Elecciones

López Obrador retrocede en México

Andrés Manuel López Obrador, en un acto de campaña el pasado sábado
Andrés Manuel López Obrador, en un acto de campaña el pasado sábadolarazon

Desconcertado, perdido y sorprendido. Así se mostró el líder populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO), días atrás, en el primer debate presidencial de México. No hubo preparación, simplemente la postura soberbia de alguien que asume su victoria. Ciertamente, todas las encuestas siguen determinando una ventaja nada despreciable por parte de AMLO y por encima del líder del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya, representante del partido de centro derecha.

Anaya hizo un debate inmejorable; se preparó, mostró soltura y destreza verbal para construir y fijar sus argumentos. Capaz y convincente en sus planteamientos y determinante en su ataque en contra del populismo de izquierda que representa López Obrador. Lo cierto es que la ventaja se hace más corta y el propio AMLO se mostró preocupado una vez finalizó el debate: «No sé ustedes, pero yo creo honestamente que ganamos el debate. No quiero ser fantoche, pretencioso, presumido. Nos fue bien (...) En general muy bien. Pero como decía un boxeador, todo se lo debo a mi mánager. Se lo debo a ustedes, los ciudadanos», puntualizó a través de su cuenta en la plataforma Youtube, dos horas después de finalizada la primera batalla verbal de la campaña.

Según Jorge Castañeda, coordinador de campaña de Ricardo Anaya, este vídeo es el reconocimiento de una derrota en el debate, de que realmente los ataques del panista le hicieron daño: «Andrés Manuel hizo una cosa muy rara, una cosa que yo no he visto en la historia de los debates en México (...) sacó un vídeo un par de horas después del debate reconociendo que había fallado porque no le había podido responder a Anaya, que le hubiera gustado decir más, pero que tranquilos, que no se vayan a asustar». Y es cierto. Alguien que se sabe ganador, no se vería en la necesidad de aclarar, no juzgaría mandatorio enviar un mensaje, sobre todo a sus propios partidarios y posibles votantes, para que mantengan la calma y el apoyo.

El fantasma de la derrota persigue a López Obrador. Perdió la elección presidencial en 2006 y en 2012. Sobre todo, en su primera elección, doce años atrás, llevaba una ventaja considerable un mes antes del día de la votación. En 2006, su propia soberbia, su verbo desmedido y ofensivo espantó a un segmento importante de indecisos que finalmente decidieron darle su apoyo a Felipe Calderón, quien finalmente gobernó el país hasta el año 2012.

Faltan menos de 60 días para la elección presidencial. La historia de las campañas en México nos enseña que, en sólo días, se pueden cambiar las preferencias electorales, una vez la guerra de mensajes negativos comienza a surgir efecto. Lo cierto es que el puntero populista está preocupado y la campaña de Anaya se encuentra en su mejor momento, con buen impulso para tratar de hacer historia: intentar derrotar al eterno candidato de la izquierda populista.