Comunidad LGTBI
Tel Aviv exhibe músculo LGTB
El Orgullo israelí bate récord de asistencia con un espectacular despliegue de carrozas y música durante más de nueve horas ininterrumpidas
El Orgullo israelí bate récord de asistencia con un espectacular despliegue de carrozas y música durante más de nueve horas ininterrumpidas
Apenas ha amanecido y la gente ya se lanza a la calle. Entre la madrugadora bruma de Tel Aviv se ponen a punto las carrozas que horas más tarde recorrerán el paseo marítimo de la segunda ciudad más importante de Israel, que se ha convertido en punto de encuentro del colectivo LGTB. Celebran su Orgullo, un evento que define un microcosmos de libertades en una región donde todo aquel que no sea heterosexual es acosado, perseguido, humillado e incluso asesinado.
Por eso hoy Tel Aviv grita por la igualdad entre banderas multicolor, “looks” para todos los gustos y exhibicionismo exento de complejos. "Es la primera vez que vengo, soy alemana y vine como voluntaria a Israel. No quería perderme esta fiesta. Es increíble que algo así ocurra en este lugar", asegura a LA RAZÓN Judith. Ella es una de los más de 40.000 extranjeros que estos días se acercan a la cuidad israelí y que suponen un impulso económico sobresaliente para el país. Claro está que esta celebración no es sólo fiesta, diversión y cuerpos de escándalo, sino que supone una reivindicación por la igualdad entre las personas independientemente de su orientación sexual. Así lo confirma a este periódico Reem Jarrar, una palestina oriunda de Yafa (la zona árabe de Tel Aviv) y que luce una camiseta donde puede leerse “Pinkwashing”. Forma parte de un grupo de activistas que lucha para que el Gobierno israelí también destine ayudas a colectivos LGTB palestinos, “ya que sufren mucha discriminación y siempre miran para otro lado”, sentencia. “Yo soy heterosexual, pero considero que debo de impulsar esta causa porque tengo amigos que están sufriendo mucho. Tel Aviv es completamente diferente al resto del país, es como un oasis. En Israel todavía queda mucho por hacer y más aún en determinados colectivos”, asegura.
Según los responsables de la organización, más de 200.000 personas han participado en esta edición, en la que durante más de dos horas, una decena de carrozas desfilaron en paralelo al mar hasta llegar a su destino final, el Parque Charles Clores, donde esperaban cinco horas de música ininterrumpida, en la que el tecno se impuso bajo el sol (se superaron los 35ºC). “He venido desde Buenos Aires, es una celebración que no quiero perderme. No importan las horas de vuelo. Aprovecho para disfrutar del buen ambiente y también para conocer el resto del país”, reconoce Mario un porteño que pese a haber llegado solo a Tel Aviv ya ha encontrado un grupo de amigos que no le pierden de vista.
Los controles de seguridad se extendieron ayer por toda la ciudad: cacheos, vigilancia de bolsas e incluso detectores de metales para garantizar el buen desarrollo del evento ante la constante amenaza terrorista que golpea a todo el mundo. “La organización de este evento conlleva mucho esfuerzo, pero merece la pena. Son días de mucha emoción, quién nos iba a decir que íbamos a conseguir esto”, dice Israela, transexual desde hace más de cuarenta años y que toda su vida ha sido una activista en pro del colectivo LGTB.
Pasadas las siete de la tarde comienza a ponerse el sol, los más rezagados que aún apuran los últimos compases del dj se resisten a marcharse a casa. La fiesta ha terminado, las camisetas vuelven a tapar los cuerpos esculpidos con esmero durante todo el año y el alboroto se transforma en un silencio que deja un poso en la conciencia que apunta a que algo está cambiando. ¿Quién imaginaba hace años que Tel Aviv, en el corazón de Oriente Medio, se convertiría en una ciudad referente de los derechos LGTB? Próxima parada: El “World Pride” de Madrid a finales de mes.
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