Israel

Netanyahu: «La votación no cambiará nada»

La ONU reconoce a Palestina como «Estado observador» con una amplia mayoría. EE UU e Israel lideran el «no»

La Razón
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Con una amplia mayoría de 138 votos a favor, nueve en contra y 41 abstenciones, la Asamblea General de Naciones Unidas reconoció por primera vez a Palestina como «Estado observador» no miembro. La delegación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) celebró el reconocimiento como un avance en su estatus político y diplomático y exigió ser siempre denominados como Estado de Palestina, aunque no significa que se haya convertido en el miembro número 194.

El bloque del «no» estuvo liderado por Israel, EE UU y Canadá, mientras que el «sí» contó con la participación de algunas de las principales potencias europeas como Francia, España o Italia, también consideradas como grandes aliadas de Israel. Alemania y Reino Unido se decantaron por la abstención, lo que supuso una decepción para el Gobierno de Jerusalén. Los países europeos que votaron a favor justificaron su posición con la necesidad de fortalecer al moderado presidente de la ANP, Mahmud Abas, frente al radicalismo de Hamas. Washington siguió muy de cerca la votación, mientras que la todavía secretaria de Estado, Hillary Clinton, trató de disuadir hasta el último minuto a Abas para que no llevase a cabo su propuesta. Pero el presidente de la ANP culminó anoche un proceso de reconocimiento internacional que lanzó en septiembre de 2011 pero que tuvo que modificar y rebajar después de que quedara paralizado en el Consejo de Seguridad por no conseguir los votos necesarios. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, aprovechó para pedir «una solución de dos estados», un acuerdo que ha sido «aplazado» durante demasiado tiempo. «Creo que los palestinos tienen su legítimo derecho a tener su propio Estado independiente e Israel tiene derecho a vivir con seguridad dentro de sus fronteras», subrayó Ban, quien reiteró que «no puede haber sustitutos a las negociaciones directas».

Oficialmente, la ANP sostiene que su intención es, con su nueva condición, reimpulsar las conversaciones de paz, de cuyo estancamiento se acusan mutuamente israelíes y palestinos. «El visto bueno a este certificado de nacimiento supone la última oportunidad para lograr una solución de dos estados en Oriente Próximo», dijo en su discurso Abas. «El voto supone una obligación moral y la ventana de oportunidad para la paz se está reduciendo y el tiempo se agota rápidamente», añadió Abas.

La gran preocupación de Israel es que lo único que deseen los palestinos sea trasladar a los organismos internacionales el conflicto, en lugar de sentarse a negociar sin concesiones previas. «La paz será lograda en un entedimiento entre Jerusalén y Ramala, no con declaraciones desconectadas adoptadas en Naciones Unidas», declaró ayer el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. «La decisión en Naciones Unidas no cambiará nada en el terreno. No promoverá el establecimiento de un Estado palestino, sino que lo alejará». Precisamente, se teme que esta votación abra la puerta a que Palestina pueda formar parte de otras entidades de la ONU, y demandar por crímenes contra la Humanidad a EE UU e Israel en la Corte Penal Internacional. Ayer antes de la votación, el embajador de Israel ante Naciones Unidas, Ron Prosor, indicó que el voto «no avanza el proceso de paz, lo empuja hacia atrás».

De hecho, en la práctica es difícil que cambie nada sobre el terreno que no se haya acordado previamente con Israel. Incluso en Jerusalén nadie descarta que se pueda abrir un periodo de tensión, ya que parte de la sociedad israelí considera que se han violado los Acuerdos de Oslo con el movimiento unilateral de los palestinos en Naciones Unidas. Entre los numerosos desafíos con los que habrá que lidiar, se presentan dos grandes interrogantes. Una es qué uso dará la ANP de su nuevo estatus, si se comportan como una entidad hostil hacia Israel con la presentación de recursos en las instituciones internacionales, o si aprovechan su victoria diplomática, para regresar con fuerza a la mesa de negociaciones. La otra es cuál será la actitud del Gobierno de Netanyahu: si se aferra a su visión del paso unilateral de los palestinos como una violación de los Acuerdo de Oslo, o si buscan la forma de maniobrar en la nueva situación para no seguir perdiendo puntos, y dejar en claro que su deseo es avanzar hacia la paz, a pesar de los errores de Abas.