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Revolución ensangrentada
Los enfrentamientos en el centro de Kiev, en su cuarta jornada consecutiva, se recrudecieron ayer con brutales choques entre opositores y Fuerzas de Seguridad que se cobraron las primeras víctimas mortales.
Los enfrentamientos en el centro de Kiev, en su cuarta jornada consecutiva, se recrudecieron ayer con brutales choques entre opositores y Fuerzas de Seguridad que se cobraron las primeras víctimas mortales. La noticia de al menos cinco opositores muertos, según los manifestantes (sólo dos confirmados por el Ministerio del Interior), espoleó los ánimos de los que clamaban contra la llamada ley antiprotestas del Gobierno Yanukovich, ya en vigor, y en virtud de la cual se realizaron ayer 75 detenciones. Al caer la noche, más de 30.000 personas se reunieron en la plaza de la Independencia como muestra de apoyo a los que luchan en las barricadas, a unos 600 metros de distancia de allí.
Las partes se acusan mutuamente de las muertes, al parecer por heridas de bala. Los manifestantes, que elevan la cifra de heridos a 300, señalan a los antidisturbios, mientras el Gobierno insiste en que no pudieron ser los policías, que carecen de autorización para abrir fuego. Según la Asociación Ucraniana de Propietarios de Armas, sólo en la región de Kiev hay 400.000 armas de fuego legales, informa «La Voz de Rusia».
El presidente Viktor Yanukovich, que el martes se negó a participar en las conversaciones con la oposición, delegando la negociación en el grupo de trabajo, reconsideró ayer su postura y, flanqueado por sus ministros de Justicia y Defensa, se reunió de urgencia con los tres principales opositores: Arseniy Yatsenyuk, del partido Batkivshina; Vitali Klitschko, de UDAR, y Oleg Tyagnibok, líder del partido ultranacionalista Sbovoda, el más activo en las calles. El encuentro se alargó durante dos horas y media, pero no se llegó a ningún acuerdo, más allá del compromiso de continuar hoy las negociaciones. Después, Klitschko se dirigió a la p650laza de la Independencia, donde explicó a los congregados que «el presidente dejó sin respuesta la petición de elecciones anticipadas».
A través de un comunicado, Yanukovich expresó sus condolencias por los fallecidos y añadió que «no es tarde para encontrar una solución pacífica». El problema es que sus palabras de buena voluntad se contradecían casi a la misma hora con las de su primer ministro, Nikola Azarov, que amenazó a los «provocadores» con reprimir las protestas con fuerza, al tiempo que señaló a los culpables: «La responsabilidad recae sobre todo en los líderes de los partidos de la oposición que crearon esta situación».
Al mismo tiempo, varios medios informaban del hallazgo en un bosque de las afueras de Kiev del cadáver del opositor Yuri Verbitski, secuestrado el martes en el hospital en el que fue ingresado tras sufrir heridas durante un enfrentamiento con la Policía. «El hermano de Yuri Verbitski identificó su cuerpo en el depósito de cadáveres de Borispol», reza un comunicado difundido por la emisora de radio Svoboda. La víctima fue secuestrada del hospital Oktiabrski junto al conocido activista Igor Lutsenko, que le había llevado a la clínica.
Durante todo el día se especuló con la posibilidad de que el Gobierno decretase el estado de excepción o la participación del Ejército, extremos oficialmente descartados, aunque por la tarde se vio algún tanque en el centro de Kiev. Ya desde por la mañana la Berkut (Policía antidisturbios) efectuó varias cargas, avanzando lentamente en formación de falange para protegerse con los escudos de la lluvia de piedras y cócteles molotov. Los manifestantes, unos 6.000 según la Policía, «perdieron» la barricada de coches calcinados que construyeron el domingo, pero inmediatamente armaron otra con neumáticos en llamas y piedras a apenas cien metros de la primera. Están bien equipados contra los gases lacrimógenos y las balas de goma y, además, tras casi dos meses de protestas, conocen las órdenes de la Policía y el grado de fuerza con que se pueden emplear, de forma que convierten cada metro de calle en una batalla.
En estas circunstancias, desalojarlos y detenerlos, aplicando la ley que ha desencadenado las protestas, requeriría un despliegue gubernamental formidable y, sobre todo, un baño de sangre al que las propias Fuerzas de Seguridad se niegan. Al margen de la discusión por la responsabilidad de los fallecidos, y viendo la virulencia de los choques, lo sorprendente es que hayan tardado casi cuatro días en llegar las primeras víctimas mortales. El centro de Kiev está paralizado, y ya no sólo las calles del conflicto como en los días previos. En vista del recrudecimiento de los disturbios, la Policía ordenó el cierre de todos los comercios y oficinas de la zona.
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