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Macron tiende la mano a los chalecos amarillos, pero no cede

No retirará la subida de impuestos a los combustibles, pero la vincula a la evolución del precio del petróleo.

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha dado un giro a la política nuclear
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha dado un giro a la política nuclearlarazonLa Razón

No retirará la subida de impuestos a los combustibles, pero la vincula a la evolución del precio del petróleo.

Emmanuel Macron se sometió ayer a un difícil ejercicio de equilibrio entre la presentación de la Programación Plurianual de la Energía (PPE) y la respuesta al movimiento de los «chalecos amarillos» que reclama desde hace semanas medidas para favorecer el poder adquisitivo de las clases media y baja del país. Francia ha hecho «muy poco» para responder a los desafíos del cambio climático, constató el presidente francés en su discurso. «No hablo de los ciudadanos, que multiplican los pequeños gestos», aclaró, «sino de los dirigentes políticos, las empresas y todo tipo de responsables».

Frente a los que reclaman el abandono de la energía nuclear, Macron recordó que había sido elegido sobre un programa, no de fin sino de «reducción de la energía nuclear, del mix energético». De ahí que mantenga el objetivo lanzado por François Hollande de reducir a la mitad la parte de producción de electricidad dependiente de la energía atómica, pero en lugar de ser en 2025 como estaba previsto, será diez años más tarde. En 2035 pararán 14 reactores, entre los que se encuentran los dos de Fessenheim que dejarán de funcionar en 2020, aunque no habrá un cierre total de las centrales. Finalmente todo dependerá de la evolución de los mercados de electricidad y de los sistemas eléctricos de «nuestros vecinos europeos».

Macron también abogó por la transformación de la producción de electricidad con el desarrollo de las energías renovables: «El parque eólico será triplicado y el fotovoltaico se multiplicará por cinco» antes de 2030, y también se desarrollará la energía eólica marina. Hoy, el Estado francés consagra 5.000 millones de euros al año para el desarrollo de energías renovables financiadas íntegramente con los ingresos obtenidos con los impuestos de los carburantes. «Con este plan, mañana serán entre 7.000 y 8.000 millones al año», afirmó el presidente francés, al mismo tiempo que aseguraba que concentrarán los esfuerzos en el desarrollo de las energías «más competitivas» para no incrementar el gasto público, y que velarán por mantener el poder adquisitivo de los franceses.

Ahora, la compañía eléctrica EDF deberá a su vez proponer una estrategia con «la elaboración de un programa de nuevo nuclear» en el que los precios sean más competitivos, e intensificar las investigaciones en el sector de la energía renovable y en el almacenamiento energético. Para responder a los «chalecos amarillos», Macron apostó por no dar marcha atrás en lo que se refiere a la subida de nuevas tasas sobre el carburante previstas para el 1 de enero, al mismo tiempo que les prometía adaptar la subida de impuestos a la evolución de los precios mundiales del petróleo con el objetivo de limitar el impacto de las tasas de los carburantes (que suponen el 60% del precio que paga el consumidor). El presidente quiere que este impuesto sea así «más inteligente». Además, va a lanzar un debate nacional sobre la transición ecológica por toda Francia para escuchar las propuestas de los ciudadanos, incluidos los «chalecos amarillos».

Decepción ecologista

Como era de esperar, las grandes líneas de la política energética de Francia para los próximos diez años y los anuncios para calmar las protestas sociales dejaron a muchos descontentos. A los ecologistas, porque esperaban el cierre de seis reactores nucleares, además de los dos ya previstos, de la central de Fessenheim para 2028. Para la Fundación por la Naturaleza y el Hombre (creada por el ex ministro de Ecología Nicolas Hulot), el discurso del presidente fue una mezcla de «vacío, negación de la realidad y confesión de impotencia», y manifestaron su disgusto porque ni siquiera había mantenido las promesas que había hecho a Hulot para reducir una parte de energía nuclear.

Los «chalecos amarillos» tampoco quedaron convencidos. «Vamos a seguir con la movilización este fin de semana», anunció Yves Garrec, uno de los portavoces de Toulouse, «y esperamos que agricultores y camioneros se nos unan». Solo algunos, como el bretón Guy Le Falher, están medianamente satisfechos con el ajuste de impuestos sobre el combustible. «Algo es algo», dice.