República de Macedonia
Los macedonios exigen un cambio
Miles de macedonios salieron a las calles en Skopje para pedir la dimisión del primer ministro, Nikola Gruevski, en una manifestación convocada por la oposición socialdemócrata que le acusa de orquestar una operación de escuchas telefónicas a políticos, medios y jueces.
Skopje vivió ayer una de las jornadas “históricas” de la joven República de Macedonia. Miles de personas se congregaron en frente del edificio del Gobierno para reclamar la dimisión del primer ministro, Nikola Gruevski, tras el escándalo de las escuchas masivas, que destaparon presuntamente la implicación de su gabinete en numerosos casos de corrupción y abusos de poder.
“No recuerdo algo igual” apunta emocionado Qiro Perovski, de 66 años, quien afirma que ya han tenido suficiente con el Ejecutivo conservador, “éste es su fin, cualquier cambio nos traerá un futuro mejor”. A su alrededor hondean decenas de banderas macedonias, pero también albanesas, una comunidad que representa una cuarta parte de la población de Macedonia, de dos millones de habitantes.
Las movilizaciones contra el Ejecutivo conservador, que lleva nueve años en el poder, se multiplicaron desde comienzos de mayo, tras una protesta que terminó en graves disturbios entre la Policía y los manifestantes, la mayoría estudiantes. Sin embargo, la crisis del Gobierno adquirió una nueva dimensión tras los ataques de un supuesto grupo terrorista en Kumanovo, ciudad norteña fronteriza con Kosovo. La operación dejó 18 muertos (8 de ellos policías). Gruevski aludió a las tensiones étnicas para explicar el ataque, aunque la oposición considera que fue un acto planeado por el propio primer ministro para desviar la atención.
Los enfrentamientos étnicos se han reducido de forma exponencial en los últimos años, después de 2001, cuando insurgentes albaneses intentaron perpetrar un golpe de Estado. “Macedonia libre”, grita Ylber Cema aplastado contra la valla de seguridad. El joven albanés de 17 años piensa que “todos están unidos en la misma lucha” y que las rencillas históricas por motivos étnicos ya no existen. Desde que saliera a la luz el contenido de las escuchas telefónicas en febrero, tanto los macedonios eslavos como los albaneses han compartido su malestar ante la, aparentemente, corrupción generalizada y el despotismo del Gobierno del VMRO-DPMNE.
Según el líder de la oposición, el socialdemócrata Zoren Zaev, al menos 20.000 personas, incluidos políticos, periodistas y líderes religiosos, fueron espiados. Desde hace un año los partidos opositores boicotean las sesiones parlamentarias por considerar como fraudulentos los comicios de abril de 2014, en los que Gruevski obtuvo un 60% de votos.
“Hemos intentado todo en el Parlamento, ahora sólo nos queda salir a la calle”, afirma Vladimir Kiroski, el secretario internacional del Partido Liberal Democrático, con 5 escaños. Para Kiroski el estallido de la población macedonia es la muestra de “toda la presión que han soportado durante los últimos nueve años”, desde que el Gobierno conservador llegó al poder en 2006.
Además, apunta que “la gente ya no tiene nada que perder”, por eso “no tienen miedo a que esto acabe en un conflicto civil”. La tasa de desempleo en Macedonia asciende al 26%, aún más elevada entre los jóvenes, mientras que, según él, la mitad de los macedonios vive bajo el umbral de la pobreza.
Las maniobras del Gobierno para contener el auge de las protestas no ha dado resultado. El ministro del Interior, la ministra de Transporte y el jefe de los Servicios Secretos, los más expuestos a posibles delitos tras la publicación de las conversaciones telefónicas, dimitieron la semana pasada. Asimismo, se ha abierto una mesa de negociación entre los partidos en el poder y la oposición, con la mediación de la Unión Europea y Estados Unidos. Esas discusiones se trasladarán este martes al Parlamento europeo y servirán para preparar la cuestión de cara a la Eurocumbre que reunirá a los máximos mandatarios europeos a finales de semana.
Polarización social
La sociedad en Macedonia se ha polarizado en los últimos meses. ‘Ser neutral significa estar aliado con el diablo’ se lee en la pancarta que sostiene Anna Gladicova, quien asegura que “la gente ha perdido el miedo a salir a la calle”. La joven estudiante de Arquitectura participó en la ocupación de la universidad de la capital, que se inició a comienzos de año y encendió la chispa de las movilizaciones contra el Gobierno. “Somos conscientes del riesgo que comporta intentar cambiar las cosas en este país. Pero no tenemos otra opción. Ahora tenemos más coraje que nunca”, afirma.
No obstante, todos coinciden en su deseo de que ese movimiento tenga un carácter pacífico. Para ello los organizadores reunieron a un centenar de voluntarios, con el papel de policías, con el objetivo de garantizar la seguridad y evitar incidentes, como los que sucedieron el pasado 5 de mayo, cuando una protesta frente a la sede gubernamental derivó en disturbios y una treintena de detenciones. “No queremos ningún enfrentamiento. Nuestro objetivo ya no es combatir contra la Policía, sino contra el Gobierno”, señala Andonov Gozan, uno de los voluntarios uniformados con camisetas rojas.
Tal y como anunció el líder de la oposición, Zoren Zaev, presente en la protesta, los manifestantes permanecerán en frente de la casa del Gobierno “hasta que el premier dimita”. Skopje no dormirá en los próximos días. El Ejecutivo conservador ha convocado una marcha para hoy con el objetivo de pedir el apoyo a Gruevski. Macedonia mide fuerzas ante un momento “histórico” que podría desencadenar un cambio político, aunque no sin antes sufrir una notable dosis de tensión.
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