Guerra en Siria

Rusia estrecha su alianza con Irán en Siria

Los aviones rusos utilizan por primera vez la base aérea iraní de Hamedan para bombardear a los yihadistas en el país árabe

Un caza ruso Tu-22M3 lanza sus bombas sobre la ciudad siria de Alepo, ayer
Un caza ruso Tu-22M3 lanza sus bombas sobre la ciudad siria de Alepo, ayerlarazon

La aviación rusa bombardeó ayer posiciones en Siria despegando por primera vez desde suelo iraní, un nuevo paso en la colaboración militar de los dos principales aliados de Bachar al Asad y, según los analistas, una probable respuesta a los recientes reveses sufridos por el régimen en Alepo. Un movimiento que ofrece ventajas tácticas, pues acorta un 60% el tiempo de vuelo de los grandes bombarderos rusos a las principales zonas de conflicto, Alepo e Idlib, permitiendo reducir la cantidad de combustible y aumentar la de bombas que pueden cargar los aviones.

Según informó el Ministerio de Defensa ruso, bombarderos Tu-22M3 y Su-34 despegaron de la base de Hamedan, 400 kilómetros al suroeste de Teherán, y destruyeron «cinco grandes depósitos de armas y municiones», así como campos de entrenamiento en Deir Ezor, en Sarabiq, en la región de Idlib y en Al Bab, localidad bajo control del Estado Islámico en la región de Alepo. Los aviones rusos también bombardearon tres centros de mando en las regiones de Yafra y Deir Ezor, abatiendo a «un gran número de combatientes», reza la nota.

En todos los casos los bombarderos estuvieron escoltados por cazas rusos con base en el aeródromo ruso de Hmeimin, en la provincia siria de Latakia, costa occidental y plaza fuerte del régimen. Se trata de la primera ocasión, desde que hace diez meses comenzase la operación en Siria, en que Moscú utiliza instalaciones militares de algún país de la región. Hasta ahora, se había limitado a ese aeródromo de Hmeimin, mermado por el tamaño de su pista, apta para cazas pero demasiado pequeña para bombarderos. Además, de forma puntual, había lanzado ataques desde buques en el Mediterráneo y con bombarderos de largo alcance desde la propia Rusia.

«En un bombardero Tu-22M3 que sale de Mozdok [Cáucaso ruso], la carga de combate varía entre 5 y 8 toneladas, pues cubre 3.000 kilómetros, lo que requiere mucho combustible, mientras que partiendo de Irán, donde la distancia se reduce a entre 700 y 900 kilómetros, el avión puede cargar 22 toneladas de bombas», explica Konstantin Sivkov, analista militar y presidente de la Academia de Estudios Geopolíticos.

Excepcionalmente, el 7 octubre de 2015 y con la aprobación de Teherán, el Ejército ruso disparó una batería de 26 misiles de crucero Kalibr desde el mar Caspio, con destino al este de Siria, a 1.500 kilómetros de distancia, sobrevolando el espacio aéreo iraní e iraquí. Fue una acción más efectista que efectiva, según señalaron los expertos, puesto que coincidió con el día del cumpleaños del líder del Kremlin, Vladimir Putin. El uso de bases iraníes ahora no parece anecdótico, llega después de una reunión el lunes en Teherán entre el viceministro ruso de Exteriores, Mijail Bogdanov, y el jefe de la diplomacia iraní, Mohammad Javad Zarif, y apunta a una colaboración militar más profunda entre los dos principales apoyos externos del presidente Asad. Se trata, además, de la primera ocasión, desde la revolución islámica de 1979, que Irán permite el uso de bases en su territorio a algún ejército extranjero, una muestra de la implicación de Teherán en la contienda civil siria, en la que participa con efectivos terrestres de la Guardia Revolucionaria.

Este movimiento viene además a confirmar que la retirada rusa de Siria, anunciada en marzo, queda en papel mojado. El comienzo de operaciones desde bases iraníes llega solo un día después de que Moscú, a través del titular de Defensa, Sergei Shoigu, informase de avanzadas negociaciones con Estados Unidos para operaciones conjuntas en Siria, ahora bien, limitadas a la ciudad de Alepo. Una colaboración que consistiría en el reparto conjunto de ayuda humanitaria y un acuerdo para diferenciar a la «oposición moderada» de yihadistas en Alepo.

Con todo, la Casa Blanca no ve con buenos ojos el ataque desde Teherán. El secretario de Estado, John Kerry, mostró ayer a su homólogo ruso, Sergei Lavrov, su «preocupación» por el uso que hace de una base aérea iraní e indicó que podría suponer una violación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. «Es algo desafortunado y sólo complica más aún una situación ya compleja», dijo el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Mark Toner, en su conferencia de prensa diaria, en la que informó sobre la llamada.