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La española muerta en la explosión de París era de Toledo
Una española entre los tres fallecidos en la fuerte explosión de una panadería del centro de la capital francesa
Una española entre los tres fallecidos en la fuerte explosión de una panadería del centro de la capital francesa.
Una ciudadana española es una de las tres víctimas mortales de la grave explosión producida ayer en París en una panadería de la calle de Trévise en el Distrito IX. La onda expansiva arrasó todo a su paso en un radio de cien metros, causando, aparte de las tres muertes, heridas a medio centenar de personas, entre ellas diez de gravedad, además de numerosos daños materiales en los edificios colindantes.
Los otros fallecidos son dos de los seis bomberos que habían acudido unos minutos antes al número 6 , alertados por unos vecinos que habían sentido un fuerte olor a gas. La española fallecida se hallaba en París haciendo turismo. El Ayuntamiento de Burguillos de Toledo manifestó ayer sus condolencias a la familia de Laura Sanz Nombela. La mujer trabajaba como cajera en un supermercado de la capital toledana, donde era «muy querida» por los clientes por ser «muy amable y dispuesta». Según medios locales, Laura tenía tres hijos y 36 años de edad. Murió en el hospital al que había sido trasladada, según indicó el Ministerio de Exteriores español. Josep Borrell presentó a sus familiares sus condolencias a través de un tuit, y manifestó sus «deseos de una pronta recuperación» a los otros dos españoles heridos por la deflagración.
La explosión tuvo lugar en torno a las nueve de la mañana. Algunos vecinos creyeron que se trataba de un seísmo, otros de una bomba, y muchos de ellos ofrecieron testimonios del terror vivido y ambiente de desolación en el que habían quedado sus viviendas. «Todas las ventanas explotaron, las puertas que no estaban cerradas se habían salido de los goznes», comentaba una vecina entrevistada por LCI con su hijo en brazos. «De mi apartamento no ha quedado nada», decía otra.
El ascensor estaba inutilizable, la escalera había perdido la barandilla, y el humo que provocaba el fuego que se había desatado les impedía respirar, por lo que, aunque los bomberos habían aconsejado a los vecinos que salieran a la calle, decidieron refugiarse en casa de una vecina que vivía en la primera planta donde «dos habitaciones habían desaparecido y el baño era un agujero». Desde allí pudieron ser rescatados por los bomberos. En la calle las imágenes eran dantescas, se acumulaban los escombros con los coches levantados por la fuerza de la onda expansiva, mientras que los bomberos intentaban controlar el fuego.
Unos 200 de ellos fueron movilizados para desalojar el edificio y evacuar a los inquilinos. Los heridos fueron trasladados a los hospitales de París con la ayuda de tres helicópteros que fueron aterrizando en medio de la calle frente al Palacio de la Ópera. El comandante de la brigada de bomberos, Eric Moulin, advirtió de que la onda expansiva había dañado los edificios contiguos y que estos «podrían hundirse en cualquier momento».
Por ello, cerca de 150 personas tuvieron que ser acogidas por los servicios municipales. Por su parte, el fiscal de París, Rémy Heitz, anunció la apertura de una investigación para determinar las causas exactas de la explosión aunque adelantó que el origen era seguramente «accidental, a causa de una probable fuga de gas».
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