Pekín

Los británicos no quieren más inmigrantes de la Unión Europea

Los británicos no quieren más inmigrantes de la Unión Europea
Los británicos no quieren más inmigrantes de la Unión Europealarazon

Los británicos dan la razón al ala más conservadora del partido de David Cameron. También al UKIP de Nigel Farage, que está ganando peligrosamente puestos en los sondeos de intención de voto con un mensaje antiUE y antiinmigración que ha calado con fuerza. Y con las elecciones europeas de 2014 a la vista, el líder «tory» no se puede permitir ningún desliz si quiere garantizar su puesto de cara a las generales de 2015. En una encuesta adelantada por «The Times», el 64% de los británicos manifiesta que la inmigración europea tiene un efecto negativo en el país. De hecho, la inmigración en Reino Unido es el único aspecto que los británicos consideran negativo de estar en la UE. Y con el 1 de enero tan próximo, fecha en la rumanos y búlgaros accederan al mercado laboral, el «premier» quiere imponer una serie de limitaciones hasta que el PIB por persona del Estado correspondiente llegue a un nivel similar al promedio comunitario.

El primer ministro rumano, Victor Ponta, mostró el sábado su desacuerdo y aunque, dijo entender «las preocupaciones», recalcó que «los temores no pueden ser utilizados para generar o justificar abusos o discriminaciones». El socialdemócrata recordó además que Rumanía ha registrado el mayor crecimiento económico de la UE en el tercer trimestre de 2013 y que su Gobierno no anima a sus ciudadanos a marcharse al extranjero. Por su parte, la comisaria de Justicia de la UE, Viviane Reding, indicó que Reino Unido «debía bajar nuevamente a tierra» y advirtió, también en dirección a otros países, que se debían mirar los «hechos y cifras». Además, acusó al primer ministro británico de «hacer ruido» por razones partidistas.

Bien es cierto que, a pesar de que la política interna justifica muchos de sus actos, en esta ocasión la preocupación del «premier» por la posible avalancha de búlgaros y rumanos es compartida por otros mandatarios, sobre todo por aquellos pertenecientes a la zona euro, donde los Gobiernos han tenido que imponer recortes muy drásticos para salir de la peor crisis económica en tiempos modernos. Aparte de Reino Unido, otros países como Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos y la propia España también aprobaron algún tipo de restricción cuando los hermanos pobres de la comunidad se convirtieron en parte de la familia. Según una encuesta realizada por Channel 5 News, el 47% de los británicos considera que los inmigrantes rumanos y búlgaros no deberían tener derecho a residir, trabajar o reclamar ayudas del Estado. Un tercio de los participantes respondió que se les debería tratar igual que a otros ciudadanos de la UE, al contrario que el 18% que apostó por ponerles ciertas limitaciones para residir, trabajar o acceder a los servicios en territorio británico. En este sentido, Cameron ha advertido de que la UE ha registrado desde 2004 el mayor flujo migratorio desde la Segunda guerra mundial y ha cifrado en un millón el número de personas de Europa central y del este que residen actualmente en Reino Unido.

Consciente de todo lo que se juega, Cameron ha anunciado que van a cambiar las reglas para que «nadie pueda venir esperando obtener ayudas laborales inmediatamente». «No se las pagaremos durante los tres primeros meses», ha dicho el «premier», que también avisa de que, pasado el primer trimestre de 2014, ningún ciudadano de la UE los recibirá «indefinidamente». Así, sólo podrán reclamarlos para «un máximo de seis meses» si no demuestran que tienen «perspectiva de empleo». Los requisitos para las ayudas públicas también incluirán «un nuevo nivel mínimo de ingresos», de tal forma que se interrumpirán las concesiones si el solicitante no cumple determinados criterios de renta que el primer ministro británico aún no ha aclarado. Por otra parte, también señaló directamente a quienes «mendigan o duermen en la calle», a los que amenazó con deportar. Además, explicó que las autoridades británicas expulsarán a quienes «no estén aquí para trabajar» y vetará su entrada durante un plazo de 12 meses «si no pueden demostrar que tienen un motivo apropiado» para volver.

Hopkins, el ministro rebelde

El ministro de Vivienda para la Gobernación local, el conservador Kris Hopkins, ha liderado una rebelión dentro del Gobierno de Cameron precisamente a causa del levantamiento de las restricciones a rumanos y búlgaros. Hopkins opta por mantenerlas hasta 2019 y tiene a 50 diputados británicos del partido «tory» a su favor. Para él, si no se toman «medidas robustas» antes del 1 de enero, la población empezará a votar a la extrema derecha y otros radicales.