Hungría

Europa se fractura a la hora de fijar el reparto de refugiados

La cumbre de ministros del Interior concluye sin un acuerdo para redistribuir a los 120.000 migrantes en territorio europeo. Los países del Este bloquean el carácter obligatorio del sistema de cuotas a la espera de la nueva reunión del 8 de octubre

Varios soldados húngaros, ayer, en la frontera entre Hungría y Serbia, cerca de Röszke, 180 kilómetros al sureste de Budapest
Varios soldados húngaros, ayer, en la frontera entre Hungría y Serbia, cerca de Röszke, 180 kilómetros al sureste de Budapestlarazon

La cumbre de ministros del Interior concluye sin un acuerdo para redistribuir a los 120.000 migrantes en territorio europeo. Los países del Este bloquean el carácter obligatorio del sistema de cuotas a la espera de la nueva reunión del 8 de octubre

Los países europeos dieron ayer la espalda a quienes esperaban una respuesta para los miles de refugiados que necesitan ser reubicados. Tras un intenso debate sobre cómo gestionar la crisis de refugiados, en una de las reuniones más esperadas después de tantas muertes en el Mediterráneo, el Consejo extraordinario concluyó sin acuerdo por la presión de los países del Este. La base era la propuesta de la Comisión que pedía la reubicación de 120.000 demandantes de asilo procedentes de Hungría, Italia y Grecia. La reacción de los países terminó mostrando la debilidad de Europa en encontrar un mensaje común. «Hay un acuerdo político de base para la reubicación de 160.000 refugiados», se apresuraban a anunciar en una rueda de prensa los ministros de Interior francés y alemán, Bernard Cazeneuve y Thomas de Maiziere, respectivamente. Antes de que concluyera la reunión, los representantes del eje franco-alemán aprovecharon un receso para dirigirse a la Prensa y hacer el anuncio. Sin embargo, el acuerdo unánime sólo llegó para la acogida de los 40.000 refugiados que la Comisión solicitó en mayo. Para la reubicación de los 120.000, los ministros se han emplazado al próximo 8 de octubre en Luxemburgo, donde se podría aprobar por mayoría cualificada. La aparición pública de los dos ministros antes de que finalizara la reunión no ayudó a la negociación, que tendría que haber respaldado unas conclusiones por unanimidad. El borrador de acuerdo, que se mantiene como Declaración de la Presidencia luxemburguesa —no vinculante—, acepta la reubicación de los 120.000 sin dar detalles sobre cómo se realizaría, ni tampoco de quién participaría. Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia y Letonia consiguieron que los más solidarios quitaran del texto cualquier referencia en primer lugar a la obligatoriedad, y en segundo lugar, a la forma en la que se establecerá el reparto. Nada de cuotas obligatorias. Pero aun así terminaron por no aceptar formar parte de la acogida de tal número de refugiados.

El mismo día que los ministros fracasaron en pactar un texto que ni siquiera incluía un reparto de responsabilidades, la tía del pequeño Aylan, Fatima Kurdi, pedía en Bruselas que los ministros firmaran un plan «humano y efectivo» que ayudara a terminar con la crisis humana. «Es tarde para salvar a Aylan, a su hermano Galip y a su madre, Rehan, pero no es tarde para salvar a los otros millones de refugiados que están allí esperando ayuda», dijo entre sollozos. Llegó a la capital comunitaria para entregar a la Comisión Europea una petición ciudadana, en conjunto con la ONG Avaaz, para que los gobiernos europeos reaccionen. Entre tanto, algunos países europeos, entre ellos Alemania, anunciaron controles temporales en sus fronteras, una noticia que sonaba al fin de Schengen, el año en el que este proyecto europeo cumplió la treintena. Pero no será así. De hecho, no es la primera vez que se imponen controles fronterizos en el espacio Schengen. El año pasado Bélgica tomaba esta misma medida en el mes de junio, con motivo de la celebración de una Cumbre G-7 en el país. Lo mismo hizo Noruega en el mes de julio, por una amenaza terrorista, y Estonia, cuando recibió la visita oficial del presidente de Estados Unidos. Sin embargo, sí es la primera vez que se imponen controles en fronteras por una cuestión migratoria o de refugiados. Alemania, concretamente, los ha activado en siete ocasiones.

El territorio libre fronteras interiores lo forman 26 países (donde se incluyen a los países asociados de Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein) en los que residen más de 400 millones de ciudadanos. Basta coger un coche para pasar de un país a otro y ser testigos de que las fronteras no existen. Ahora sin embargo, las estaciones de control que quedan en los pasos fronterizos volverán a pedir documentación para gestionar las entradas en Alemania, Austria, Eslovaquia y Holanda. Bélgica o Francia, por su parte, lo estudiarán «si la situación lo requiere». Fuentes europeas señalaron que los controles fronterizos se podrán establecer desde diez días hasta dos meses, según recogen las reglas de Schengen.

La Comisión Europea defendió que Berlín haya reintroducido controles temporales en la frontera porque las llegadas de refugiados pueden alcanzar al día los 40.000. Uno de los problemas es que se produzca un efecto contagio y se llegue a colapsar el espacio único.