Caso Nisman
Nisman: Caso abierto
Un ex espía del SIDE asegura a LA RAZÓN que el fiscal fue asesinado como revela el último informe forense. Mañana, el juez llama a declarar a una docena de legisladores para ver si abre causa contra la ex presidenta Cristina Kirchner
Un ex espía del SIDE asegura a LA RAZÓN que el fiscal fue asesinado como revela el último informe forense. Mañana, el juez llama a declarar a una docena de legisladores para ver si abre causa contra la ex presidenta Cristina Kirchner.
Juego de espías. Es una noche cualquiera en Buenos Aires. Llueve pero el clima es suave. Nuestro «garganta profunda» nos cita en un bar del barrio de Almagro, un barrio tanguero de Buenos Aires. Suena Piazzola de fondo, como corresponde, un gran grafiti de Gardel ilustra las paredes. Luz tenue y risas en la trastienda. Romero –un ex espía de los antiguos servicios secretos SIDE cuyo nombre es ficticio– llega puntual a la cita. Una gabardina empapada y lentes de pasta. Avanzada edad, pronunciado bigote colmado de canas, y una calva creciente. Se enciende un cigarrillo pese a que esta prohibido en la sala, el camarero se acerca a reprobarle pero él lo resuelve con una mirada amenazante. El mozo se escabulle entre las mesas buscando a su jefe. «Estos pendejos no entienden nada» dice mientras pide un fernet y algo de picar. «Este lugar ya no es lo que era», afirma. Romero dice que ya está retirado. «Ahora me dedico a labores de analista, llevo asuntos digamos...privados. Quizás cuando las cosas se enfríen, escriba un libro».
Devora con ansia el sáleme y un trozo de entraña que baña en chimichurri. Sin terminar su festín, levanta el brazo pedir «un pingüino» –recipiente de barro– repleto de vino Malbec. Poco a poco, copa tras copa, su lengua cobra vida. «Eran tiempos convulsos. Lo que puedo decir es que dentro de la SIDE (servicios secretos) había una guerra interna. Por un lado estaba el grupo que llevaba de forma oficial el caso Nisman. Lo vigilábamos, pinchábamos los teléfonos, pero siempre bajo órdenes judiciales, con la cooperación de las compañías de teléfono. Pero había otro grupo que trabajaba haciendo “horas extras” para una empresa privada. El dinero llegaba de Irán», relata. «¿Y el Mossad?», pregunto. «Esos hacían las cosas por su cuenta, tenían a su propia gente y a Nisman», responde. «Es una práctica común, muchos de nosotros hacíamos “changas” –chapuzas– para particulares. Indagar, seguimientos, pinchazos y otros trabajos sucios. Por otro lado había una facción que odiaba a Kirchner, por haberlos degradado o destituido. No sé quien mató a Nisman pero por varias razones su muerte, era muy rentable, y desde luego no fue un suicidio». Pocas palabras pero contundentes.
Ya ha pasado cerca de tres años desde la muerte del fiscal Alberto Nisman y su deceso sigue siendo un misterio. En plena campaña de las elecciones legislativas, las nuevas pistas apuntan hacia la ex presidenta Cristina Kirchner –candidata al Senado–, aunque la enrevesada trama, que bien podría convertirse en guión de cine, todavía tiene varios finales posibles.
El último capítulo. El juez federal Claudio Bonadio antes de decidir si indaga a la ex presidenta como sospechosa de encubrir a Irán en la causa por el ataque a la AMIA (el atentado terrorista contra la Mutual Israelita Argentina en 1994 donde murieron 85 personas) decidió citar como testigos a doce legisladores y ex legisladores oficialistas y de la oposición para conocer detalles sobre la aprobación de la ley que le dio vida al pacto con Irán. Los interrogatorios comienzan mañana. El giro drástico en la investigación sobre la muerte del fiscal argentino se produjo el mes pasado tras un peritaje forense que señalaba que habría sido asesinado de un disparo en la cabeza. El estudio que sostiene que Nisman habría sido víctima de un homicidio fue encabezado por expertos de la Gendarmería Nacional. Estudios anteriores se habían inclinado por la hipótesis del suicidio. Según este último informe, Nisman habría sido drogado con ketamina, un potente anestésico, y golpeado – un impacto le quebró el tabique nasal y otro se produjo en el hígado– para ser reducido. Tras ello fue situado por dos personas en el baño de su apartamento de Buenos Aires y ejecutado de un tiro. También incluye una nueva teoría sobre la hora de la muerte, que pone en aprietos a quien fuera su asesor informático, Diego Lagomarsino. Otro personaje oscuro de la trama, a quienes muchos califican como agente secreto. La pericia realizada bajo la investigación de la fiscal Viviana Fein había arrojado que Nisman murió a las 8 de la mañana del domingo 18 de enero de 2015. Pero ahora, un estudio de «semiología cadavérica» de la Gendarmería calcula que habría ocurrido entorno a las 3 de la madrugada, por lo que Lagomarsino quien además le prestó un arma, podría haber estado en la casa, según revelan las cámaras de seguridad y diferentes testimonios. De hecho, la defensa del supuesto técnico pidió la nulidad de estas últimas conclusiones.
El fiscal abrió la caja de pandora al entender que la firma del pacto secreto con Irán fue el primer paso de un plan opaco que contemplaba el levantamiento de las circulares de Interpol con las órdenes de captura de los ex funcionarios iraníes, considerados los cerebros del ataque. Se trata del memorándum del 2013 mediante el cual Irán accedía a colaborar en las investigaciones. La pregunta es: ¿a qué precio? Además habría incluidos, suculentos contratos energéticos que se firmarían en la sombra, con las coimas de turno. Dicho pacto nunca llegó a fructificar, ya que lo revocó el Congreso. Esta causa estuvo dos años paralizada hasta que finalmente un tribunal le dio nueva vida a fines de 2016, ya con el actual Gobierno de Mauricio Macri.
En todo este entramado los servicios secretos juegan un papel fundamental. En su explosivo testimonio ante la Justicia, el ex director general de Operaciones de la SIDE , Antonio Stiuso afirmó que a Nisman lo mató supuestamente un grupo iraní-venezolano que habría contado con el apoyo local de Quebracho –grupo de choque afín al kirchnerismo– y Luis D’Elía, un líder piquetero Ultra K. Fuerzas que surgen de los bajos fondos bonaerenses. Stiuso, quien fue el jefe más poderoso de la SIDE desde el 2002 hasta el 2014, reveló que al principio la custodia de Nisman estaba a su cargo pero que luego pasó a manos de la Policía Federal. Además, recordó que el fiscal tenía una fatua (una orden religiosa secreta de asesinato) desde que confirmó las órdenes de detención de funcionarios iraníes como autores ideológicos del atentado contra la AMIA. «Cuando sos blanco de este gente, la custodia no tiene sentido», advirtió.
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