Asuntos sociales
Ser transexual en el Ejército israelí
Shachar recibe a LA RAZÓN en Tel Aviv para explicar cómo ha sido su proceso de cambio de identidad de género. «El Ejército me ha pagado la operación», asegura.
Shachar recibe a LA RAZÓN en Tel Aviv para explicar cómo ha sido su proceso de cambio de identidad de género. “El Ejército me ha pagado la operación”, asegura.
Desde que nació supo que era un hombre, pero estaba preso en el cuerpo de una mujer. Shachar era la primogénita de una familia que residía en un Kibutz (comuna agrícola) de menos de 100 habitantes. A los dos años le pidió a su padre que le afeitara la cabeza. No quería melena. Tampoco vestidos ni muñecas.Un pequeño pasó que demostró que su lucha acaba de comenzar. Ahora, casi dos décadas después, este joven se ha convertido en el primer oficial transexual del Ejército israelí, uno de los pilares fundamentales del Estado. Entró en él a los 18 años como mujer y se graduó a los 20 como hombre. Su sueño se cumplió no sin renuncias, esfuerzo y desazones. Cuando era adolescente no sabía lo que le ocurría en su interior. Su cuerpo era de mujer, pero su identidad iban en otra dirección. Le gustaban las mujeres, mucho, pero él se sentía hombre. “Mis padres no sabían poner nombre a lo que me ocurría. Pero siempre estuvieron a mi lado. Hasta los 15 años no lo di mucha importancia, pero a partir de entonces todo cambió. Fue una conversación con un conocido que era transexual lo que me llevó a darme cuenta que yo también lo era. Pensé en irme del país, huir, cambiarme de identidad, pero no lo hice”, subraya en un encuentro con LA RAZÓN en Tel Aviv. Nunca ocultó lo que sentía, así que cuando tuvo que realizar las pruebas previas para entrar en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), ya que el servicio militar que es obligatorio: para las mujeres tiene una duración de dos años y para los hombres, dos años y ocho meses. “En la conversación con el comandante de mi unidad, donde realizaba tareas de asesoramiento para elegir el mejor destino de cada nuevo ingreso, le dije que no quería llevar el uniforme de hombre sino el de mujer. Él me dijo que utilizaría el segundo uniforme, el de calle, que es el mismo para ambos sexos”, explica. “Y allí, en el Ejército fue la primera vez que me sentí yo mismo, no tenía nada que ocultar”, sentencia. ¿Y compartía baño con hombres o con mujeres? “Hay horarios que el Ejército reserva para el colectivo LGTB por si no quieren utilizar uno u otro. La verdad que eran todo facilidades”; afirma. Tanto es así que es el Ejército quien está pagando su cambio de género. De momento solo se ha operado el pecho, “el resto ya vendrá”, dice con un gesto que indica que no tiene prisa. Fruto de las hormonas el vello recorre su piel y muestra orgulloso su barba. Más tarde decidió realizar los cursos de oficial y obtuvo su diploma. A su cargo tiene ahora a un equipo responsable de infraestructuras del Ejército. Además, coordina una unidad especial para asuntos LGTB. “Con el tiempo, la sociedad ha descubierto que no existe una única realidad, acepta, poco a poco, se acepta la diversidad. Yo, donde más seguro me siento es el Ejército. Es más he diseñado un protocolo para penalizar a cualquier miembro que desprecie a un soldado LGTB”, sentencia. Otra cosa es la reasignación. Aunque en su día a día el es un hombre, en su carnet de identidad todavía aparece marcada la casilla de mujer. “Eso competencia del Gobierno y el Parlamento”, asegura. Así que en este aspecto tendrá todavía que esperar, la legislación siempre va por detrás de las necesidades de la sociedad.
Tahalin, el icono «trans»
De la misma opinión es Tahalin Abu Chana, una árabe israelí transexual que se ha convertido en un icono en el país. Dicen que es la sucesora de la eurovisiva Dana International. Su camino fue más pedregoso. Repudiada por su padre, árabe-cristiano, que no entendía cómo un niño bailaba ballet, se vio obligada a huir a Tel Aviv. No había cumplido los 18 años y ya luchaba por su supervivencia. No conocía a nadie en la ciudad. Dormía en la calle, hasta que fue acogida por la que es su segunda madre Israela Lev. La sacó de la calle y la ayudó. “Serás una mujer preciosa”, le dijo su hada madrina. El impresionante físico de Tahalin, que ahora tiene 22 años, fue una buena carta de presentación en los certámenes de belleza “trans” y consiguió alzarse con la corona del concurso nacional israelí. En el mundial, celebrado el año pasado en Barcelona, quedó la segunda. “La cultura árabe no acepta al colectivo LGTB. Son muy cerrados. Incluso, cuando yo era pequeña me tiraban piedras, he sufrido muchas agresiones”, relata a este diario. “Es un tema tabú. Por eso tuve que huir”, añade. Ahora acaba de participar en el Gran Hermano israelí y sueña con ser modelo. “Aunque sigo sufriendo mucha discriminación. No me han aceptado en varias agencias porque son transexual. Al principio les gusto mucho, pero cuando saben de mi situación no me aceptan y ponen excusas”, lamenta. Cinco años después de huir de su pueblo, regresó para encontrarse con su madre y sus dos hermanas. Ellas no la entienden, pero la respetan. Su padre, poco a poco, va digiriendo lo que para él supone un despropósito. “Yo sólo quiero que entienda que soy una mujer. Soy un ser humano. No un circo. Quiero que mi causa sirva para ayudar a más personas. Que vean que no están solos. Ayudaré a mi pueblo y a mi gente”, sentencia la joven.
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