Reino Unido
El primer ministro Sunak vive horas bajas por su plan para enviar migrantes a Ruanda
Una treintena de diputados "tories" amenaza con rebelarse contra el Gobierno británico por considerar demasiado blando el proyecto para combatir la inmigración ilegal
Cuando Rishi Sunak era un joven diputado desconocido entre los británicos, uno de sus amigos más cercanos en Westminster era su compañero "tory" Robert Jenrick. Ambos comparaban sus notas y elaboraban minuciosos análisis. Pero, una vez más, el Partido Conservador ha demostrado ser una máquina letal sin miramientos donde las traiciones internas superan los mismísimos dramas de Shakespeare. La dimisión de Jenrick como secretario de Estado de Inmigración por sus discrepancias ante el nuevo `Plan Ruanda´ con el que se intenta detener la llegada de pateras ha puesto contra las cuerdas al primer ministro, quien afronta una semana clave para un liderazgo cada vez más cuestionado en la calle y entre sus propias filas, donde el ala dura amenaza con una rebelión que estarían dispuetos a capitanear 30 diputos.
La inmigración -o más bien su incapacidad para gestionarla- se ha convertido en gran Talón de Aquiles para un político que lleva poco más de un año como inquilino de Downing Street. ¿Es posible que la formación se esté planteando cambiar nuevamente de líder? Es algo que comienzan a comentar con cada vez más frecuencia los analistas.
A priori, podría parecer descabellado teniendo en cuenta que queda sólo un año para las elecciones generales, o incluso menos, porque se podrían adelantar a mayo de 2024. Con todo, teniendo en cuenta el modus operandi de los conservadores, no se puede descartar ningún escenario.
Desde 2010, cuando llegaron al Gobierno, han pasado ya hasta cinco mandatarios por la mítica puerta negra del Número 10. Las filas conservadoras no tuvieron reparos ni siquiera para forzar la salida de Boris Johnson, el mismo que les consiguió una mayoría abrumadora en los últimos comicios y ejecutó el Brexit. Por lo que no les va a temblar el pulso ahora con Sunak, quien ni siquiera ha pasado el examen de las urnas ya que se convirtió en primer ministro por proceso de primarias en las que los afiliados no tuvieron ni voz ni voto.
Con una ventaja de más de veinte puntos de la oposición laborista, los ánimos entre los conservadores están por los suelos. Están dispuestos a hacer lo que sea para dar un vuelco a los sondeos. Pero todo apunta al fin de una era.
El lunes, Sunak prestará declaración ante la investigación independiente que analiza la cuestionada gestión del Gobierno ante la pandemia del coronavirus, años en los que él estuvo como titular del Tesoro. Se trata de un asunto que sigue causando indignación en la calle.
Pero la cita clave será el martes en Westminster, cuando será debatida la nueva pieza legislativa para mandar a Ruanda a los inmigrantes sin papeles. La votación se interpreta como una moción de confianza sobre su gestión como jefe del Gobierno en materia de inmigración, una de las cuestiones que más preocupa al electorado y sobre la que Sunak, según los sondeos, ha perdido el control.
Después de que el Tribunal Supremo considerara “ilegal” el plan para mandar al país africano a los inmigrantes ilegales -la pieza central de la actual legislatura- Sunak ha cerrado un nuevo pacto con Kigali con modificaciones para asegurar que “las personas desplazadas a Ruanda no correrán el riesgo de ser devueltas a un país donde su vida o su libertad se vean amenazadas”. Espera así tener la aprobación de la justicia, tanto la británica, como la internacional, ya que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos también se opuso a la controvertida medida.
Pero el ala dura del partido quiere ir más allá. Reclaman que sacar Reino Unido de la Convención Europea de Derechos Humanos es la única vía de evitar que la política de deportaciones a Ruada vuelva a ser obstaculizada por los jueces. Este es el argumento que avaló Robert Jenrick -el que fuera íntimo amigo de Sunak- al presentar el pasado miércoles su dimisión.
Lejos de recuperar el control de la fronteras, la que fuera gran promesa del Brexit, la migración neta -la diferencia de los que llegan respecto a los que se van- marcó un nuevo récord en 2022, con 745.000, por encima de lo que se había estimado previamente, según reveló la Oficina Nacional de Estadísticas, lo que supone una auténtica humillación para el Partido Conservador.
En los pasillos de Westminster ya comienzan a escucharse conversaciones sobre un desafío de liderazgo. La idea de designar a un sexto primer ministro conservador desde 2010 (tantos como los laboristas han tenido en su historia) podría parecer una locura. Pero tal rebelión bien puede ocurrir si suficientes parlamentarios piensan que necesitan deshacerse de Sunak para salvar su escaño. Todo es posible en política.
El acuerdo migratorio suscrito por Reino Unido y Ruanda ya le ha costado a la parte británica unos 290 millones de libras (cerca de 340 millones de euros), entre los fondos ya entregados y un paquete nuevo prometido para el próximo año El Ministerio de Interior ha reconocido que a los 140 millones de libras ya conocidos se han sumado este año otros 100 millones, a los que habría que añadir además 50 millones de libras más que Londres espera abonar en 2024. La portavoz laborista para temas de Interior, Yvette Cooper, califica de “increíbles” los últimos datos. “¿Cuántos cheques en blanco extenderá Rishi Sunak antes de que los 'tories' admitan que esta iniciativa es una absoluta farsa?”, plantea.
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