Venezuela
Los cuatro años de zozobra del preso Leopoldo López
Exiliados, encarcelados y divididos, los antichavistas se muestran incapaces de combatir al régimen
A pesar del arresto domiciliario, su partido Voluntad Popular ha optado por liderar el boicot a las presidenciales.
El panorama para los opositores políticos de Venezuela no puede ser más desolador. Sus líderes están en el exilio, encarcelados o inhabilitados para concurrir a las elecciones. Hay partidos que han rehusado registrarse en la convocatoria de las presidenciales. “No quieren participar en un proceso electoral en el que no hay posibilidades reales de ganar porque el Gobierno ha puesto todas las trabas posibles”, asegura el diputado en el exilio Lester Toledo, del partido Voluntad Popular, cuyo líder, Leopoldo López, cumple una pena de 14 años bajo arresto domiciliario.
En diciembre de 2015, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) arrasó en las elecciones legislativas con mayoría absoluta. Muchos dirigentes antichavistas pensaron entonces que el presidente Nicolás Maduro tenía las horas contadas. “Subestimaron cuán lejos iba a llegar el Gobierno en destruir lo poco quedaba del concepto de democracia”, asegura Javier Corrales, profesor de Ciencias Políticas en el Amherst College. Desde entonces, el oficialismo frenó el referéndum revocatorio para echar a Maduro y vació de competencias al Parlamento mediante una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia. El rearme chavista le llevó a ganar varias elecciones (regionales y municipales) y a proclamar una Asamblea Nacional Constituyente que no ha sido reconocida por la comunidad internacional ni por la propia oposición. El año pasado, el Gobierno sorteó las protestas -que dejaron más de 140 muertos en las calles, la mayoría opositores- a base de represión policial y acoso judicial. “Sembró el miedo y el desánimo entre los venezolanos que exigían la salida de Maduro”, apunta Toledo.
Tras haber atornillado el sistema y haber construido una oposición a su medida, las autoridades del país han anunciado un adelanto electoral para elegir presidente antes de mayo. La oposición, más fragmentada que nunca desde que se uniera en un solo bloque en 2010, ha dicho, de momento, que no acudirá a la convocatoria por falta de condiciones democráticas. “Esto hace que vuelva a florecer la tendencia hacia el abstencionismo y al divisionismo dentro de la oposición. El Gobierno por fin ha logrado desmoralizar, desesperanzar, y sembrar discordia dentro de la oposición”, sugiere el profesor Corrales.
Otro elemento clave es la capacidad de movilización del electorado antichavista, que ha menguado por una pura cuestión aritmética. En los últimos años se calcula que hasta dos millones de venezolanos han emigrado del país en medio de la crisis económica y la deriva autoritaria del Gobierno.
Este panorama ha abierto las contradicciones en el bloque opositor. “Ha faltado una suerte de grandeza de espíritu en la oposición para colocar la supervivencia nacional por encima de apetencias personales”, dice a LA RAZÓN el popular humorista venezolano Laureano Márquez. Las divergencias en esta plataforma tan heterogénea han sido una gran noticia para Maduro. “Es como si PP, PSOE, Ciudadanos y PNV fueran juntos en una coalición. Las disputas asomarían constantemente”, asegura un diplomático español consultado que conoce bien Venezuela.
Las críticas a la oposición venezolana son hoy moneda corriente. El profesor Tomás Arias Castillo, abogado y especialista en Derecho Administrativo en la Universidad Central de Venezuela, lo explica de esta manera: “La clase política tradicional insiste en acudir a las sesiones de “diálogo” con el Gobierno y a presentarse a “elecciones” convocadas por el régimen. Esa estrategia de hacer oposición es hoy muy cuestionada por la población, porque ha dado tiempo y acomodo al régimen, y no se plantea la sustitución de aquél”. Esa parte de la oposición, representada por la Mesa de la Unidad Democrática, “no cuestiona en el fondo los controles mediante los cuales se ha asfixiado la economía venezolana, ya que los encuentra dentro de las herramientas normales del Gobierno”.
En el país también existe otra oposición, tildada de “radical”, englobada en el movimiento Vente Venezuela, no reconocida ni por el Gobierno ni por la MUD, donde milita la combativa ex diputada María Corina Machado. “Su meta es la expulsión definitiva del régimen, principalmente mediante la protesta y la manifestación pública, incluida la difusión de ideas absolutamente contrarias, tanto al régimen como a la oposición oficial”. Esta oposición -añade Arias- proviene no de la política tradicional, sino de la sociedad civil, y “recoge algunas tendencias liberales en materia política y económica, lo cual es inusitado en Venezuela, que desde sus tiempos coloniales siempre fue víctima del intervencionismo gubernamental”.
“No sabemos como vamos a salir de esta catástrofe”, suspira Laureano Márquez. “Los opositores somos sencillamente concursantes de los juegos del hambre, queremos matarnos entre nosotros mientras alguien más poderoso quiere matarnos a todos, entre otras cosas, de hambre”. El diputado Toledo no cae en el desánimo: “Se equivocan quienes piensan que estamos acabados porque no vamos a unas elecciones. Voluntad Popular tiene miles de activistas y militantes por todo el país”. Toledo echa mano de la historia para explicar la Venezuela de hoy: “En los años cuarenta y cincuenta, el partido Acción Democrática se fue a la resistencia, sus líderes quedaron presos y exiliados. Tiempo después ese partido sacó a Venezuela de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez”.
El Gobierno chavista siempre ha buscado su legitimación mediante las elecciones. Con Hugo Chávez se ganaron todas (menos un referéndum), pero con Maduro, en medio de una crisis implacable, la vulnerabilidad del sistema ha quedado al descubierto. “Todos sabemos que las elecciones en Venezuela su manipulan”, apunta la misma fuente diplomática. Arias dice que estos comicios que se avecinan “serán sólo un ejercicio vacío del régimen. Ya han escogido la fecha, ya han inhabilitado y encarcelado a los posibles candidatos, y cuentan con un Consejo Nacional Electoral y un Tribunal Supremo de Justicia arrodillados”.
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