Análisis

«La mejor apuesta para los israelíes es evitar la guerra de túneles»

El historiador norteamericano James L. Gelvin advierte sobre la operación en Gaza: «Para una nación poderosa es fácil invadir un territorio y destruir su Gobierno. Lo que no es fácil es que se retire y deje tras de sí estructuras de gobernanza viables y populares»

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Las fuerzas de Israel realizan una «incursión selectiva» en el sur de la Franja de GazaEuropa Press

Israel ha completado el cerco de la Ciudad de Gaza, bastión de Hamás, y combate cuerpo a cuerpo con los militantes del brazo armado del grupo en cuatro frentes distintos, según el portavoz de las Brigadas Al Qassam, Abu Obeida. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, presumió de que sus tropas habían abatido a una docena de comandantes de batallones de Hamás, pero el Ejército israelí reconoció 28 bajas en sus filas desde que diera comienzo la operación. En mitad de los enfrentamientos en Gaza, que se han cobrado la vida de más de 9.500 personas, el historiador estadounidense James L. Gelvin, autor de obras como «The Israel-Palestine Conflict: One Hundred Years of War» (Cambridge, 2005), analiza las implicaciones de la nueva escalada bélica en conversación con LA RAZÓN.

¿Está preparado el Ejército israelí para librar una guerra subterránea dentro de Gaza?

Según los expertos militares, ningún Ejército está bien preparado para librar una guerra subterránea. Israel dispone de unidades especiales entrenadas en la guerra de túneles, que puede desplegar. También puede utilizar la robótica. Pero el Ejército israelí se enfrentará a obstáculos: la mayoría de las gafas de visión nocturna dependen de la luz ambiental para funcionar y los equipos electrónicos necesitan enlaces por satélite, que no estarán disponibles; los túneles de Hamás son muy estrechos, lo que limita las maniobras ofensivas; las armas producen efectos conmocionantes en los túneles, que reverberan en perjuicio de ambos bandos; Hamás podría tener escudos humanos en los túneles. La mejor apuesta para los israelíes es evitar la guerra de túneles, incluso evitar la guerra urbana a gran escala. En cambio, los estadounidenses, que han experimentado la guerra de túneles en Vietnam y la guerra urbana en Faluya, han recomendado ataques selectivos e incursiones de comandos para eliminar a los dirigentes de Hamás y rescatar a los rehenes. Por ahora, es imposible saber si los israelíes seguirán este consejo.

¿Qué posibilidades hay de que el conflicto se extienda a la región, tal vez a Líbano o incluso a Irán?

No es probable que el conflicto se extienda más allá de los territorios palestinos; es decir, tanto Gaza como Cisjordania. Cisjordania también podría estallar como consecuencia de la expansión de los asentamientos bajo los gobiernos de Netanyahu y de la violencia de los colonos. Pero es poco probable que el conflicto se extienda a otros lugares. El 3 de octubre, Hasán Nasralá, líder de Hizbulá, declaró fundamentalmente que su organización hostigará a Israel, pero no abrirá otro frente contra él. Hay que recordar que Hizbulá es una organización libanesa cuyo problema con Israel es diferente del problema palestino con Israel. Tampoco es probable que Irán se implique directamente. Para Israel, los acontecimientos del 7 de octubre afectaron a la existencia misma del Estado; para Irán, cualquier ventaja que obtuviera entrando directamente en el conflicto no supondría un beneficio equivalente. Irán no tiene pleno control sobre la mayoría de sus aliados en la región –Hizbulá, los hutíes de Yemen, el Gobierno sirio–, que actúan según sus propios intereses, que a menudo están alineados con los de Irán. Hizbulá ha participado en un intercambio limitado de fuego de artillería y similares con Israel; los hutíes han disparado algún que otro misil hacia Israel, pero ninguno de los dos parece querer implicarse más; ambos tienen problemas locales que resolver. Los ataques israelíes contra objetivos iraníes en Siria se vienen produciendo desde hace años y deberían verse como una forma de comunicación sobre lo que los israelíes tolerarán y lo que no. Aparte de eso, no espero mucho más.

¿Cree que el ataque de Hamás tuvo una motivación geopolítica para impedir la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudí?

Históricamente, ha habido tres razones por las que los grupos palestinos han lanzado operaciones como la que Hamás lanzó el 7 de octubre: para mantener la cuestión palestina en la agenda internacional, para sabotear cualquier acuerdo que consideren que no aborda las principales demandas palestinas y para ganar ventaja sobre sus adversarios en el movimiento nacional palestino. Las tres cosas estaban en juego el 7 de octubre. Los Acuerdos de Abraham y la posible normalización de las relaciones entre Arabia Saudí e Israel demuestran el hecho de que varios Estados árabes consideran que las buenas relaciones con Israel son más importantes para ellos que la cuestión palestina. Esto se debe en gran medida a la polarización de la región en dos bandos: el de Arabia Saudí y el de Irán. Israel proporcionaría a regímenes como el de Arabia Saudí profundidad estratégica, tecnología (incluido el programa espía Pegasus para utilizarlo contra sus propios ciudadanos) y acceso a los escalones más altos de la Administración estadounidense. Lo que ocurrió el 7 de octubre fue que Hamás demostró que la cuestión palestina seguiría siendo el centro de atención en el mundo árabe. Bahréin ha retirado a su embajador de Israel y Arabia Saudí ha suspendido las conversaciones sobre la normalización con Israel. Por mucho que regímenes como Arabia Saudí quisieran que la cuestión palestina desapareciera para poder concentrarse en el conflicto con Irán, los acontecimientos del 7 de octubre y la reacción de Israel encendieron la ira generalizada en el mundo árabe y hacen que eso sea imposible.

¿Qué ocurrirá después de que Israel tome la Franja de Gaza? ¿Un nuevo Gobierno palestino?

Israel anunció que sus objetivos son la destrucción de Hamás y la liberación de los rehenes. Por lo que veo, no hay planes para el «día después», sólo ilusiones. Si Israel destruye a Hamás e inflige más daños a Gaza, ningún gobierno árabe –ni Egipto ni los socios de Israel en los Acuerdos de Abraham– se atrevería a ayudar a Israel vigilando Gaza o actuando como administradores temporales. Tampoco lo haría la Autoridad Palestina en Cisjordania, a la que muchos ya consideran colaboradora de Israel. Israel abandonó Gaza en 2005 porque retener el territorio no aporta ningún valor añadido a Israel. No desea reocuparlo y administrarlo por sí mismo. ¿Y qué significa destruir a Hamás? ¿Matar a sus miembros? ¿Destruir su infraestructura? Hamás lleva dos sombreros: uno es militar, el otro civil. Junto a su aventurerismo militar contra Israel, Hamás proporciona servicios sociales y bienestar a los ocupantes de Gaza, a quienes puede que no les guste la represión y la corrupción de Hamás, pero dependen de ella. Israel no parece tener más planes realistas que infligir todo el daño que pueda. Esto me recuerda lo que hizo Estados Unidos en Irak. Para una nación poderosa es fácil invadir un territorio y destruir su Gobierno. Lo que no es fácil es que se retire y deje tras de sí estructuras de gobernanza viables y populares.