Elecciones en Francia
Le Pen pone a prueba a La República
Francia elige hoy en la segunda vuelta de las regionales entre ultraderecha y el desgaste de los partidos tradicionales. El Frente Nacional afronta su mejor oportunidad para alcanzar el poder y presentarse como alternativa al Elíseo.
Hoy es un mal día para las apuestas. Los resultados en las elecciones regionales que se celebran en Francia están más abiertos que nunca –y no solamente por la alta abstención prevista, que en la primera vuelta fue del 50%– . Esta noche, el triunfo de unos y otros podría jugarse en unos pocos votos en una decena de regiones. Para el Frente Nacional los resultados de la primera vuelta fueron un triunfo total. El partido de extrema derecha demostró que es la formación que más adhesiones despierta entre los electores, poniéndose en situación de un hipotético triunfo hasta en un tercio de regiones. Hoy, esas expectativas pueden confirmarse, pero también quedar totalmente truncadas, aunque los institutos de sondeos no se hayan atrevido aún a firmar su defunción.
En principio, Marine Le Pen, Marion Maréchal-Le Pen y Florian Philippot se quedarían a la puerta de la presidencia en Nord-Pas-de-Calais-Picardie, en Provence-Alpes-Côte-d’Azur (PACA) y en Alsace-Champagne-Ardenne-Lorraine, respectivamente. Pero basta con que los votantes socialistas, atizados por el miedo a la ultraderecha, se movilicen para que la tendencia se invierta y puedan impedir así lo que muchos consideran un ataque a los viejos valores democráticos y liberales de la República francesa.
La sorpresa podría venir de la región de Bourgogne-Franche-Comté, donde socialistas, republicanos y frentistas están parejos. Los socialistas, paradójicamente, se pueden beneficiar de los buenos resultados del Frente Nacional. Si antes de la primera vuelta aspiraban a conservar las regiones de Bretaña (el candidato socialista, el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, tiene la victoria casi asegurada sin haber realizado campaña), Aquitaine-Limousin-Poitou-Charentes y Languedoc-Roussillon-Midi-Pyrénées, ahora pueden también añadir Centre-Val-de-Loire, Normandía o Ile-de-France.
Si en el resto del país iguala sus resultados con los conservadores, el Partido Socialista tendrá argumentos para evitar que se hable de su desaparición en las dos regiones que han votado religiosamente socialista toda la vida: Nord-Pas-de-Calais y PACA, donde no tendrá un solo consejero regional en los próximos cinco años. También cambiaría el futuro político de François Hollande. Hasta ahora, el presidente de la República, que aspira a la reelección, no tenía ninguna posibilidad de superar la primera vuelta de las presidenciales de 2017. Se ha ido dejando las plumas en todos los comicios intermedios (municipales, europeas y departamentales), no logra cumplir su promesa –repetida hasta la saciedad– de invertir la curva del paro, y en octubre llegó a ser el presidente más impopular que haya tenido nunca la V República, apreciado sólo por 17% de ciudadanos. Pero la gestión de los atentados de París ha elevado su cuota de popularidad al 41%. Si Los Republicanos se han estrellado contra el Frente Nacional en la primera vuelta, a Hollande le queda año y medio para intentar paliar los efectos desastrosos de su política de empleo y convertirse en el posible ganador en 2017 frente, probablemente, a la candidata del Frente Nacional. El hecho de retirar sus listas de las regiones donde los socialistas no podían ganar no es sólo un sacrificio, sino un paso atrás para coger impulso y colocarse en mejor posición de cara a las presidenciales, con la posibilidad de dejar paralizados a los conservadores en una pinza PS/FN.
Para Los Republicanos, los resultados de hoy podrían confirmar lo que ya se puso en evidencia en la primera vuelta: que necesitan del apoyo de la izquierda para poder ganar a Le Pen. Por eso puede hablarse ya de una derrota para Sarkozy, que tiene que explicar cómo su formación, siendo el principal partido de la oposición, obtiene menos votos que la extrema derecha. Sean cuales sean las regiones que la derecha gane hoy, estas elecciones obligan a Sarkozy a plantear dos grandes temas: la línea ideológica del partido y las primarias para elegir al candidato a las presidenciales. Esta semana, el ex primer ministro Alain Juppé, su rival en las primarias, condenó la decisión del líder republicano de no mantener una postura contra el FN, y Eric Woerth, del propio entorno de Sarkozy, no dudó en afirmar que en Los Republicanos no hay un «líder oficial y legítimo que represente a todo el partido». Sarkozy ha tenido que admitir después en «Le Figaro» que no bastan las personalidades y que necesitan un proyecto alternativo a la izquierda: «Un proyecto extremadamente fuerte, lo que no quiere decir radical».
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