Conflicto Israel-Palestina
Salvar vidas en la frontera
LA RAZÓN visita el Hospital Barzilai, a 12 km de Gaza, donde atienden a israelíes y palestinos
En el Hospital Barzilai, situado en la ciudad sureña israelí de Ashkelon, no han bajado en ningún momento la guardia, ni siquiera cuando las partes enfrentadas, Israel y Hamas, acordaron el alto el fuego y les dijeron que la actividad podía regresar a la normalidad. En este centro sanitario, además de la atención rutinaria de pacientes, están también acostumbrados a los periodos de guerra y a tratar a decenas de heridos.
El Barzilai conoce de primera mano desde hace casi 14 años el significado de los cohetes disparados desde la Franja de Gaza hacia el territorio israelí. «Somos el hospital más cercano a la Franja de Gaza, ya que se levanta a tan sólo 12 kilómetros en línea recta», explica el subdirector del Hospital, el doctor Ron Lobel, quien durante tres semanas ha estado viviendo literalmente en el centro, sin pisar su casa en la localidad de Netiv Haasara, el poblado israelí más cercano a la Franja (a unos 300 metros de la frontera). «Es difícil explicar lo que supone trabajar bajo la amenaza constante que supone el lanzamiento de misiles. Solamente quien lo vive, quien está aquí día a día, lo puede comprender. Aquí corremos por salvar vidas mientras al otro lado de la Franja corren huyendo de la muerte», asegura.
Cuando desde Gaza se lanzan cohetes hacia Israel, las alarmas saltan en Ashkelon de manera inmediata. Es entonces cuando también en el hospital todo el mundo se mueve con prisa hacia los refugios. En 30 segundos médicos, pacientes y además personal deben resguardarse. Pero como puede entenderse, en ocasiones, esto resulta imposible. «Tenemos que estar listos para cualquier eventualidad», explica Lobel, quien ha visto cómo 500 enfermos de este centro han sido trasladados a zonas protegidas en tres horas, un tiempo récord, pero a veces insuficiente para que salieran inmunes a los ataques. «En más de una ocasión estábamos en medio de una operación y sonaron las alarmas. Evidentemente no puedes dejar la mesa de operaciones así que sigues concentrado en tu trabajo rogando que no te caiga en la cabeza el cohete que sacaban de lanzar», afirma el doctor Claudio Kristal, jefe de la sala de recuperación.
Lo que además le hace singular a este hospital es el hecho de que en él conviven judíos y árabes, israelíes y palestinos de la Franja de Gaza. «Nosotros atendemos a todos los heridos por igual», aclara Kristal. «En esta guerra, el hospital ha recibido ya a más de mil heridos, soldados, civiles, israelíes, judíos, árabes, palestinos.... Somos médicos, y cuando atendemos a un herido no miramos su color de piel ni preguntamos por su religión», añade. «En Barzilai atendemos a dos tipos de palestinos: civiles y también miembros de Hamas. Hay habitantes que vienen de la Franja de Gaza huyendo de la organización terrorista, en secreto, porque ésta les prohíbe recibir tratamiento en nuestro territorio», explica el médico Boksenbojm. «Si Hamas se entera de que han estado aquí y que los hemos tratado bien, los matarán», añade. Insisten en que prestan ayuda sanitaria a miembros del grupo islámico, y ponen como ejemplo que en este momento, en una de sus salas, se encuentra un joven de 17 años miembro de la organización terrorista que resultó herido cuando al salir de uno de los túneles se topó con soldados israelíes. «A ese muchacho se le arreglaron varias fracturas que tenía en el fémur, se le hicieron implantes de piel y ha sido operado hasta en cuatro ocasiones», explica el doctor.
Los sanitarios de este centro con los que ha tenido la oportunidad de hablar LA RAZÓN aseguran que preferirían conceder entrevistas para hablar de paz o avances médicos y no de guerra, como llevan haciendo 14 años, desde que en marzo del 2001 cayó el primer cohete de Gaza en la ciudad de Sderot. «Fue entonces cuando atendí al primer niñito gravemente herido por uno de los primeros cohetes lanzados por Hamas sobre territorio israelí. En aquel momento los explosivos que lanzaban no tenían la fuerza ni las capacidades que ahora. También recuerdo que recibimos en el hospital a una señora que iba con su bebé en el carrito cuando impactó un misil a su lado... no pudimos hacer nada por ellos y el bebé murió», lamenta Pablo Boksenbojm.
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