Cumbre Iberoamericana
Latinoamérica se olvida del eje bolivariano
La Cumbre de las Américas certifica la agonía de los gobiernos de izquierda revolucionaria.
La Cumbre de las Américas certifica la agonía de los gobiernos de izquierda revolucionaria.
En el malecón de Lima, en Miraflores, frente al monumento de los enamorados, dos esculturas se funden en un beso de acero. Frente a esta estampa tan romántica plantaron un cartel que en tan solo horas fue arrancado por policías a caballo: «Larga vida a Castro», se podía leer. Quedó tirado en el suelo, y Lima la gris, que diría el escritor Vargas Llosa, hizo honor a su nombre. 60 años y la corrupción, el Imperio y las dictaduras siguen lapidando el «nuevo mundo», ya envejecido. La historia se repite. Raúl Castro se marcha y ha decidio no acudir a esta Cumbre para apoyar a Nicolás Maduro. Hace tiempo que Cuba consiguió volver a los ruedos internacionales –de la mano de México–, sin mayores glorias pero, desde luego, su retiro se ha convertido en uno de los temas claves del encuentro que se celebra en Perú un poco descafeinado. Donald Trump ha abandonado su trastienda, dejando que el dictador caribeño se erija como la máxima estrella. El retiro de Castro también deja huérfano al último «mohicano» de la izquierda bolivariana, Nicolás Maduro, quien no tuvo el valor de salir de su reino.
El «Eje del mal» se desvanece con Maduro gobernando en las tinieblas. A Rafael Correa le cortaron el paso en Ecuador. En Argentina, Cristina Kirchner sigue agazapada en el Congreso intentando recomponer el peronismo. Prácticamente tan solo Evo Morales y Daniel Ortega enarbolan la bandera de una maltrecha izquierda revolucionaria.
El mercado de Lima una señora con falda de colores andinos y trenzas largas analiza esta cumbre. «A nosotros lo que más nos importa es la corrupción. La política se ha convertido en revolución. Pero la revolución ha sido marcada por el dinero sucio. Los dinosaurios deberían de dar paso a nuevas generaciones. ¿Qué hace falta para que la cosas cambien?», se pregunta.
El próximo jueves Castro dejará la presidencia. Sesenta años después de asumir el poder político a golpe de revolución, la familia habrá soltado las riendas de la nación. Raúl, que seguirá siendo el primer secretario del Partido Comunista de Cuba hasta 2021, cederá su cargo al frente del Consejo de Estado y de Ministros después de gobernar 12 años la isla. El favorito para relevarle es Miguel Díaz-Canel, de 57 años.
Lima se ha convertido en el escenario donde los opositores venezolanos expresan sus críticas al Gobierno de Maduro. Los disidentes cubanos no han podido viajar hasta Perú debido a las restricciones impuestas por las autoridades castristas para impedir que puedan alzar su voz en la Cumbre. No ha sido el caso de Rosa María Payá, hija del fallecidoOswaldo Payá, que vive a caballo entre La Habana y Miami. A sus 28 años, Rosa María Payá se ha convertido en una de las caras más visibles de la oposición cubana. Su presencia internacional ha aumentado el tono de los ataques que el castrismo le ha dedicado en los medios oficiales en las últimas horas.
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