Rusia
Moscú ve una victoria y pide retomar los acuerdos estratégicos
El Kremlin se siente exculpado de la trama pese a que una treintena de rusos están acusados de injerencia
El Kremlin se siente exculpado de la trama pese a que una treintena de rusos están acusados de injerencia.
Las conclusiones de la pesquisa de Robert Mueller sobre el «Rusiagate» han sido recibidas como una victoria por Moscú, que ha tendido la mano al Gobierno estadounidense para restablecer sus relaciones. «La pelota está en el tejado de EE UU. Le dimos el balón al presidente Trump en Helsinki», afirmó el portavoz del Kremlin pocas horas después de conocerse los resultados de las pesquisas del ex jefe del FBI: nadie del equipo del mandatario se coordinó con Rusia en las elecciones de 2016. Dmitri Peskov hacía referencia a la cumbre de julio de 2018 en Finlandia entre Trump y Putin, donde el líder estadounidense se negó a declarar que Moscú influyó en los comicios de EE UU. Metafóricamente, Putin le regaló un balón del Mundial celebrado días antes en su país. «La Federación Rusa nunca ha sido partidaria de comenzar a destruir los acuerdos estratégicos, tan necesarios para la estabilidad y seguridad internacionales», declaró Peskov. «Al contrario, el presidente Putin ha dicho repetidas veces que nos interesan unas buenas relaciones con EE. UU», añadió.
Para Moscú, este dictamen puede ayudar a lograr una mayor sintonía con Trump en algunos de sus conflictos actuales, como la suspensión del Tratado sobre Misiles de Medio y Corto Alcance (INF), el control de las armas nucleares o un alivio de las sanciones. Sin embargo, el Kremlin mostró cautela dado que solo se ha conocido un resumen de la investigación, no su letra pequeña. «No hemos visto el propio informe, casi nadie lo ha visto, por lo que no podemos comentarlo al detalle», puntualizó Peskov antes de recalcar que Rusia «nunca interfirió en los asuntos internos de otros países, y esto incluye EE UU».
Sin embargo, la pesquisa estadounidense ha presentado cargos contra una treintena de ciudadanos y firmas rusos bajo la acusación de tratar de interferir en las elecciones de dos maneras: una, a través de la desinformación en las redes sociales por una compañía radicada en aquel país, llamada Internet Research Agency (IRA); y otra, con el «hackeo» y filtración posterior de los correos demócratas a través de plataformas como Wikileaks. El Ministerio de Exteriores ruso mostró su indignación por las querellas. «La motivación política de estos casos es tan obvia que solo es posible catalogarlos como una vergüenza para la Justicia estadounidense», denunció el organismo tras afirmar que estas acusaciones buscan «justificar de alguna manera la actividad inútil de un equipo de investigación grande». Por otra parte, la cartera que dirige Serguei Lavrov recalcó en un comunicado que desde hace tiempo ha propuesto a Washington la creación de un grupo de trabajo sobre ciberseguridad. Otros políticos como el presidente del Comité de Política de la Información citaron a Flynn o Manafort para concluir que «todo fue humo».
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