Crisis migratoria en Europa
Las largas y duras jornadas de la gran familia del Aquarius
Los inmigrantes han afrontado un duro viaje en botes neumáticos y barcas de madera en pésimas condiciones después de pasar meses en campamentos libios, a esto se le ha sumado las 48 horas detenidos en alta mar y los 4 días de navegación hacia Valencia
La tripulación del Aquarius intenta que las duras jornadas de travesía hacia Valencia pasen de la mejor manera posible para los 106 inmigrantes que siguen en el barco.
La tripulación del Aquarius intenta que las duras jornadas de travesía hacia Valencia pasen de la mejor manera posible para los 106 inmigrantes que siguen en el barco, con quienes se ha creado una gran relación y cooperación. Una gran familia. «¿Cuándo llegamos?», preguntan insistentemente los inmigrantes ya desesperados por el largo viaje, explica el cooperante Alessandro Porro de la ONG SOS Méditerranée, que se ha convertido para Efe en el diario de a bordo de este, como lo ha definido, «viaje de la esperanza» para 630 personas.
Ahora en los 76 metros de eslora del Aquarius conviven los 40 miembros de la tripulación, de 17 nacionalidades , con las 51 mujeres, 45 hombres y 10 niños rescatados, mientras que el resto de los inmigrantes viajan en el buque Orione de la Marina italiana y en la patrullera Dattilo de la Guardia Costera.
Todos ellos han afrontado un duro viaje en botes neumáticos y barcas de madera en pésimas condiciones después de pasar meses en campamentos libios, a esto se le ha sumado las 48 horas detenidos en alta mar y los 4 días de navegación hacia Valencia.
«Están exhaustos», añade Porro que cada mañana se comunica con Efe por teléfono.
Mientras que la tripulación «está bastante bien» y «muy animada», aunque «algo cansada», pero «no demasiado» ya que está acostumbrada a navegar y pasar semanas en el mar.
El cooperante italiano explica que todo esto que ha pasado tiene incluso «un aspecto positivo» y es que los largos y duros días pasados con los inmigrantes han hecho que se creen dinámicas de buenas relaciones y de cooperación.
«Pasando con ellos tanto tiempo hemos establecido buenas relaciones, podemos dedicarnos más a hablar con ellos y logramos tratarlos como se merecen, como personas», explica.
Y ellos, agrega, «responden con gran agradecimiento y nos ayudan a preparar la comida, a limpiar el barco . Se han instaurado unas dinámicas que no son ya las de socorristas y socorridos sino de total normalidad».
En el Aquarius se organizan por turnos para poder descansar y que siempre tiene que estar de guardia una persona de SOS Méditerranée y otra de Médicos sin Fronteras para intentar solucionar cualquier problema.
Después a la hora de las comidas trabajan en grupos de seis o siete personas o también colaboran todos en los momentos en los que hay que ayudar a descargar los suministros que han llegado en estos días por parte de la Guardia Costera.
Anoche se realizó una nueva parada en el norte de Cerdeña, donde la Guardia Costera envió nuevos suministros de comida e incluso juegos para los niños y el miércoles, también se detuvieron brevemente ante las costas de Mazzarra del Vallo, en la isla de Sicilia (sur) para un nuevo abastecimiento.
Durante el resto de las horas, se pasa el tiempo jugando con los niños, tocando algunas canciones con la guitarra, jugando a unas damas improvisadas con un cartón y trocitos de papel, pero sobre todo charlando.
Una importante labor la ejercen los mediadores y mediadoras culturales como Sara, que hacen de vínculo entre los inmigrantes y los cooperantes.
«Me ocupo de estar cerca de las personas rescatadas porque conozco sus idiomas y sus culturas. Me comunico con ellos y ayudo a que se comuniquen entre ellos», explica Sara a Efe.
«Estoy aquí porque creo que nadie debería morir en el mar y no quiero que nadie regrese a Libia y sea interceptado y devuelto a estos centros de detención», agrega.
Porro cuenta que en estos días más tranquilos en los que han podido detenerse a hablar más con los inmigrante escuchan terribles «historias de secuestros, violaciones y torturas» en Libia.
«Éramos 135 en un bote. Salimos de Libia por la noche. Ninguno de nosotros tenía un chaleco salvavidas. Ellos (los traficantes) nos habían pedido mucho dinero para darnos uno y ninguno de nosotros lo tenía», explica uno de los inmigrantes rescatado el pasado sábado por el Aquarius.
«Pasamos 24 horas en el mar y el bote empezó a llenarse de agua. Estaba muy asustado. Nos caímos al mar. Estaba helado y me quedé completamente desnudo. La gente a mi alrededor intentaba agarrarse a lo que podía. Tuve que luchar para poder coger uno de los chalecos que me tirasteis y al final lograsteis salvarme y llevarme a un médico. Solo puedo decir gracias a cada una de las personas que están en este barco», añade.
Y estas personas son «ingenieros, marineros, conductores de ambulancias, bomberos, personal de marina mercantil, médicos, enfermeros, mediadores e incluso un matemático, un tripulación completamente heterogénea», explica Porro. EFE
✕
Accede a tu cuenta para comentar