Política

Sarkozy se deja querer

El ex mandatario galo supera ya en popularidad a su sucesor, Hollande, casi un año después de ser derrotado en las urnas. Sugiere que, llegado el momento, volvería a la arena política si considera que es «su deber» porque Francia le necesita

Sarkozy abandona el estrado tras reconocer su derrota en las presidenciales del pasado mes de mayo
Sarkozy abandona el estrado tras reconocer su derrota en las presidenciales del pasado mes de mayolarazon

No hace siquiera un año que Nicolas Sarkozy fue sancionado en las urnas y los franceses ya le echan de menos. Las cifras son elocuentes. Un 53% de sus compatriotas le prefieren respecto al actual jefe del Estado, François Hollande, que sólo recaba la confianza del 44% de los encuestados.

No hace siquiera un año que Nicolas Sarkozy fue sancionado en las urnas y los franceses ya le echan de menos. Las cifras son elocuentes. Un 53% de sus compatriotas le prefieren respecto al actual jefe del Estado, François Hollande, que sólo recaba la confianza del 44% de los encuestados, según un sondeo Ifop publicado este martes por el semanario «Paris Match».Y no ha sido necesario que el ex presidente francés haga méritos. Ya se ha encargado el actual inquilino del Elíseo, el socialista Hollande, con su errática acción gubernamental, de alimentar en la ciudadanía la añoranza del líder conservador. Aunque este precoz desencanto también podría explicarse por una constante insatisfacción del pueblo galo hacia sus gobernantes. Y una eterna nostalgia del pasado. Un síndrome ya aplicable en 2007 cuando a los pocos meses de haberle entronizado, los franceses renegaban del omnipresidente «Sarko» para hacer bueno a Jacques Chirac, que sin embargo fue ásperamente vituperado durante sus doce años de mandato por sus cuentas pendientes con la Justicia en distintos «affaires» de financiación ilícita de partidos. Este repunte de afecto de la opinión pública hacia Nicolas Sarkozy que, no obstante, fue uno de los dirigentes galos menos apreciados, con bajísimas cotas de popularidad durante su quinquenio, le allana el camino para una posible vuelta a la arena política. Un retorno –con la vista puesta en las presidenciales de 2017– al que el interesado no ha dejado de aludir con pretendida ambigüedad. Y eso que tras el descalabro electoral del pasado 6 de mayo aseguró: «Nunca más volveréis a oír hablar de mí».

Pero las ansias de liderazgo del político conservador parecen ser más fuertes. Sin ir más lejos, el ex mandatario evocaba un posible regreso al ruedo de la política en una reciente «pseudo-entrevista» con el semanario «Valeurs Actuelles» que reproduce en estilo indirecto algunos pasajes de una conversación con uno de sus periodistas. Aunque si lo hace no será por deseo propio, según habría confiado a su interlocutor, sino por «obligación». «Llegará desgraciadamente un momento en el que la pregunta ya no será «¿tienes ganas?», sino ¿tienes elección?'» En ese caso, tendré la obligación de volver. No por ganas. Sino por deber. Y únicamente porque se trata de Francia», recoge la publicación, a modo de confidencia y en un evidente tono patriota.

En otra declaración, asegura que «el mundo político me produce un aburrimiento mortal» y denuncia «el trato recibido durante sus comparecencias de más de trece horas ante el juez por el llamado «caso Bettencourt» o «el modo» en que ha sido tratada su mujer, Carla Bruni, a quien se le ha prohibido cantar durante cinco años. Oficialmente, no echaría de menos la actividad política. Oficiosamente, «Sarko» se estaría haciendo desear. De hecho, no es la primera vez que evoca un regreso a modo de salvador, de héroe providencial. Así podría ser «si los franceses lo desean», confesaba a un puñado de amigos durante una cena el día de su cumpleaños, el pasado 28 de enero.

En su entorno, algunos de sus allegados se han encargado de hacer de altavoces. El ex primer ministro Alain Juppé cree «notar en Sarkozy unas ciertas ganas», mientras que su fiel seguidora Bernadette Chirac, esposa del ex presidente Jacques Chirac, está «convencida» de que «volverá un día», aunque todavía es pronto, decía por el mes de septiembre.

Sin embargo, en su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), no todos celebran un hipotético retorno que, llegado el caso. frustraría más de una ambición elísea de cara a 2017. El muy sarkozysta Jean-François Copé, aspirante a la presidencia de la formación tras el fiasco de las elecciones internas del pasado noviembre, estaría dispuesto a quitarse del camino si Sarkozy se presentara. De hecho, el 60% de los simpatizantes de la UMP lo prefieren como candidato frente a cualquier otro aspirante en la derecha. Otros, como el ex primer ministro Jean Pierre Raffarin, abogan por pasar página. El también ex jefe del Ejecutivo François Fillon, candidato a las primarias de 2016, recalcaba hace unas semanas que tras la última derrota «todos volvemos a estar al mismo nivel», negando así cualquier deber de prelación o pleitesía al que fuera su patrón durante cinco años. En cualquier caso, la salida de Sarkozy del poder y, más aún, de la vida política dejó en muchos la impresión de que el animal político que lleva dentro no había cerrado aún el ciclo que por naturaleza le correspondía. Parece que, tras darle la espalda en las urnas, ahora los franceses añoran a «Sarko». Y él a ellos.