Terrorismo

Recomiendan investigar las redes iraníes dentro de los Estados Unidos

La Guardia Revolucionaria habría presionado, con amenazas a sus familias, a ciudadanos que trabajan en empresas de alto interés para que colaboren con el régimen de los ayatolás

Escudo de la Guardia Revolucionaria iraní
Escudo de la Guardia Revolucionaria iraníjmz

Existe una creciente  preocupación  por los ciudadanos iraníes y con doble nacionalidad que trabajan en instituciones académicas estadounidenses o empresas tecnológicas de vanguardia, en particular aquellos involucrados en investigación financiada con fondos federales o tecnologías sensibles, como ingeniería, ciberseguridad y biotecnología, y que también viajan a Irán repetidamente.

Algunas de estas personas cuentan con autorizaciones de seguridad estadounidenses y trabajan en empresas dedicadas a la defensa y a infraestructuras críticas, pero mantienen vínculos con Irán o lo visitan regularmente. Además, se observa que personas que previamente solicitaron asilo en Estados Unidos por temor a ser perseguidas por el régimen regresan a Irán.

Según informaciones fidedignas que cita HsToday, incluyendo testimonios de disidentes iraníes y activistas de derechos humanos, el CGRI (Guardia Revolucionaria iraní) ha interceptado a viajeros de todas estas categorías en aeropuertos iraníes y los ha obligado a actuar como informantes en Estados Unidos, a menudo amenazando a sus familias. Esta estrategia plantea serias preocupaciones de contrainteligencia, lo que sugiere que el régimen iraní podría estar explotando a estos individuos para infiltrarse en comunidades disidentes y recopilar información de inteligencia dentro del país.

También existen precedentes que suscitan seria preocupación. En 2024, un ingeniero iraní residente en Massachusetts fue arrestado y acusado de enviar tecnología y materiales para drones a la Fuerza Qods del CGRI. La tecnología transferida se utilizó posteriormente en ataques que provocaron la muerte de militares estadounidenses. Este caso pone de relieve que el alcance del régimen iraní en territorio estadounidense no es hipotético: es activo y operativo. Refleja un patrón más amplio en la interacción de las actividades afines al régimen con centros religiosos o culturales. En varias ciudades estadounidenses, se ha vinculado a individuos involucrados en la organización de las elecciones del régimen iraní con instituciones religiosas o comunitarias. bre de un adversario extranjero.

Otro caso de alto perfil refuerza esta amenaza. En 2021,  Kaven Afrasiabi, veterano residente en Estados Unidos y comentarista político, fue acusado de actuar como agente extranjero no registrado del gobierno iraní. Había recibido pagos directos de Teherán mientras publicaba contenido a favor del régimen y asesoraba discretamente a legisladores estadounidenses. A pesar de estas actividades, Afrasiabi fue posteriormente liberado como parte de un intercambio de prisioneros.

A pesar de las reiteradas advertencias públicas, informes y solicitudes de investigación, la Administración Biden se negó a aplicar los mecanismos de control disponibles. Esta omisión envía un mensaje erróneo a los regímenes hostiles: que las operaciones de influencia extranjera pueden continuar con impunidad en territorio estadounidense. “El Congreso debe actuar para subsanar estas deficiencias en la aplicación de la ley y garantizar que la legislación estadounidense se aplique de forma coherente al tratar con agentes de regímenes extranjeros hostiles”, recomienda HST.

Finalmente, se debería prohibir a las personas afiliadas al régimen iraní o a organizaciones afines a él presionar a funcionarios estadounidenses sobre asuntos que entren en conflicto con los intereses de seguridad nacional. El Congreso puede formalizar estas restricciones como parte de una iniciativa más amplia de transparencia en seguridad nacional, garantizando que agentes extranjeros no puedan explotar las instituciones democráticas estadounidenses con el pretexto de la participación cívica. No se trata de libertad de expresión, sino de defender la patria de la infiltración extranjera. Apoyar el aparato de desinformación o propaganda de un régimen sancionado no puede desestimarse como una expresión política inofensiva. La política estadounidense debe evolucionar para reconocer que la influencia extranjera no siempre llega con pasaporte diplomático. A veces, llega a través de una urna, una pancarta de protesta o una visita de cabildeo de alguien con vínculos extranjeros no registrados. Estados Unidos debe responder, sin vacilaciones, sino con claridad, vigilancia y todo el peso de la ley, concluye.