–Malú: Primero no me lo creía. Y luego me pregunté: «¿Por qué yo?». Hay mujeres que han arriesgado mucho y que tienen vidas más interesantes. Cuando colgué el teléfono lloré de emoción. Me sentía muy contenta porque era la primera vez que se hablaba de mi historia. Cuando se trata el feminicidio se pone el foco en las mamás de las chicas asesinadas, pero no en las hermanas, como es mi caso.

–Los testimonios que recopila en el libro describen Juárez como una ciudad de pesadilla.

–Elena: Es un genocidio –porque todavía siguen matando a mujeres– silenciado por las autoridades, que no hacen nada por evitarlo. El gran problema es la impunidad que ha habido todos estos años. Los crímenes contra las mujeres en Juárez comenzaron en 1993. Los asesinatos fueron creciendo, pero las investigaciones no. Las mafias del resto del país aprendieron que Juárez es el mejor lugar para secuestrar mujeres y prostituirlas, porque nadie investiga ni denuncia.

–¿No denuncian las familias?

Elena: No se atreven. Malú y su madre son una excepción. Las madres de las víctimas son pobres y algunas analfabetas, casi todas son trabajadoras de las maquilas (fábricas de ensamblaje) y es muy fácil callarlas amenazándolas con secuestrar a otros familiares si hablan.

–La asociaciones como la que coordina Malú, ¿han sido más eficaces en el esclarecimiento de los crímenes que la Justicia y la Policía?

–Elena: Sin duda. Atienden a las madres que han perdido a una hija, las asesoran, les enseñan a escribir una denuncia y hacen el seguimiento del caso. Tiene una valentía asombrosa.

–¿Cómo explica el feminicidio de Ciudad Juárez?

–Elena: Hay varios motivos. La llegada de las maquilas a Juárez atrajo a miles de mujeres de todo México y de Suramérica en busca de trabajo. Otros motivos son el machismo y la guerra entre los cárteles de la droga y su lucha por el poder territorial, que tuvo su momento cumbre en 2008, cuando cinco organizaciones criminales se disputaban el control de Ciudad Juárez. La violencia era extrema. En todas las familias había dos o tres personas trabajando para un cártel. Los hombres pensaban que era mejor morir pronto pero dejar algo de dinero a los suyos.

–¿El nivel de crueldad en México no tiene límites?

–Elena: En México la vida no vale nada. Se dice que los yihadistas han aprendido esa violencia despiadada de los cárteles mexicanos.

–¿Qué valora más de Malú y Norma?

–Elena: La fuerza, el coraje y cómo son capaces de tirar de una multitud de mujeres que están hundidas en la miseria porque les han quitado a sus hijas. Y todo eso habiendo pasado por lo mismo que ellas.

–¿Cómo se supera el dolor por la pérdida de un ser querido que ha sido asesinado?

–Malú: No se supera, pero se aprende a vivir con él día a día. El trabajo en la fundación nos ayuda. El hecho de escuchar a otras madres que han perdido a sus hijas nos hace revivir lo que nos pasó a nosotras. A veces vamos con una familia cuando le entregan el cuerpo de su hija y yo me acuerdo de cuando nos entregaron el cuerpo de mi hermana. Pero nos hace fuertes y nos hace creer en el sueño de que algún día crearemos conciencia en la ciudadanía.

–¿Qué solución ofrece para acabar con esta violencia?

–Malú: Una revolución del ciudadano contra las autoridades. En los últimos años hemos visto un hartazgo de la gente ante un Gobierno corrupto y cómplice. En Ciudad Juárez no ha sido así, pero en otros estados como Michoacán o Guerrero se han creado las autodefensas para enfrentarse a los cárteles.

–¿Por qué la gente no se ha sublevado en Ciudad Juárez?

–Malú: Hay mucha apatía, quizá por ser una ciudad fronteriza. La clase media y alta de la ciudad miran el problema con indiferencia, como pensando, «pobrecita la gente a la que le pasa». Pero no ayudan, y aun cuando ven, callan.

–Si el feminicidio continúa en Ciudad Juárez, ¿por qué no se habla de ello en los medios de comunicación?

–Norma: Suena doloroso, pero Ciudad Juárez ha pasado de moda. Desde 2001 a 2007, el feminicidio en Juárez era el tema de moda a nivel internacional. Había mucho apoyo de Amnistía Internacional y de otras instancias, pero después viene el crimen organizado y la guerra que el presidente Calderón declaró al narcotráfico. Entonces el feminicidio se desvanece. El Gobierno no tiene intención de resolver esto, lo fía todo al olvido.

–¿Han tenido más ayuda y comprensión en EE UU que en su propio país?

–Malú: EE UU siempre ha sido más segura y solidaria con nuestra causa. Allí nos hemos reunido con congresistas, senadores, activistas y premios Nobel.