Guerra con Rusia
Londres y París barajan sacrificar la fuerza de paz en Ucrania a cambio de un alto el fuego
Consideran que los riesgos de seguir adelante con el plan son «demasiado altos» y estudian centrarse en la reconstrucción
El tiempo se agota. Donald Trump cumple el próximo martes sus cien primeros días de su nuevo mandato y está decidido a cumplir con su promesa de poner fin a la guerra de Ucrania. Se antoja complicado llegar a tiempo. No obstante, el presidente estadounidense ha intensificado las negociaciones con Moscú y está dispuesto a reconocer la soberanía rusa sobre Crimea redibujando así las fronteras de Europa con un pacto que claramente beneficia sólo al Kremlin. "Creo que estamos bastante cerca. No hay fecha límite. Solo quiero hacerlo lo más rápido posible", declaró ayer coincidiendo con la visita de Steve Witkoff a Moscú.
El hombre de confianza de Trump para política exterior dio plantón el pasado lunes a los aliados europeos en una cumbre organizada en Londres y prefirió reunirse ayer con Vladimir Putin quien le recibió, literalmente, con los brazos abiertos.
La imagen preocupa en el Viejo Continente. El premier Keir Starmer, quien está liderando la estrategia de los aliados europeos, insiste en que Ucrania debe poder decidir los términos de cualquier acuerdo de paz con Rusia.
Pese a que el inquilino de Downing Street siempre ha evitado ataques directos a Trump, en esta ocasión se niega a respaldar los planes de Estados Unidos de reconocer formalmente a Crimea como parte de cualquier acuerdo negociado con Putin y exige que Moscú acepte un "alto el fuego incondicional", tal y como explicó en una entrevista publicada ayer por The Telegraph, donde volvió a mostrar su apoyo a Volodymyr Zelensky, al que calificó como “valiente”.
“Rusia es el agresor. No olviden que a Zelenski se le ofreció un salvoconducto para salir de su país en la primera semana del conflicto. En ese momento, todos creían que Rusia triunfaría rápidamente en su intento de apoderarse de Ucrania. Y se quedó para luchar y liderar su país, lo que ha hecho con enorme coraje y resiliencia durante más de tres años, al igual que todo su país. Es Rusia la que debe sentarse a la mesa y acordar un alto el fuego”, recalcó Starmer, cuyos elogios ante el presidente ucraniano contrastan marcadamente con Trump, quien esta semana acusaba al líder ucraniano de “prolongar la matanza”.
El Reino Unido está utilizando toda su diplomacia para intentar lograr cambios proucranianos en el borrador del acuerdo que supervisa la Casa Blanca. Asimismo, tanto Londres como París están intentando que Trump y Zelensky se reúnan este sábado en Roma tras el funeral del Papa Francisco a fin de acercar posturas.
Crimea es un punto clave de fricción. Reconocer el control ruso de la península anexada en 2014 violaría un principio fundamental del derecho internacional —que ningún país puede anexionarse por la fuerza el territorio de otro— y la Constitución ucraniana, que establece que solo se puede ceder territorio mediante referéndum.
El primer ministro británico incidió en que “nos encontramos en una fase intensa de las negociaciones” y recalcó que se debe conseguir un alto el fuego “duradero” y no “temporal” porque, de otra manera, está convencido de que “eso simplemente dejará a Rusia con la capacidad y los medios para volver en el futuro”. “Ya lo han hecho antes y no me cabe duda de que lo volverán a hacer”, matizó.
Reino Unido y Francia llevan tiempo abogando por mandar una “fuerza de paz” a Ucrania, en caso de que se alcance un alto el fuego, como medida de disuasión ante Putin. Pero ahora existen dudas de que el plan para el despliegue de tropas vaya a seguir adelante, ya que los riesgos se consideran "demasiado altos". Según The Times, en una aparente flexibilización de la postura europea a fin de que Moscú mueva sus líneas rojas, en lugar de mandar una fuerza terrestre que protegiera ciudades, puertos y centrales nucleares clave, el compromiso de seguridad con Ucrania se centraría en la reconstitución y el rearme del ejército de Kiev, con protección aérea y marítima.
Se enviarían instructores militares británicos y franceses al oeste de Ucrania. Esto cumpliría con el compromiso de desplegar fuerzas dentro del país; sin embargo, no estarían cerca del frente, ni custodiarían instalaciones clave, ni estarían allí para proteger a las tropas ucranianas. Aviones protegerían el espacio aéreo de Ucrania y proporcionarían cobertura aérea a las tropas occidentales sobre el terreno. Turquía desempeñaría un papel marítimo, según los planes más probables que se están considerando.
El suministro de armas del Reino Unido y Europa continuaría, por lo que Ucrania estaría en una posición ventajosa si Rusia incumpliera los términos del acuerdo. Preguntado por esta cuestión en una entrevista en Sky, Steve Reed, ministro de Medio Ambiente, afirmó “aún no se ha tomado ninguna decisión, pero todas las opciones siguen sobre la mesa, ya sea por tierra, aire o mar".