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El Estado Islámico masacra a la población chií en Irak
Un conductor suicida se inmola en una concurrida zona comercial de Bagdad y provoca la muerte de al menos 125 personas
Un atentado suicida con coche bomba perpetrado por el grupo terrorista Estado Islámico (EI) en una zona comercial del centro de Bagdad causó hoy la muerte a 125 personas, la cifra más elevada de víctimas mortales en un solo ataque registrada este año.
Apenas quedan unos días para que termine el Ramadán y muchas familias se encontraban la noche del sábado en el barrio de Karrada, de mayoría chií, realizando las compras para la fiesta del Aid El Fitr, que marca el fin del mes del ayuno musulmán y que se celebra el 7 de julio. Fue entonces cuando un vehículo cargado de explosivos, conducido por un suicida, estalló junto a una heladería de un centro comercial repleto de gente. Más de 125 civiles, entre ellos 15 menores, murieron a consecuencia de la fuerte explosión quemados o asfixiados, y otras 170 personas resultaron heridas. La potente deflagración destrozó, además de varias plantas del centro comercial, algunas viviendas y comercios aledaños.
El atentado se produjo sobre la una de la madrugada hora local y en esta zona muy concurrida de la capital, donde se encuentra la heladería Yabar Abu al Sharbat, la más popular y antigua de Bagdad. En pleno verano, los vecinos prolongan las noches en la calle para respirar un poco de aire fresco. «Fue como un terremoto», dijo a Afp Karim Sami, un vendedor ambulante de 35 años de edad. «Me dirigía a casa cuando vi una bola de fuego seguido del ruido tronador de las explosiones. Tenía tanto miedo de volver que empecé a hacer llamadas telefónicas a mis amigos, pero ninguno contestó», declaró, por su parte, otro testigo, padre de tres hijos.
El Estado Islámico no tardó en asumir la autoría del atentado a través de un comunicado firmado por Wilayat Bagdad (Provincia de Bagdad) y difundido en las redes sociales, en el que aseguró que el objetivo eran los chiíes. «En el marco de las permanentes operaciones de seguridad de los soldados del califato en Bagdad, el hermano muyahidín [guerrero santo] Abu Maha al Iraqui logró hacer estallar su coche bomba en una concentración de renegados [chiíes]», reza la nota del EI.
El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, se desplazó hasta Al Karrada para ofrecer su apoyo a las víctimas. Sin embargo, una turba encolerizada le lanzó piedras, zapatos y bidones al paso de su convoy en señal de protesta. El primer ministro se sobrepuso de la incómoda situación y pronunció unas palabras en la zona del ataque: «Los terroristas, después de haber sido aplastados en los campos de batalla, cometen ataques con explosivos en un intento desesperado». Al Abadi prometió castigar a «las bandas terroristas que perpetraron el atentado» y mostró su confianza en que «la victoria está muy cerca», en referencia a la inminente ofensiva para liberar la ciudad de Mosul.
La matanza en el mercado de Karrada no fue el único ataque que golpeó ayer a Bagdad. Horas después, un artefacto explosivo improvisado estalló en la zona de Shaab, también chií, en el norte de Bagdad, matando a 5 personas e hiriendo a 16, según informaron fuentes policiales. Ningún grupo se atribuyó la responsabilidad de este ataque, pero llevaba el sello del EI, que a menudo dirige sus ataques contra zonas comerciales y de población chií.
Los atentados suicidas se han convertido en una práctica cotidiana de los yihadistas en la capital iraquí. Mezquitas, mausoleos, mercados populares en barrios de mayoría chií están siendo atacados como respuesta a las operaciones militares del Ejercito iraquí, con el apoyo de las milicias chiíes, contra el EI. Pese a haber perdido un tercio de su territorio en Irak, a lo que se suma el golpe al bastión de Faluya, el EI ha demostrado que sigue teniendo capacidad y recursos para atacar el corazón de Bagdad. Los yihadistas mantienen una red de células durmientes que se refugian en el llamado «cinturón de Bagdad», localidades de mayoría suní en el extrarradio de la capital, y que tienen capacidad para preparar coches bomba y entrenar a cientos de combatientes y suicidas. La oleada de atentados en los últimos meses en la capital iraquí, donde han muerto más de dos centenares de personas desde mayo, es un intento de desestabilizar la seguridad y crear el caos en Bagdad, en medio de la peor crisis política desatada desde la caída de Sadam Husein. Miles de seguidores del clérigo Muqtadar al Sadr han protagonizado multitudinarias protestas que amenazan con hacer caer al Gobierno.
La lucha contra el Estado Islámico ha exacerbado la violencia sectaria que sufre desde hace años Irak, principalmente entre chiíes y suníes. El pasado 11 de mayo, el Estado Islámico mató a 93 personas y dejó heridas a más de 160 en tres atentados perpetrados en dos barrios de mayoría chií y otro suní en Bagdad. Seis días después, 45 personas fallecieron en una nueva ola de atentados en la capital, mientras que el 9 de junio una veintena pereció cuando un suicida al volante de un coche bomba detonó los explosivos en el barrio de Nuevo Bagdad, también chií. Además, la matanza en el centro comercial de Bagdad ocurre sólo un día después de que el grupo terrorista llevara a cabo una carnicería en una cafetería en el centro de Dacca (Bangladesh) en la que murieron a machetazos veinte rehenes extranjeros, y una semana después del atentado de Estambul.
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