Estados Unidos

Los 7.000 emails que desnudan a Hillary Clinton

Hillary Clinton, durante un mitin en una universidad de Cleveland el pasado jueves
Hillary Clinton, durante un mitin en una universidad de Cleveland el pasado jueveslarazon

Califica al primer ministro británico de «snob» y ve con preocupación la eurofobia.

Se los enseñaba a Bill Clinton, y pidió a su autor: «sigue enviándolos», en referencia a los correos de uno de sus consejeros más cercanos, Sidney Blumental, sobre las discrepancias, entre otras, de los líderes de la Unión Europea sobre el Tratado de Lisboa, firmado por todos losEstados miembros, incluida España, en la capital portuguesa en diciembre de 2007. Estuvo muy al tanto de este acuerdo, que sustituyó a la «Constitución» europea. Recibió mensajes sobre el entonces presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, el actual primer ministro británico, David Cameron o la canciller Angela Merkel. Su consejero le mandó artículos del periódico británico «The Guardian», donde le explicó cómo Cameron había incendiado a España, Francia y Alemania en octubre de 2009 tras sus intentos de hundir el Tratado de Lisboa. Sobre el político español, el ex presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel, le envió unos comentarios referidos a que habían criticado en privado a Cameron por enviar una carta al presidente checo Vaclav Klaus, el cual se había negado a rubricar el tratado. Esta información sobre el español, el francés y la alemana habría sido confirmada por altos funcionarios británicos.

Y habrá más. Más correos electrónicos comprometidos. Más escándalos. Cada mes la ex secretaria de Estado Hillary Clinton debe publicar diferentes entregas de las cuentas de emails personales que utilizó para asuntos del departamento de Estado, según se estableció conforme a la ley de Libertad de Información. Estos mensajes no se interponen en su camino a la nominación de su candidatura en las elecciones a la Casa Blanca. Se ha ganado a pulso ser la representante del Partido Demócrata en la próxima cita con las urnas para elegir presidente de Estados Unidos. Lo ha sido todo: primera dama, senadora por el estado de Nueva York, candidata en las elecciones primarias contra el entonces senador de Illinois, ahora presidente de Estados Unidos, Barack Obama. En cambio, cada vez parece estar más lejos de ser capaz de convencer al resto de los votantes, y hacerse con la Casa Blanca. Ha visto demasiado y sabe demasiado. Le llueven o salpican los escándalos.

De los correos electrónicos conocidos, los mensajes de este consejero retratan al primer ministro David Cameron como un «snob» y considera de forma negativa la llegada al poder de los conservadores tras el Gobierno de Gordon Brown en 2010. En otro mensaje, advierte sobre el ministro de Asuntos Exteriores entrante, William Hague. «Es muy antieuropeo», califica en otro texto sobre la UE. «Respecto a la política económica, Reino Unido no es ni socio ni puente hacia Europa», apunta sobre el aliado natural de Estados Unidos en el Viejo Continente. Mientras, de las formas del ex líder liberal demócrata Nick Clegg y, ex viceprimer ministro, añade que son propias de «un arrogante, de una educación no menos privilegiada que la de Cameron, aunque parece menos arrogante porque fue a Westminster en vez de a Eaton».

Asimismo, en las últimas revelaciones de estos correos electrónicos, se puede leer a Chelsea Clinton sobre el desastre de los esfuerzos internacionales en la ayuda a Haití, el país más pobre de Latinoamérica, en el que su padre ha estado muy implicado desde el terremoto de 2009. En el mismo, se queja de la incompetencia de cómo se gestionaba la ayuda en un momento en el Hillary Clinton era la jefa de la diplomacia estadounidense. El texto lo dirigió a «papá, mamá». En el mismo, estableció que «si no cambiamos rápido la organización, la gestión y la responsabilidad y los envíos sobre el terreno, podríamos enfrentarnos a muertes de miles de niños de diarrea, disentería o tifus».

Un error más que se acumula en el currículum de errores de la secretaria de Estado. Esta vez debido a que nadie se atrevió en su equipo a explicarle que tenía que abrir un correo de mensajes por Internet igual que el resto de mortales.