Chile
Rebelión contra la desigualdad social en Chile
En un momento en el que se contabilizan al menos 15 muertos provocados por los disturbios, el sociólogo e investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) Aldo Mascareño explica en una entrevista a LA RAZÓN cómo la sociedad chilena ha llegado hasta este punto.
Las subidas del precio del billete de metro fue el catalizador, pero ¿cuáles fueron los motivos?
Sí, lo del precio de los billetes solo fue la gota que colmó el vaso. En sociedades con un proceso de modernización muy rápido, como es el caso de la sociedad chilena, se van acumulando tensiones a lo largo de los años por diferentes motivos. En el caso de Chile tiene que ver con que la modernización no ha llegado igual -o no se ha ajustado de la misma forma- a las diferentes realidades sociales, provocando dificultades en el acceso a la educación o a los servicios de salud, las pensiones son muy bajas porque dependen directamente de unos salarios muy bajos, (...).
Todo esto ha creado una desigualdad socioeconómica y una desigualdad simbólica, en términos de trato y relaciones sociales. Como unas placas tectónicas que se mueven poco a poco, que se van ajustando, y que van acumulando tensiones hasta que, antes o después, se produce este terremoto. Las tensiones se han estado acumulando durante unos 20 años. Y aunque se liberaron levemente durante las marchas del año 2011 (que produjeron algunos cambios en el sistema educativo), ahora se han desatado con fuerza, con unos niveles de violencia que no se esperaban.
¿El modelo liberal chileno está en peligro?
Me parece que esta crisis no es diferente a las que han vivido otros modelos similares al capitalismo democrático chileno, como es el caso de Francia, o el de España. En el momento en el que explotan estas movilizaciones, lo que está ocurriendo es que se está llevando a cabo una reestructuración de la sociedad. Surge una disputa por el orden social que hace necesario un ajuste institucional. Y si ese ajuste no llega, se pone en riesgo la estructura democrática. Hemos visto cómo en otros países latinoamericanos se ha resuelto muchas veces por el lado del populismo, ya sea de izquierda o de derecha. Por ese motivo, es necesario hacer un diagnóstico claro sobre lo que está pasando en la sociedad, y tomar medidas de forma rápida y eficaz. Si las decisiones son las apropiadas, el sistema capitalista se puede recomponer, en un sentido institucional. Y eso es un problema, porque no estamos viendo una reacción así por parte del Gobierno.
¿Ha sido proporcional y eficaz la respuesta del Ejecutivo?
Yo diría que no. Aunque se anuló rápidamente la decisión de aumentar el coste del billete de metro, para la avalancha en la que estamos ahora, parece una decisión mínima. Al tener múltiples causas, hay que tomar decisiones en todos los campos. Y eso no es solo responsabilidad del Ejecutivo, es responsabilidad de todos los poderes del Estado. Ahora el Gobierno está en una fase de “asombro” por lo que está sucediendo, tratando de guardar el orden público. Pero tiene que reconstruir no solo el orden público, sino también el orden social. Eso no se puede hacer en un día, eso lleva tiempo. Lo que esperamos son medidas que afecten a la vida cotidiana de la gente, como en el sistema de pensiones, en los impuestos, en el sistema de salud, en la educación, (...) Una crisis compleja hay que abordarla de forma compleja. No hay otra alternativa.
¿El estado de emergencia estaba justificado o era demasiado pronto?
Estas decisiones son siempre medidas paradójicas, porque, al querer controlar los disturbios, se consigue un efecto adverso de violencia y enfrentamiento. Pero es una prerrogativa constitucional, por eso no constituye una acción autoritaria. Frente a la situación de saqueos, de violencia callejera, primero hay que restituir el orden público, para luego pensar en el orden social. Por eso no me parece que la medida haya sido precipitada. Es una medida que se iba a tomar de todas maneras. Así que, cuanto antes se tomara, mejor. Eso sí, en una sociedad democrática, una medida de este tipo debe ir acompañada de los suficientes resguardos en términos de derechos humanos, como la creación de una Comisión de Observadores de Derechos Humanos, para evitar que los militares hagan lo que quieran. Y eso no se ha hecho.
¿La acción de Caracas y La Habana están detrás de las manifestaciones contra Piñera?
Maduro no tiene ni siquiera poder para controlar el interior de Venezuela, por lo que es muy difícil imaginar cómo iba a lograr algo semejante. Es una teoría conspirativa del estilo de las de los años 60 durante la Guerra Fría. Lo que hay que entender aquí es que se trata de una crisis en una sociedad compleja, y los problemas en sociedades complejas no tienen una sola causa. Uno puede establecer ciertas conexiones, pero en la realidad intervienen multitud de variables. Seguramente hay cierto placer en ver que otros “colores” políticos están detrás de estas situaciones, pero no va más allá de eso. Es dar demasiado crédito a países que están en una situación mucho más precaria que la situación en la que se encuentra Chile.
¿Las movilizaciones no tienen nada que ver con otras que vemos últimamente en otros países iberoamericanos?
Tienen relación en un nivel de abstracción alto, porque también allí también se basan en la acumulación de tensiones, pero las raíces históricas que hay en estos países son diferentes. Yo lo asemejaría más a la situación francesa que a la situación de otro países latinoamericanos, como sería el caso de Ecuador.
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