Bagdad

La violencia sectaria empuja a Irak a la guerra civil

La destrucción de un oleoducto ayer culmina la oleada más sangrienta de ataques a chiíes desde 2008

Un hombre inspecciona ayer la cafetería que fue objeto de un atentado suicida el lunes en Balad
Un hombre inspecciona ayer la cafetería que fue objeto de un atentado suicida el lunes en Baladlarazon

La violencia no cesa en Irak. Desde hace seis meses, los ataques con coche bomba y los atentados suicidas han aumentado alarmantemente, sobre todo contra objetivos chiíes. Mercados, calles comerciales e incluso cafés se han convertido en los escenarios de bárbaras matanzas no sólo contra políticos o militares, sino sobre todo contra civiles. Con un corto repaso a los últimos días, se muestra el terrible balance de muertos. Ayer, dos coches bomba explotaron cerca de una mezquita chií, matando a siete personas en el sur de Bagdad. El lunes, en Balad, ciudad al norte de Irak y de mayoría chií, un atentado contra una cafetería causó 26 muertos y 16 heridos; el domingo, más de 60 civiles murieron mientras celebraban el fin del Ramadán; el sábado, una oleada de atentados con coche bomba coordinados en Bagdad dejó 80 personas fallecidas y 215 heridas. Y es que ya julio se convirtió en el mes más sangriento de los últimos cinco años, según cifras de la ONU: la violencia y el terrorismo costaron la vida a 1.057 iraquíes y heridas a otros 2.326. Entre los muertos, hay 323 miembros de las Fuerzas de Seguridad. A este respecto, el representante especial interino de Naciones Unidas en Irak, Gyorgy Busztin, expresó su conmoción por los recientes atentados en mercados y parques de Bagdad y otras ciudades cuando celebraban el santo mes del Ramadán. «Esta carnicería refleja el carácter inhumano de los perpetradores», indicó Busztin, quien espera que «los iraquíes honestos se unan para poner fin a esta violencia asesina que pretende empujar al país al conflicto sectario».

Lo cierto es que el peso que ha recobrado Al Qaeda en Irak no parece ayudar a cerrar heridas entre suníes y chiíes. Los terroristas se han reunificado con la ayuda de extremistas presentes en Siria, bajo el nombre de «Estado Islámico de Irak y el Levante», y han reivindicado la mayoría de atentados en el país. Incluso dentro del Gobierno de Nuri al Maliki aumenta la preocupación. «La situación es grave», reconoció a los medios Osama al Nujaifi, portavoz del Parlamento. Nujaifi entiende que la violencia sectárea alimentada por la inestabilidad política aumente el miedo a que Irak se suma en una guerra civil.

También la industria petrolera iraquí, que aspiraba a superar a Arabia Saudí como productor, se ha visto muy dañada en los últimos meses. El ministro de petróleo iraquí liga directamente la violencia con la producción de crudo. En mayo, cuando en Kirkuk y en Basra se alcanzaron los 77 millones de barriles, se pasó de los 595 muertos del mes anterior a 963. En junio se redujo la producción a los 70 millones y ante los constantes ataques a los oleoductos el coste de la extracción ha aumentado. Ayer, sin ir más lejos, Irak interrumpió el flujo de petróleo con Turquía. Varios artefactos explotaron en el oleoducto que une Kirkuk con el puerto turco de Ceyhan a su paso por Albu Gahsh. Los sabotajes aumentan mientras que las exportaciones con Turquía se han mermado drásticamente en los últimos dos meses.